EL ABUSO EN LA INFANCIA
sienta bien consigo misma, con su cuerpo, con el placer y la sexualidad. Si la persona entabla una relación, se involucra a la pareja para que sepa cuál es su función y cómo puede ayudar.
Cuando se establece una nueva relación romántica, se recomienda hablar del trauma desde un principio, a los dos o tres meses, cuando ya la mujer sienta que puede abrir su corazón. “Hay que valorar si es una relación seria y que sea una persona en la que se puede confiar, que ha demostrado que tiene la capacidad para digerir la información y que va a guardar confidencialidad”, recomienda Aragón.
MADRES SOBREPROTECTORAS
Si una mujer no ha trabajado su trauma y se convierte en madre, puede llegar a sobreproteger a sus hijos. “Hay mujeres que no les permiten a sus hijos salir y cuando los dejan salir, los pasan llamando constantemente, de manera que ni los niños, ni su madre, ni la familia completa llega a tener una vida tranquila”, dice Aragón.
Al vivir en encierros, los niños se van desconectando con la sociedad y se producen una serie de trastornos adicionales en la salud mental de todos los miembros de la familia.
Cuando esos niños se hacen adultos y se tienen que enfrentar a la vida, el mundo se los come porque no han generado mecanismos de defensa y no saben cómo lidiar con los peligros. Eso puede generar inseguridad y baja autoestima.
Por eso es fundamental, que las mujeres que fueron víctimas de abuso trabajen de la mano de un experto en su sanación para evitar que se reproduzcan los temores generación tras generación.