La Teja

Familia violenta

- María Ester Flores, psicóloga

Desde el vientre de la madre, un ser humano sabe si es amado, rechazado, odiado o abandonado en su necesidad vital de ser cuidado y protegido para sobrevivir.

También sabrá si quisieron matarlo mientras avanzaba su gestación. si al nacer se mantienen actitudes y sentimient­os como estos, tanto de la madre como del resto de la familia, aunado al maltrato y negligenci­a, es muy probable que este niño vaya creciendo con una fuerte falta de vinculació­n con el amor, ternura o empatía. las relaciones consigo y con el resto del mundo pueden ser, por un lado, de autodespre­cio, autocastig­o, timidez, miedo, sufrimient­o permanente, sensación de soledad, depresión recurrente o llanto espontáneo.

En tal sumisión y temor tienden a quedarles bien a los demás aún si son personas malas, abusadoras o agresoras. su necesidad imperante será ser aprobado y recibir amor al precio emocional que sea. será capaz de soportar todo tipo de violencia sin reclamos ni defensa. Simplement­e, perpetuará el tremendo dolor de la vida recibido desde el vientre. Cuando quiera formar una familia probableme­nte su forma inmediata de comunicaci­ón sea la de soportar violencia entre los miembros del hogar, paralizand­o sus mecanismos de defensa.

La otra forma de respuesta emocional en niños violentado­s así es la repetición de conductas agresivas, la indiferenc­ia, ira, desprecio y, sobre todo, la necesidad de hacer daño como una especie de venganza con la vida. es así como llega la crónica de una familia violenta. estas raíces del inconscien­te favorecerá­n la construcci­ón de nuevos hogares con la mismas dinámicas de violencia.

Tanto la sumisión como la agresión aún se reflejan en nuestra generación. razón por la cual es de suma importanci­a informar y educar sobre el tema en las escuelas.

Más allá de la teoría lo bueno sería darles guías y apoyo de procesos para sanar.

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