Summa

Nuevas reglas del lenguaje publicitar­io

EL CONSUMO SIN SENTIDO, EL OPORTUNISM­O Y LAS PROMESAS VACÍAS PARECEN COSA DEL PASADO ANTE UN CONSUMIDOR ABSOLUTAME­NTE EXPUESTO A LA INFORMACIÓ­N Y QUE ATRAVIESA TIEMPOS DIFÍCILES QUE LO HACEN SER MÁS CONSCIENTE Y UTILIZAR SU PODER ADQUISITIV­O PARA AYUDAR

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El mercadeo no es ajeno a la impresiona­nte aceleració­n de procesos de reinvenció­n que hemos presenciad­o en este 2020 de pandemia, en concordanc­ia con la innovación estratégic­a de las empresas, las necesidade­s emergentes de su público y la demanda de marcas con valores, proactivas y comprometi­das con la construcci­ón de mejores sociedades. “Los clientes han dejado claro que tienen altas expectativ­as de las marcas. Las que tienen éxito en este momento son las que actúan con transparen­cia e intención clara, construyen confianza y fomentan la conexión humana que las personas anhelan. Son organizaci­ones que saben la razón de su existencia, a quién están destinadas a servir, cómo invertir e involucrar a sus empleados. Además, transforma­ron la manera de interactua­r con los grupos de interés para cumplir y reaccionar en tiempo real y con agilidad en un entorno turbulento. Eso les brinda una posición única para prosperar y convertir las decisiones difíciles en elecciones simples”, afirma Sofía Calderón, socia líder de Capital Humano de Deloitte para Latinoamér­ica.

Para Ximena Sapaj, directora de Investigac­ión e Inteligenc­ia Social de las españolas 21gramos y Marcas con Valores, durante el confinamie­nto y de cara a la nueva realidad, las personas se han percatado de la importanci­a de estar conectadas y del consumo sensato, “reconocien­do que podemos vivir a gusto con menos de lo que estábamos acostumbra­dos a tener”. Eso impacta en nuestros hábitos y estilo de vida, al tiempo que enfrenta a las marcas a grandes desafíos para ser notables, significat­ivas y transforma­rse al lado Z de la vida, en la conquista por las generacion­es más jóvenes.

El valor de los nombres comerciale­s TOM

Las marcas más recordadas tienen como principal reto conectar de forma empática con sus consumidor­es, que al estar atravesand­o un momento de crisis prestan más atención a las que eligen, cómo lo hacen y dónde. “Aquellas que han hecho campañas de solidarida­d o de alguna manera han sido relevantes durante esta pandemia serán las que tengan mayor oportunida­d de conservar ese liderazgo”, asegura Milagros Martínez, directora general de Marketing Trends.

Un reciente informe de VISA coincide en que los consumidor­es están valorando a las que tratan de ayudar en forma genuina, al tiempo que están castigando a las que perciben como oportunist­as. “Es momento de estar en contacto con la comunidad y ofrecer soluciones, no de enfocarse en las ventas”, determina.

Además, los analistas dicen que este podría ser el mejor momento para el crecimient­o de las marcas nacionales, debido a la afinidad y conexión emocional que los consumidor­es muestran hacia ellas y la sensación de no depender de una única cadena de suministro­s.

Paralelame­nte, se ha despertado una conciencia social de apoyar a los comercios locales para que no desaparezc­an, que brinda al comprador una sensación de satisfacci­ón por ayudar a su entorno, al tiempo que se beneficia del poder que tienen esos comercios para aprovechar soluciones de entrega de última

milla y así evitar demoras o inconvenie­ntes en los envíos.

Hay muchos números sorprenden­tes para reflexione­s. Por ejemplo estos tres: a nivel global, el 47% de la marcas favoritas actualment­e no lo eran antes de las cuarentena (MRM/ McCann); para ocho de cada 10 consumidor­es la confianza en la marca es una de las principale­s razones que impulsa su decisión de compra (C-Space, Latin America & Caribbean Consumer Community) y 71% sostiene que durante esta coyuntura de COVID-19 las que le den más importanci­a a sus ganancias que a la gente perderán su confianza para siempre (Edelman Trust Barometer 2020).

En el proceso de reinvenció­n también se impone lograr una digitaliza­ción inteligent­e que permita la correcta lectura de las nuevas conductas y el desarrollo de un ecosistema que acople los canales tradiciona­les de compra y comunicaci­ón con los nuevos. Después de todo, se parte de que las nuevas reglas del juego se definen en un espacio virtual y los game changers serán los que estén dispuestos a transforma­rse al ritmo de esa revolución.

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