El revoltoso de Tabasco
Que tipo de cambio queda por verse. La biografía que engaña a sus seguidores está plagada de señales de peligro. Una y otra vez ha mostrado desprecio por la ley. López Obrador ha instado a que la gente no pague sus cuentas de electricidad. Después de perder en 2006, sus partidarios lo proclamaron como el "presidente legítimo" y bloquearon la calle principal de la Ciudad de México durante semanas. Además, ha manifestado que los tribunales deberían ser un instrumento de "sentir popular".
Sus seguidores dicen que ha madurado y que su historial como alcalde de la Ciudad de México desde 2000 hasta 2005 demuestra que siempre fue pragmático. Ha hecho las paces con NAFTA y ya no habla de revertir la reforma energética. Promete llevar a cabo un presupuesto disciplinado, respetar la independencia del banco central y no aumentar los impuestos. Algunas de sus ideas, como un programa de aprendizaje a nivel nacional, tienen sentido.
Sin embargo, López Obrador parece carecer de conocimientos sobre cómo funciona una economía o una democracia moderna. Menosprecia a las instituciones independientes, como la corte suprema. Habla de hacer que México sea autosuficiente en alimentos y en la construcción de refinerías de petróleo, lo que es poco probable que tenga sentido comercial. Sus ideas son simplistas. Quiere reducir a la mitad los salarios de los altos funcionarios, incluyendo el del presidente, y someterse a un referéndum revocatorio cada dos años. Aunque personalmente honesto, ha formado alianzas con políticos que son todo lo contrario. Denuncia la reforma educativa de Peña Nieto, que ofrece a los niños pobres la oportunidad de un futuro mejor. Sí, López Obrador se ha reinventado, pero como un conjunto de contradicciones. Eso hace que su presidencia resulte un experimento riesgoso. Los mercados financieros podrían domar a un gobierno de López Obrador. Pero una mayoría en el Congreso para su partido también podría alentar el radicalismo. Podría funcionar bien si, por ejemplo, frena la corrupción o enfrenta a Estados Unido por el comercio. Lo más probable es que el progreso siga siendo difícil de alcanzar. México no puede detener la corrupción sin las instituciones que tanto desprecia López Obrador. Y con los proteccionistas a la cabeza en sus dos estados miembros más grandes, el TLCAN podría colapsar. Eso dañaría aún más las relaciones con Estados Unido, lo que posiblemente pondría en peligro la cooperación sobre las drogas y la inmigración. Nos preocupa una presidencia de López Obrador, pero le deseamos suerte. Si él fracasa, peores podrían seguir.