Pizza de la huerta a la mesa
Mientras daban forma a su negocio, afincado en la ruta 32, Daniel Harris y Gilad Chudler veían pasar, todos los días, los camiones con palmito y pejibaye. Ellos, interesados en el concepto “de la huerta a la mesa” y el consumo de productos locales, sintieron la inquietud de incluirlos en su menú. De allí nació la pizza Guapileña –con palmito, rodajas de pejibaye, arúgula con aderezo de limón y queso de cabra– uno de los emblemas de Riverside Marketplace.
“Tenemos un proveedor de palmito que es de aquí, viene todas las semanas con sus productos recién cosechados por él”, cuenta Harris al relatar la historia que se esconde tras muchos de los ingredientes del negocio, abierto desde setiembre de 2015.
“¿Cuáles son los mejores ingredientes que podemos poner en el plato? Los que crecen aquí en la zona, hasta aquí en la huerta”, añade Chudler, chef californiano que encontró en un empresario proveniente de Boston un socio para un negocio donde la etiqueta de “artesanal” es más que una manera de cocinar.
NEGOCIO Y COMPROMISO
Daniel y Gilad pretendían innovar en el segmento en una zona cada vez más poblada pero con opciones limitadas para salir a comer. A la vez, querían traer varios temas a la mesa –literalmente–: la alimentación orgánica, la importancia del consumo de productos locales y la sostenibilidad.
La pizza era solo un medio y el espacio un antiguo bar que desapareció tras un incendio. En congruencia con sus valores ecoamigables, les pareció natural mantener la estructura del local, contratar a artesanos y darle forma a Riverside. También crearon una huerta y un compost para aprovechar los residuos orgánicos.
“Si realmente vamos a ser fieles a lo que creemos, las decisiones de negocio son relativamente fáciles. Si en algún momento eso no es viable, tendremos que reconsiderar dedicarnos a otra cosa, explica Harris.
El compromiso socioambiental, no va en demérito del sabor. La masa de sus pizzas, panes y demás platillos es realizada con harina europea y masa madre de fermentación larga. El horno de leña a altas temperaturas le da una textura única, crujiente por fuera y suave por dentro. Las salsas, el babaganoush –dip de berenjena– y los otros productos del menú también tienen ese toque único de aquella comida aliñada artesanalmente, con conciencia en la salud y el ambiente. Aquella que es buena para la salud y el paladar.