Límites máximos de gasto
La política es un mayor obstáculo para la acción internacional. Una cooperación transfronteriza sin precedentes fue necesaria para evitar la crisis en el 2008. Sin embargo, el surgimiento de los populistas complicará el trabajo en común. Las líneas de canje federal con otros bancos centrales, que les permite pedir dólares de Estados Unidos, podría ser un punto álgido. Además, la devaluación de las monedas puede alimentar tensiones comerciales. Steve Mnuchin, secretario de Tesoro, advirtió a China en contra de las “devaluaciones competitivas”. La creencia de Trump sobre el daño causado por el déficit comercial está errada cuando hay un crecimiento fuerte, pero cuando la demanda es corta, el proteccionismo es una forma más tentadora de estimular la economía.
La acción oportuna podría evitar algunos de estos peligros. Los bancos centrales podrían tener nuevos objetivos que hagan más difícil oponerse a la acción, durante y después de una crisis. Si establecen de antemano un compromiso para recuperar el terreno perdido cuando la inflación no alcance o el crecimiento decepcione, las expectativas de lograr un auge podrían proporcionar un estímulo automático en cualquier recesión. De manera alternativa, elevar el objetivo de inflación ahora podría, con el tiempo, subir las tasas de interés, dando más espacio a recortes de tasa. Los futuros estímulos financieros podrían incorporarse desde ahora, aumentando la potencia de los “estabilizadores automáticos”, gastando en seguro de desempleo, por decir algo, que subiría en la medida que la economía caiga. La zona euro podría flexibilizar las normas fiscales para permitir más estímulos. Las medidas preventivas exigen iniciativas por parte de los políticos, las cuales brillan por su ausencia. La volatilidad del mercado esta semana sugiere que el tiempo puede ser más corto. El mundo debería comenzar a prepararse desde ahora para la próxima recesión, mientras pueda.