Merkel vs Trump: ¿Quién manda aquí?
Una imagen dice más que mil palabras, reza el dicho popular, y lo confirma una serie de fotografías sobre las recientes negociaciones de la Cumbre G7.
Una imagen dice más que mil palabras, reza el dicho popular, y lo confirma la serie de fotografías de la que les voy a hablar, sobre las recientes negociaciones de la Cumbre G7, celebrada del 7 al 8 de junio, en Canadá. Captan un momento inusual entre la canciller alemana Angela Merkel y Donald Trump, presidente de Estados Unidos, otros líderes y sus equipos negociadores. Al principio pensé que no eran reales. Trump se veía fuera de lugar. Literalmente, me provocó risa, pero confirmé que no se trataba de un montaje.
Me puse a leer varios resúmenes sobre lo qué había pasado en la cita, que abordó temas como el proteccionismo comercial, la reforma a la Organización Internacional de Comercio y el rol de Rusia en diversos países y su apoyo al régimen de Siria. No pude evitar relacionarlo con la imagen. ¿Será que puede sintetizar lo que fue la G7? Para mí, había algo en la canciller Merkel que no lograba el objetivo de presentarse ante Trump como una líder fuerte, capaz de presionar y buscar una línea en común. Por otro lado, aunque él no calzaba, parecía robar la atención.
Me permito compartir las siguientes apreciaciones:
Jugando escuelita
Merkel parece la directora de alguna escuela de primaria internacional. El pequeño Donald está sentado y se resiste a cooperar. Su comportamiento desafiante no es novedad. Esta vez, intenta presionarlo. Quiere conocer detalles de qué fue lo que hizo, por qué y qué planea. En sus adentros, desearía expulsarlo. Él lo intuye y disfruta, incluso, quiere reírse. Sabe que nada, ni nadie, lo hará hablar. Su espíritu no es colaborador. ¡Poco o nada lo intimidará! En el centro se coloca el maestro Mr. Shinzo Abe (primer ministro de Japón) que de sus brazos cruzados aparenta resignación. Es un hombre acostumbrado a amoldarse a la situación y evitará involucrarse en un posible conflicto; su rol es más que todo de testigo. El primer ministro japonés Shinzo Abe 4 tiene una postura de brazos ligeramente similar a
Trump, pero hay algo que lo diferencia por completo. Contrario a Trump, sus manos no están ocultas, lo cual permite que se le pueda percibir con un tono tenuemente más casual. La leve inclinación de su cabeza hacia el lado derecho sugiere estar atento a lo que se dice. Emmanuel Macron 7 no solo está a la par de la canciller Merkel, sino que coloca su mano derecha sobre la mesa. Esto permite que se le perciba como su aliado. Merkel, de párpados ligeramente caídos, enfoca su mirada en Trump. El presidente estadounidense la esquiva, con una mirada que se percibe endurecida y el mentón ligeramente elevado, como diciendo: “Venga, la reto y verá lo que sucede.”
De corbata roja está John Bolton, consejero de seguridad nacional de Estados Unidos, como el padre que acepta los caprichos que el niño demanda. Su filosofía es que las reglas están hechas para la gente promedio y sabe el hijo que tiene, aunque para no enlodar a su chiquito y verse como ‘buen padre’, se hará el sorprendido.
Los que no se “mueven”
Vestida de blanco hueso, la mesa es un personaje en la escena. La pobre quedó atrapada en medio de dos bandos opuestos, ayudando inevitablemente a crear una frontera entre intereses desiguales. Por su longitud, la negociación no es la especialidad de este tipo de mesas. Por un lado distancia a la tribu que exige una respuesta y, por otro, contribuye a que Donald Trump sea el lone wolf (lobo solitario). Queriendo pasar por desapercibido, hay un vaso con agua. Tal vez es el único elemento en calma. ¿Quién ocupará de ese líquido?
Echémonos un pulso
Normalmente, se cree que quien abarca mayor espacio tiene poder. A veces sí, a veces no. Por el ángulo en la que fue tomada la imagen, Merkel parece tener espacio libre tanto del lado derecho como del izquierdo –un tanto más del izquierdo–. Eso ayuda a que gran parte de la atención caiga sobre ella, otorgándole uno de los roles protagónicos. Sus manos se imponen sobre la mesa: la izquierda apunta hacia Trump y la derecha se queda en “modo de espera”, en reserva. Ese tipo de postura, normalmente, se asocia con “estar al mando” (being in charge) y ha sido utilizada, con efectividad, por líderes como Barack Obama. La actitud refleja el reptil interno que llevamos, ese impulso agresivo de nuestro origen animal. El zoólogo y etólogo británico Desmond Morris diría que en esa postura se puede ver el “simio al ataque” o “el mono desnudo”. En contextos de guerra entre naciones, diversos líderes la han utilizado para transmitir una sensación de control, insinuando que se debe ir adelante, que no hay nada que temer. Merkel parece ser la que proyecta fuerza y seguridad, la que está dispuesta a entrar en acción, pero hay algo que no le ayuda del todo. La clave está en sus hombros y en su mirada. En su caso, están algo encogidos, haciendo que el plexo solar se hunda, y su mirada refleja cansancio. Para restarle fuerza, Donald parece mirarla, pero no es a ella a quien dirige sus ojos. Si de mortificar se trata, acá Trump sumaría un punto.
Cuando escandalizar es una pasión
Trump no tiene el cuerpo angulado hacia Merkel y abre sus piernas de forma amplia para mostrar que es el macho alfa, quien manda en la manada y espera ser obedecido y respetado por el resto del grupo.
Por el contexto, sus brazos cruzados no son un signo de rehusarse. En él hay contención y al no vérsele las manos, tenemos una pista de que no hay interés de conectarse con la manada. El ángulo de su mentón, ligeramente elevado, se asocia con arrogancia. En sus labios se observa una ligera expresión de diversión al empujar sutilmente las comisuras hacia cada lado. De esta manera, da la impresión de retener sus pensamientos, lo cual genera aún más curiosidad por saber qué piensa realmente. Hay rostros a su alrededor que están tensos, vigilantes y algo cansados, al igual que Merkel, mientras que él juega a no mostrarse afectado. Trump puede dejar la duda de si aplica o no aquella frase de Maquiavelo: “Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.”
¿Y el supuesto “ganador” es…?
Si hacemos una línea hacia quién apuntan las miradas de los líderes que aparecen en la imagen, tanto Merkel como Macron (colocado a su derecha) observan a Trump. A Theresa May solo le vemos parte de su cabellera gris, pero por el ángulo que el que está colocada su cabeza, puede que también lo esté mirando. La atención, por tanto, recae sobre él. ¡Es un experto en buscar cómo ser el centro del huracán! Sabe bien que por la forma que colocar su cuerpo puede afectar cómo lo perciban los demás . Irónicamente, el que está sentado y aparentemente disfrutando, es el que parece tener la bola en sus manos. ¡Este hombre se deleita en mostrarse impredecible! Sobre lo que estén hablando estos líderes pasa a un segundo plano, pues el cuerpo de Trump tiene el peso del mensaje. Merkel no lo hace mal, pero no logra cumplir del todo su objetivo, porque Trump parece representarle un dolor de cabeza. En la escena, casi todos los presentes se miran como políticos tradicionales; Trump, por el contrario, ganó la elección vendiéndose como el anti-establishment, no siendo no ser un político de carrera y sus posturas reflejan el motor que lo impulsa: ¡Hago lo que quiera y me comporto como yo quiera! *El autor es director escénico, analista y coach no verbal, egresado de Teatro y Cine con énfasis en Ciencias Políticas por la Universidad de Costa Rica-Kansas. Máster en Educación Internacional, Universidad de Massachusetts. Estudios de análisis de movimiento, Ecole Jacques Lecoq, París.