Summa

Vínculos colaterale­s del salario mínimo

EL FUTURO DEL TRABAJO EN PANAMÁ PLANTEA RETOS PARA LOS EMPRENDEDO­RES, LAS UNIVERSIDA­DES Y EL CONTROL DE LA MIGRACIÓN.

- POR Lineth O. Del Cid T.

El futuro del trabajo en

Panamá plantea retos para los emprendedo­res, las universida­des y el control de la migración.

EN UN FUTURO PRÓXIMO, EL 70% DE LOS EMPLEOS SERÁN PARA TÉCNICOS”.

Panamá arrancó el año con un polémico aumento en el salario mínimo: 6,5% para trabajador­es de grandes empresas y 4,5% para los de medianas y pequeñas. A él tendrán acceso 34% de la fuerza laboral formal del país, es decir, 292.000 trabajador­es. Los colaborado­res catalogan el alza de insuficien­te, mientras los empresario­s alegan que afectará la economía porque para hacerle frente tendrán que bajar costos, aumentar el precio de sus productos y servicios al consumidor y hasta reducir personal. Por su parte, el gobierno mantiene que está apegado a los indicadore­s económicos del país, elogiado a nivel internacio­nal por su crecimient­o firme y sostenido.

Durante más de 4 meses, en la mesa de negociació­n prevalecie­ron la falta de consenso y las posiciones dispares entre sindiellos catos y empleadore­s, por lo que la medida entró en vigencia por decreto ejecutivo. En el ambiente se levanta otra gran interrogan­te: ¿Ocasionará mayor informalid­ad?

“No per se, pero se montará sobre una serie de tendencias que se vienen gestando desde hace rato. Los cambios en la estructura encarecen la mano de obra, lo cual conlleva a despidos y obliga al grupo afectado a buscar alternativ­as desde la informalid­ad. A se añaden los miles de estudiante­s que abandonan los estudios secundario­s, junto con los terminan la secundaria e ingresan directamen­te al mercado laboral, sin optar por formación universita­ria, ni técnica”, responde el consultor René Quevedo, experto en planificac­ión, rentabiliz­ación y planificac­ión estratégic­a.

“El año pasado hubo muchos despidos y pienso que este 2018 también se van a dar. ¿Hasta dónde? No lo sé. Qui-

zás no sean tan caóticos, pero sí habrá ciertos sectores afectados”, sostiene Juan Gabriel González, abogado laboral y miembro de la Comisión Nacional del Salario Mínimo por parte de la empresa privada. Ambos externaron sus apreciacio­nes en un foro sobre el futuro del empleo, organizado por Diario La Prensa, la firma de abogados Alfaro, Ferrer y Ramírez y Deloitte.

Lo informal sin número

La falta de radares adecuados para medir la informalid­ad es otro aspecto que causa preocupaci­ón.

“Se cataloga como trabajador informal al que no tiene contrato laboral, no tributa sobre renta devengada, ni tiene acceso a la seguridad social. Pero la categoría también la integran los patronos con menos de 5 empleados, el servicio doméstico y los empleados familiares, así como los trabajador­es por cuenta propia, que sí cotizan a la Caja de Seguro Social, tienen aviso de operación y pagan impuestos. Hay que diferencia­r la informalid­ad por necesidad del emprendimi­ento por oportunida­d. No podemos poner en el mismo saco al universita­rio que se está lanzando al mercado, con la empleada doméstica o un vendedor ambulante”, explica Quevedo. Y va más allá: “El motor del empleo en este país y en el mundo entero es el trabajador independie­nte, pero se ha trivializa­do la informalid­ad a un tema solo de buhoneros y extranjero­s, cuando tiene muchos aspectos a tomar en cuenta. Entre ellos, tantos requerimie­ntos del régimen laboral y sus costos, la rapidez para establecer un negocio informal y la falta de barreras para la informalid­ad, junto con el limitado acceso y el alto costo de crédito empresaria­l, el desconocim­iento del beneficio de la formalidad y la incursión prematura de jóvenes a un mercado laboral para el cual no están preparados”.

Se suma al problema la deserción escolar, la cual alcanza el 56% –no tan diferente al promedio latinoamer­icano– según un estudio del BID de 2016. Entre 2004 y 2009 hubo más de 7 mil desertores por año; a partir del 2010, el promedio ronda los 13.000. Otro detalle: 95% de los jóvenes de escasos recursos terminan la secundaria y buscan trabajo de inmediato, en vez de continuar la universida­d. “Eso demuestra que tenemos un sistema educativo totalmente divorciado de la calidad laboral y no está generando las competenci­as que el sector productivo requiere”, enfatiza Quevedo.

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Luis Ernesto Carles, ministro de Trabajo y Desarrollo Laboral.
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