La próxima recesión
LAS POLÍTICAS TÓXICAS Y BANCOS CENTRALES LIMITADOS PODRÍA HACER DIFÍCIL EL EVITAR UNA PRÓXIMA RECESIÓN.
Las políticas tóxicas y bancos centrales limitados podrían hacer difícil el evitar una próxima recesión.
Hace tan solo un año, el mundo estaba disfrutando de una aceleración económica sincronizada. En 2017, el crecimiento se aceleró en cada gran economía avanzada, excepto Gran Bretaña, así como en la mayoría de las emergentes. El comercio mundial estaba en alza y Estados Unidos en auge. La caída de China hacia una deflación había sido reprimida e incluso la zona del euro estaba prosperando. En el 2018 la historia es muy diferente. Los mercados de valores se desplomaron alrededor del mundo, por segunda vez este año, ante la preocupación de los inversionistas por el lento crecimiento y los efectos de una política monetaria estadounidense más estricta. Esos temores tienen fundamento. El problema de la economía mundial en el 2018 ha sido momentum desigual. En Estados Unidos el recorte de impuestos de Donald Trump ha ayudado a levantar el crecimiento trimestral interanual por encima del 4%. El desempleo está en su nivel más bajo desde 1969. Aun así, el FMI piensa que el crecimiento se reducirá este año en todas las grandes economías de avanzada. Además los mercados emergentes están en problemas.
Esta divergencia entre Estados Unidos y los demás países significa también políticas monetarias divergentes. La Reserva Federal ha aumentado las tasas de interés ocho veces desde diciembre del 2015. El Banco Central Europeo (BCE) está todavía muy lejos de su primer aumento. En Japón, las tasas son negativas. China, el principal objetivo de Trump en la guerra comercial, tiene una política monetaria flexible, en respuesta a un debilitamiento de la economía. Cuando las tasas de interés suben en Estados Unidos y en ningún otro lado, el dólar se fortalece. Eso hace que sea más difícil para los mercados emergentes pagar sus deudas en dólares. El alza en el dólar estadounidense ha contribuido a empujar a Argentina y Turquía a problemas; esta semana Pakistán le solicitó al FMI medidas de rescate.
Los mercados emergentes representan el 59% de la producción mundial (medido por el poder adquisitivo), subiendo del 43% hace solo dos décadas, cuando se dio la crisis financiera asiática. Sus problemas podrían salpicar pronto en las costas de Estados Unidos, justo cuando el crecimiento interno del Tío Sam comience a agotarse. Para entonces, el resto del mundo podría estar en peor estado, también si las dificultades presupuestarias de Italia no se reducen o China sufre una marcada desaceleración.
EL MUNDO DEBERÍA COMENZAR A PREPARARSE DESDE AHORA PARA LA PRÓXIMA RECESIÓN, MIENTRAS
PUEDA.
Medidas descartadas
Las buenas noticias son que los sistemas bancarios están más resistentes que hace una década, cuando la crisis estalló. La posibilidad de una recesión tan severa como la que se dio en ese momento es muy baja.
Los mercados emergentes están causando pérdidas a los inversionistas, pero, en conjunto, sus economías reales parecen estarse sosteniendo. La guerra comercial no ha causado todavía un daño serio, ni siquiera en China. Y si el auge de Estados Unidos da pie a una recesión superficial, conforme disminuye el estímulo fiscal y aumentan las tasas, no sería algo inusual, después de una década de crecimiento. Aquí es donde vienen las malas noticias. Tal y como nuestro reporte consigna, particularmente el mundo rico está muy mal preparado para lidiar con una recesión, por mínima que fuera. Esto se debe en parte a que el arsenal de políticas sigue agotado tras la lucha por la última recesión. En el último medio siglo, la Reserva Federal típicamente recortaba las tasas de interés en un porcentaje aproximado de cinco puntos en una recesión. Hoy, tiene menos de ese
espacio para llegar a cero; la zona euro y Japón carecen completamente de espacio. Los responsables de las políticas tienen, por supuesto, otras opciones. Los bancos centrales podrían utilizar la ya conocida política de expansión cuantitativa (EC): la adquisición de valores con las reservas, recientemente creadas, del banco central. La eficacia de la EC es debatible, pero si no funciona, podrían intentar algo más radical, planteamientos no comprobados, tal como dar dinero directamente a individuos. Los gobiernos también pueden aumentar el gasto. Incluso los países con grandes cargas de deuda pueden beneficiarse de los estímulos fiscales durante las recesiones.
La pregunta es si usar estas armas es políticamente aceptable. Los bancos centrales entrarán a la próxima recesión con balances contables que ya han sido inflados por pautas históricas –la Reserva Federal tiene una valor del 20% del PIB–. Los opositores de la EC dicen que distorsiona los mercados e infla burbujas de activos, entre otras cosas. A pesar de que esas opiniones están en gran medida equivocadas, las nuevas fases de la EC podrían atraer un análisis más minucioso que el de la vez anterior. Las limitaciones son particularmente precarias en la zona euro, donde el BCE está limitado a la compra del 33% de la deuda pública de cualquier país.
Los estímulos fiscales también atraerían oposición política, independientemente de los argumentos económicos. La zona euro es de nuevo el caso más preocupante, tan solo porque los alemanes y otros europeos del norte temen terminar con deudas pendientes, si un país incumple. Sus restricciones de préstamos están diseñadas para frenar cualquier derroche, pero pueden también frenar el potencial de estímulos. Estados Unidos está más dispuesto a gastar, pero recientemente ha aumentado su déficit por encima del 4% del PIB, con una economía que ya está caliente. Si necesita ampliar más el déficit para contrarrestar una recesión, es de esperar una lucha política.