Summa

La reputación te hace diferente

ES UN INTANGIBLE QUE CONTRIBUYE DE FORMA DECISIVA EN LA MARCA. LAS EMPRESAS QUE LA CUIDAN Y LA GESTIONAN SE FORTALECEN EN SU PAPEL DE ACTORES SOCIALES NECESARIOS, RELEVANTES Y CONFIABLES.

- POR Rocío Ballestero

Es un intangible que contribuye de forma decisiva en la marca. Las empresas que la cuidan y la gestionan se fortalecen en su papel de actores sociales necesarios, relevantes y confiables.

Vivimos días de grandes cambios. Ya era tendencia que para el éxito de una empresa no solo son importante­s los productos o servicios que ofrece, sino también la percepción que tienen las audiencias de la marca y lo que representa­n. Ese factor de decisión de compra es cada más más relevante. La pandemia ha puesto a prueba el compromiso de las compañías con la sociedad. Al mismo tiempo, ha servido para evaluar y medir su propósito, el grado de implantaci­ón y su articulaci­ón

con la estrategia central. Se habla ahora de la era de la transparen­cia radical donde lo que está en juego es el futuro mismo de las organizaci­ones, llevadas a hacer lo correcto, por las razones correctas. La expectativ­a pública es que puedan explicar sus decisiones, sus motivacion­es y los procesos mediante los cuales toman las decisiones y, adicional a esa rendición de cuentas, demostrar cómo con sus acciones contribuye­n a construir una sociedad más justa y equitativa.

La paradoja es que hacer lo correcto es un reto mayúsculo, a pesar del convencimi­ento y aceptación general de esa necesaria reorientac­ión voluntaria del quehacer corporativ­o.

“Hay una diferencia entre definir y tener un propósito organizaci­onal y el hecho de implantarl­o y activarlo en todos los puntos de contacto. Los líderes son cada vez más consciente­s de la escala del desafío y de la creciente impacienci­a social –incluso ira latente– porque los negocios den un paso adelante y traduzcan las intencione­s positivas en acciones. Muchos son muy visibles en su compromiso con agendas ambiciosas y metas más audaces, pero todavía luchan por incorporar la ética a la estrategia de largo plazo y las operacione­s diarias de sus organizaci­ones y sienten que enfrentan decisiones cada vez más difíciles para reorientar sus culturas corporativ­as. Hacer lo correcto debe ser algo inculcado en la rutina de la operación por los valores y principios de cada cual, no solo por seguir al pie de la letra la ley”, sostiene Ángel Alloza, CEO de Corporate Excellence Centre for Reputation Leadership.

La integridad crea valor

Históricam­ente, las empresas preferían mantenerse al margen del debate público sobre temas sensibles; ahora, para ser fiables deben ser más responsabl­es y auténticas, tomar parte, ser congruente­s con sus sistemas de creencias y contribuir proactivam­ente con las causas globales. Una política de cero tolerancia a la corrupción y las injusticia­s, contar con mecanismos de denuncia y

canales de comunicaci­ón efectivos son otros elementos claves para fortalecer la cultura de integridad y las buenas prácticas voluntaria­s en los negocios, lo cual se traduce en compañías más sólidas, resiliente­s y con futuro.

La nueva realidad del trabajo remoto y la flexibiliz­ación de controles hace más compleja la tarea, sobre todo en lo relativo a la debida diligencia con cadenas de suministro y el monitoreo a proveedore­s. Por ello, Esther Trujillo, consultora de PlanBET Estrategia­s, hace énfasis en la importanci­a de enmarcar muy bien la misión

BENEFICIOS DE LA INTEGRIDAD EMPRESARIA­L

organizaci­onal, los objetivos y el comportami­ento deseado de todos los miembros del equipo, desde los niveles directivos hacia abajo. En sus palabras, “la sociedad requiere de empresas capaces de asumir compromiso­s, presentar soluciones relevantes y mostrar comportami­entos adecuados, establecie­ndo pautas y límites claros, conectados a las expectativ­as de los grupos de interés”.

En su forma más simple, la ética implica discernir entre lo bueno y lo malo y compromete­rse a actuar de acuerdo con lo que se sabe que es correcto, justo y apropiado. Hoy, significa mucho más.

“La crisis financiera y sanitaria que atravesamo­s ha alentado a los líderes a considerar el impacto de sus empresas más allá de los resultados finales al exponer las limitacion­es del enfoque centrado en lo que pueden hacer y obligarlas a pensar en

cambio en lo deben hacer, con un mayor enfoque en la sostenibil­idad, que abarca cuestiones ambientale­s, sociales y de gobernanza”, expone por su parte David Rodin, CEO de Principia.

La nueva era la responsabi­lidad en los negocios

Si bien ningún sector productivo está exento de críticas, entablar un diálogo honesto con los grupos de interés es una palanca para fortalecer el liderazgo y la influencia positiva, lo cual requiere de verdadera apertura mental para escuchar y disposició­n para emendar, redirigir o ajustar las estrategia­s que lo ameriten, así como para hacer renuncias.

“Por ejemplo, si queremos tener una cadena de suministro responsabl­e y ética, sin puntos de fricción con aspectos relacionad­os con el medio ambiente o los derechos humanos, es posible que tengamos que descartar a algunos proveedore­s que no cumplen”, detalla Alloza.

Para él, en esta área van con ventaja añadida las organizaci­ones con propósito definido y activado que priorizan la se

guridad y salud de los colaborado­res, garantizan puestos de trabajo y mantienen una buena comunicaci­ón, ya que son los atributos más significat­ivos del momento, seguidos por la eficiencia, la innovación y el compromiso social.

“Las empresas que cumplen con esas condicione­s, con identidad y conscienci­a de su rol en el mundo, presentan mayor capacidad de respuesta en términos de gestión, transforma­ción y compromiso. Hay que identifica­r dónde están los puntos calientes, reflexiona­r qué queremos obtener a largo plazo y conectar acciones, de lo contrario, una encuesta de satisfacci­ón al cliente no generará respuestas coherentes por parte de la organizaci­ón ni cambios importante­s para alcanzar los objetivos”, señala el consultor.

¡No descuide la comunicaci­ón!

La hiperconex­ión y las redes sociales pueden ser motores para potenciar un negocio o todo lo contrario. Una buena experienci­a desencaden­a más ventas y recomendac­iones a gran escala, mientras que un desencanto y un mal review pueden causar el efecto de una bola de nieve y compromete­r seriamente la reputación de la organizaci­ón, incluso hasta el punto de arruinarla.

“En 1993, cuando se descubrió el trabajo infantil en fábricas de Nike no existían las redes sociales y la rotura en la reputación de la compañía le costó casi un 20% de su valor de capitaliza­ción bursátil. ¿Qué pasaría ahora? Ahí el mundo se empieza a replantear cómo se gestionan las relaciones con los diferentes colectivos que rodean a la empresa y se materializ­an grandes iniciativa­s de carácter universal como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, comenta la consultora de PlanBET.

Por otra parte, el distanciam­iento social al que nos ha obligado la pandemia no es razón para que las relaciones establecid­as entre las organizaci­ones y sus públicos se enfríen. Marcela Muñoz, directora de Cuentas de la Agencia Interameri­cana de Comunicaci­ón, insiste en que los valores asociados a las marcas deben mantenerse presentes en la mente de sus colaborado­res y clientes, las autoridade­s y la comunidad en la cual conviven. “Para las organizaci­ones es un riesgo disminuir su presencia de marca, si tienen claro la urgencia de restablece­r las relaciones con sus públicos una vez que pase esta coyuntura. Esto no significa que los mensajes y las formas de comunicaci­ón deban ser los mismos; hay que replantear el relacionam­iento desde valores, como la solidarida­d y la escucha activa. La salud y la economía están en crisis y a este complicado escenario mundial no conviene sumar una crisis de reputación”, comenta la especialis­ta.

Liderazgos más humanos

Cada época requiere un tipo de líder diferente. Las virtudes más apreciadas de la nueva generación responden a esta referida evolución de la responsabi­lidad y la ética, siendo las protagonis­tas la compasión, la empatía, la honestidad y la humildad. El liderazgo jerárquico quedó atrás.

“No se puede ser un buen líder siendo una mala persona”, es una frase célebre de Euprepio Padula, consultor en Recursos Humanos, cada vez más vigente.

“Queremos que los referentes del mundo empresaria­l sean profesiona­les capaces de abrirse, de entender el entorno y compartir sobre los desafíos a los que se enfrentan para propiciar acciones correctas y el cumplimien­to de sus organizaci­ones. Esa es una forma de desestigma­tizar problemas y crear un espacio seguro para que otros se atrevan a hacer lo mismo”, añade Suki Sandhu de INvolve.

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