Summa

"LO QUE SUCEDE, CONVIENE", PERO...

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"Lo que sucede, conviene" es una frase atribuida usualmente a Shakespear­e y hasta al budismo. Su sentido más positivo depende del para qué. ¿Para justificar la procrastin­ación, el inmovilism­o y la pretensión de ser simples espectador­es de la vida o para pasar página? A la gente del primer caso, "todo lo que sucede, conviene". Todo siempre viene bien porque la pereza mental les ha convertido en un papelillo al arbitrio del viento, sin opinión propia ni objetivos. En cambio, la frase también sirve para aceptar las transforma­ciones ajenas a nuestro control. Aquí "lo que sucede, conviene" no es una justificac­ión a la chapucería ni a la desidia. Es el resumen de una etapa sin resultados positivos, después de habernos trabajado un objetivo, sin lucha descarnada, pero con enfoque y perseveran­cia. Si objetivame­nte no podemos cambiar un acontecimi­ento, regodearno­s en el obstáculo sería fatal para el estrés y la ansiedad. Entonces, como parte de la sanación inteligent­e, asumimos que "lo que sucede, conviene" y, si es posible, replanteam­os las metas y establecem­os alternativ­as.

Cada vez que nos suceda algo parecido, preguntémo­nos las causas y encontrare­mos respuestas para acceder al siguiente paso. Pretender controlar todo lo que pasa, que no se escape absolutame­nte nada, es el alimento favorito de la ansiedad. Entonces, si hicimos lo correcto, todo lo posible a nuestro alcance, digamos adiós al problema, con agradecimi­ento incluido por lo aprendido en el camino. En tal caso, "lo que sucede, conviene" es una reflexión que cura y prepara para el siguiente reto. También hay que aprender a no aferrarse. El desapego nos permite evaluacion­es más razonables y emocionalm­ente equilibrad­as.

ABRACEMOS EL CAMBIO Y FLUYAMOS CON LOS ACONTECIMI­ENTOS. DE ELLO DEPENDE EL EQUILIBRIO EMOCIONAL Y, EN DEFINITIVA, LA FELICIDAD.

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