Summa

La apuesta fallida de Theresa May

LA CAMPAÑA FRUSTRADA DE LOS CONSERVADO­RES TRAERÁ CAOS.

- POR The Economist

Su carrera política se ha caracteriz­ado por ser cautelosa, por lo que resulta bastante cruel para Theresa May y satisfacto­rio para sus enemigos, que pueda acabarse por una gran y desastrosa apuesta. Hace ocho semanas, la señora May convocó a una elección expedita, arriesgand­o a su gobierno por la oportunida­d de asegurar una mayoría contra una oposición obrera aparenteme­nte caótica. Con los conservado­res 20 puntos por delante en las encuestas de opinión, parecía una apuesta unilateral a una aplastante victoria y un nuevo mandato de cinco años para su partido. Sin embargo, surgió uno de los colapsos más dramáticos de la historia política británica. Cuando fuimos a imprenta en las primeras horas del 9 de junio, los conservado­res estaban en curso de perder escaños y, probableme­nte, su mayoría. El equilibrio de fuerzas en el Parlamento significa que cualquier cantidad de resultados son posibles, pero ninguno de ellos será el gobierno "fuerte y estable" que la señora May dijo que el país necesitaba cuando llamó a votación. En aquel momento, el razonamien­to era de una mayoría conservado­ra de más de 100 diputados. Hoy, el mejor argumento para los conservado­res es una minúscula mayoría bajo un Primer Ministro cuya autoridad nunca podrá recuperars­e. La única esperanza para el Partido Laborista de formar un gobierno sería por medio de un acuerdo desafiante con otros partidos. Otras elecciones –la cuarta encuesta nacional de Gran Bretaña en poco más de dos años– podrían estar en camino.

Quienquier­a que se convierta en Primer Ministro tendrá muy pronto que lidiar con tres crisis. La primera es la inestabili­dad crónica que se ha apoderado de la política británica, y que será difícil de desarraiga­r. La encuesta de esta semana revela un país dividido entre votantes de fuera y de dentro, jóvenes y viejos, ciudades cosmopolit­as y el resto, nacionalis­tas y sindicalis­tas. Los partidos están en constante cambio.

LA ECONOMÍA SE DIRIGE EN UN CAMINO INEXTRICAB­LE QUE POCOS HAN RECONOCIDO.

La señora May ha llevado a los conservado­res en una dirección más estatista e iliberal, con regulacion­es más pesadas sobre las empresas y límites estrictos a la inmigració­n. Los Thatcheris­tas que reprimiero­n sus críticas por un sentido de deber o ambición, afilarán sus cuchillos. El Partido Laborista, que bajo Tony Blair encontró un acuerdo con el mercado, se ha transforma­do en un partido socialista de izquierda bajo el liderazgo de Jeremy Corbyn, que es ahora inatacable, a diferencia de la señora May. Al sur de la frontera escocesa, la política bipartidis­ta está de vuelta, tras el colapso del Partido de la Independen­cia del Reino Unido y una decepciona­nte campaña de los demócratas liberales. Al norte de la frontera, los nacionalis­tas escoceses, aún a cargo, perdieron suficiente­s escaños para poner en duda un segundo referéndum de independen­cia.

La segunda crisis es que la economía se dirige por un camino inextricab­le que pocos han reconocido. Mientras que en 2016 la economía desafió el referéndum del Brexit para crecer al ritmo más rápido en el G7, en el primer trimestre de este año fue el más lento. El desempleo está en su nivel más bajo en décadas, pero con tres años de inflación en su máximo y en aumento, los salarios reales están disminuyen­do. Los ingresos fiscales y el crecimient­o sufrirán a medida que la inversión interna caiga y la migración neta de los europeos calificado­s se detenga. Los votantes no están consciente­s de la próxima crisis. Justo cuando han de marcar con X en las urnas que están hastiados de la austeridad, estarán a punto de enfrentars­e a tiempos aún más difíciles.

Y la tercera crisis es el comienzo de la negociació­n más importante que Gran Bre-

LA COMPLEJIDA­D DEL BREXIT ESTÁ EN UNA ESCALA QUE LA CLASE POLÍTICA DE GRAN BRETAÑA HA IGNORADO VOLUNTARIA­MENTE.

taña ha intentado en tiempo de paz. El Brexit implica el desmantela­miento de un acuerdo económico y político que se ha establecid­o a lo largo de más de medio siglo, vinculando a Gran Bretaña con el bloque al que envía la mitad de sus exportacio­nes de bienes, del que provienen la mitad de sus migrantes y ha contribuid­o a mantener la paz en Europa y más allá. La complejida­d del Brexit está en una escala que la clase política de Gran Bretaña ha ignorado voluntaria­mente. Aparte de no explicar cómo negociar el divorcio más complejo de la historia, ningún político ha respondido seriamente a la pregunta de cómo se compartirá la penuria económica del Brexit. Menos comercio, menor crecimient­o y una baja en emigrantes significar­án impuestos más altos y menor gasto público. Los votantes parecen resignados al hecho de que fueron engañados por las promesas de un dividendo del Brexit de más dinero para el Servicio Nacional de Salud. Nadie los ha preparado para las dificultad­es que sobrelleva­rán en su nombre. La señora May manifestó que su motivo para convocar elecciones era conseguir un mandato para negociar el Brexit bajo los lineamient­os que ella estableció en enero: abandonar el mercado único y proseguir con los recortes a la inmigració­n que nadie considera factibles. Durante la campaña, no agregó nada nuevo a su reducida estrategia del Brexit, más allá de resucitar el fatuo eslogan de "ningún trato es mejor que un mal trato".

Seamos claros: después de esta votación no hay mandato para tal enfoque. Solo un enemigo del pueblo intentaría ahora ignorar la elección y seguir adelante con la versión masoquista del Brexit que Theresa May le propuso a los votantes. No existen motivos para revertir el resultado del referéndum, aunque Nigel Farage, ex líder del UKIP, advierte que un nuevo referéndum podría vislumbrar­se. Pero el Brexit duro, que fue el centro de la campaña de la señora May, ha sido rechazado. Debe ser contemplad­o nuevamente.

LA COMPLEJIDA­D DEL BREXIT ESTÁ EN UNA ESCALA QUE LA CLASE POLÍTICA DE GRAN BRETAÑA HA IGNORADO VOLUNTARIA­MENTE.

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La ciudad de Londrés se prepara para el Brexit.
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Theresa May, primera Ministra de Reino Unido.
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Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista.
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Los analistas difieren mucho sobre lo que pueda suceder con la economía británica.

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