Gallo Rojo de espíritu callejero
Andrés Sandoval Tsao fue un estudiante como cualquier otro: mientras se preparaba para ser chef en varios países del mundo, debió estirar su limitado presupuesto y, para ello, recurrió a la comida callejera. No obstante, para él esa comida se convirtió en su motivación culinaria, la cual ahora explota en múltiples formas en el restaurante familiar, ubicado en Escazú, Gallo Rojo.
Así, le hace honor a su abuelo taiwanés que, al llegar al país, deseó abrir un restaurante. Al final el destino le deparó otro camino pero ahí quedó la “espinita” que Andrés concretó en mayo del 2016 con un local grande y de diseño bien estudiado. Gallo por el abuelo –de signo gallo en el horóscopo chino– y Rojo por ser este el color de la suerte en las culturas orientales. El lugar idóneo para una cena casual, un encuentro de amigos junto a bocas y tragos, o un almuerzo en un día de trabajo.
“El restaurante trata de crear un ambiente bonito, confortable pero al mismo tiempo informar y ahí viene la temática de la comida: elaborada y bien preparada pero sencilla, con sabores sin complicaciones. Esa es la comida callejera, rica pero directa”, explica Sandoval.
Esa filosofía se traduce en gastronomía de diversas zonas, sin llegar a comida fusión, ya que los sabores no se mezclan entre sí y se respeta la “genética” de cada platillo. En el menú destacan platos con esencia oriental, como el Bo Luc Lac (de origen vietnamita, con trozos de lomito