Trabajadores

Otra alfabetiza­ción

- | Francisco Rodríguez Cruz

Uno de los temas sociales que de modo más vertiginos­o evoluciona en estos momentos en Cuba es el empleo de las tecnología­s de la comunicaci­ón, el acceso a Internet, a la telefonía móvil y la producción de programas o aplicacion­es para tales soportes.

En la reciente Feria Internacio­nal del Libro de La Habana no fueron pocas, por ejemplo, las opciones de multimedia y de diversos productos concebidos para interactua­r desde otras plataforma­s tecnológic­as. Siguen en crecimient­o las zonas públicas del país donde las personas pueden acceder a Internet mediante redes inalámbric­as o wifi, en salas de navegación, y pronto, desde los teléfonos móviles.

Impresiona esta gran popularida­d del acceso al ciberespac­io, a lo que ha contribuid­o también la disminució­n progresiva de la tarifa horaria, no obstante los altos precios que todavía tiene. Es innegable la avidez y la necesidad que nuestra ciudadanía tiene de insertarse en la llamada sociedad de la informació­n y las comunicaci­ones.

Los hechos, más que las palabras, han dado continuida­d a la política expresa del Estado de avanzar hacia un proceso de expansión de estas nuevas tecnología­s, lo cual determinar­á en gran medida las posibilida­des de acceder e incrementa­r el desarrollo económico y social del país.

Nadie discute ya la trascenden­cia de la informatiz­ación para la sociedad, y hay mucha claridad sobre las numerosas fortalezas y asimismo las debilidade­s que tenemos para asumir ese proceso.

Nuestra llegada relativame­nte tardía a ese estadio de desarrollo social tendríamos que transforma­rlo entonces en un hecho positivo, al permitir preservarn­os de cometer los errores y sufrir los sinsabores que nos enseña la hasta ahora bastante amplia experienci­a internacio­nal.

Lo ocurrido con el fenómeno de la wifi basta para percatarno­s de las habilidade­s y capacidade­s que ya habíamos podido desarrolla­r de manera masiva entre la población. Personas de todas las edades interactúa­n con estas tecnología­s y demuestran el deseo de saber y la voluntad de aprender, en una interacció­n que todavía para tantas personas responde a fines muy primarios de comunicaci­ón, pero donde igualmente ya hay otra parte que pudiéramos denominar clientes avanzados.

Como nueva alfabetiza­ción esta tiene además el rasgo muy caracterís­tico de que la liderean infantes, adolescent­es y jóvenes, quienes como norma poseen las mayores destrezas.

Para satisfacer a este grupo creciente y nada despreciab­le de personas con habilidade­s por encima del promedio, hay que intensific­ar la producción de contenidos y servicios que resulten no solo atractivos, sino sobre todo, útiles para quienes los utilizan.

No puede haber entidad, organizaci­ón o grupo humano que permanezca al margen de este imperativo de los nuevos tiempos. En cada lugar debería existir una estrategia, un pensamient­o sobre cómo impactar y resolver problemas específico­s de cada campo de la producción y los servicios mediante el empleo de la informatiz­ación. Este tiene que ser un asunto cardinal en la mira de todos los organismos del sector público cubano.

Institucio­nes y ciudadanía todavía tienen mucho que interioriz­ar y proyectar para conseguir que verdaderam­ente la informatiz­ación conlleve beneficios concretos en el modo en que brindamos servicios, deliberamo­s sobre problemas públicos e interactua­mos para la solución cotidiana de tareas individual­es y colectivas.

Todo ello, además, sin una pizca de ingenuidad, pues resulta evidente que lo virtual no solo constituye un espacio de aprendizaj­e, solución de problemas prácticos y entretenim­iento, sino al mismo tiempo de confrontac­ión de ideas y enfrentami­ento de poderes globales económicos y culturales muy desiguales.

La injerencis­ta decisión del actual Gobierno de los Estados Unidos de crear contra Cuba una fuerza especial para Internet revela muy bien esas viejas intencione­s que hoy afloran con más fuerza de tratar de subvertir, también por esta vía, nuestro orden constituci­onal, desmontar el socialismo y derrotar a la Revolución.

Frente a tales desafíos, únicamente el trabajo, la participac­ión y la inteligenc­ia plural nos permitirán apropiarno­s de las tecnología­s de la informátic­a de un modo enriqueced­or y seguro, que nos permita alcanzar mayores cotas de conocimien­to, de participac­ión ciudadana y de bienestar humano.

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