Perfil (Costa Rica)

Comer en una Habana que se transforma

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No sería raro que algún conocido que haya viajado a Cuba con anteriorid­ad le sugiriera llevar en su maleta productos de uso básico, como jabón o papel higiénico. Tampoco, que le advierta sobre la comida sencilla y poco variada que compone la dieta cubana.

No obstante, si se sabe dónde buscar, la experienci­a puede ser todo lo contrario. Más aún en los últimos meses, cuando la reapertura de relaciones diplomátic­as entre Cuba y Estados Unidos ha cambiado el panorama de esa nación caribeña. Visitarla es estar en “el lugar de los hechos” en el momento mismo en que se escribe un cambio de rumbo en la historia del país.

Uno de los beneficios de viajar a Cuba es la seguridad. Es un destino donde el turista puede caminar a cualquier hora sin temer por su seguridad. Para transporta­rse, la opción más buscada siguen siendo los carros antiguos que los cubanos mantienen en buen estado con su fascinante habilidad para hacer lo mejor que pueden con lo que tienen. Negocie los precios previament­e, ya que puede obtener viajes más baratos.

Este puede ser el mejor momento para visitar Cuba: cuando aún mantiene su peculiar encanto pero vibra con la esperanza por un futuro diferente

DE CASA A RESTAURANT­ES

Habana Vieja, Miramar y el Vedado son tres municipios que pueden visitarse a pie si se está dispuesto a caminar bastantes kilómetros. También, es posible usar un bicitaxi, un medio de transporte comandado por una especie de bicicleta, cuyos conductore­s son tan capaces de contar historias de la isla como de recorrer los más de 8 km que mide el Malecón.

En los tres lugares, abundan pequeños rincones de variada gastronomí­a: los paladares. Surgidos en los años 90, al inicio tenían una limitada oferta de productos y de espacio, debido a las

directrice­s del Gobierno cubano. No fue hasta el 2010 cuando las reformas económicas impulsadas por Raúl Castro permitiero­n que se multiplica­ran esos establecim­ientos. Pasaron de unas pocas mesas en casas de particular­es a verdaderos restaurant­es con múltiples ambientes, cafés con pastelería extranjera o platillos gourmet.

El término Paladar proviene de una ficticia cadena de restaurant­es que apareció en la telenovela brasileña Vale Todo, cuya transmisió­n ocurrió en el mismo momento en que se emitieron los primeros permisos para abrir estos locales.

En la gran mayoría de paladares se pueden encontrar los platos infaltable­s de la gastronomí­a cubana, como en Doña Eutimia, ubicado en la famosa calle Obispo. El lugar, al que resulta más fácil visitar con reservació­n previa, ofrece masas de cerdo, frijoles, camarones, ropa vieja o garbanzos. Todos platos asequibles –al menos para la billetera del turista– y con la particular sazón cubana.

A pocos metros se encuentra Esto No Es Un Café, un local entre galería de arte y restaurant­e que ofrece comida internacio­nal, como crepas, ensaladas y ratatouill­e. Tras recorrer los destinos infaltable­s de la capital cubana, como El Capitolio o El Museo de la Revolución, internarse en algunas de las callejuela­s de Habana Vieja es la mejor opción para tener contacto con esta nueva realidad del país. Hablar con los empleados de los restaurant­es es otra experienci­a: gran parte son ingenieros o médicos que buscan un ingreso mucho más jugoso que el que ofrece el salario del Estado (que ronda los $ 20 por mes). Otros son cocineros formados en el extranjero que regresan a su país con nuevas ideas y recetas.

En El Vedado y Miramar, los pequeños cafés se intercalan con bares y clubes nocturnos donde se puede bailar música actual o tener una cena romántica. El Atelier es un ejemplo de ello: en lo que antaño fuera la mansión familiar de un senador de la República, se puede degustar conejo, cordero o carpaccios en medio de una bellísima decoración ecléctica. No existen dos platos o tenedores iguales: cada elemento de la decoración es una antigüedad tan única como el menú de autor del lugar.

¿Cómo consiguen los dueños de estos establecim­ientos música lanzada al mercado la semana pasada en un país donde el acceso a Internet es casi inexistent­e? ¿De dónde obtiene un chef cubano los insumos para preparar paella? Es posible que de la fascinante habilidad de sus habitantes para hacer lo mejor que pueden con lo poco que tienen, pero, para estar seguros, siempre puede preguntars­e desde la mesa de un Paladar.

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