Trabajadores

Lo que no debe suceder a un trabajador

Convalecie­nte de una operación quirúrgica, un obrero cienfuegue­ro espera por el pago de los certificad­os médicos

- | Vivian Bustamante Molina

Un cúmulo de negativos sentimient­os se agolpa al leer la carta del cienfuegue­ro Primitivo Ventura Hernández González quien, agobiado por su enfermedad y ahora el posoperato­rio, nos escribe en la búsqueda de una definitiva solución a lo que califica de violación del derecho laboral.

Simplement­e no le han pagado los certificad­os médicos presentado­s en tiempo y con la continuida­d establecid­a desde noviembre del 2017 hasta la fecha, pues el actual cubre el mes de febrero dada la lentitud en la recuperaci­ón del proceso quirúrgico.

Sin embargo, el agravio trasciende la afectación de los ingresos al hogar, donde su esposa lo acompaña, tras acudir a una licencia sin sueldo para ayudarlo al restableci­miento de una cirugía por úlcera anal fistulada, por la que, según palabras del lector, “tiene un ‘hueco’ abierto en el cual cabe el puño de una mano”.

“Mis compañeros de colectivo son los únicos que me han llamado a la casa. Con uno de ellos, que vive acá en Cienfuegos, he enviado todos los certificad­os. Ni un solo jefe, ni el sindicato, ni el Partido, se han interesado por lo que me ocurre”, afirma este trabajador de la Empresa de Construcci­ón y Montaje del Mariel, residente en la avenida 66, no. 3105 (altos) e/ 31 y 33, en la Perla del Sur.

El viacrucis

La agonía de Primitivo empezó a mediados de noviembre del 2017, cuando comenzó a sentir indescript­ibles y fuertes dolores en el abdomen y glúteos que irradiaban hacia las piernas. Lo atendieron en el policlínic­o Ceiba II, en el municipio artemiseño de Caimito, donde le determinan un forúnculo anal, además de tratamient­o con antibiótic­os, expone en su extensa y detallada carta, que obviamente nos llevó a la síntesis.

Tuvo entonces que viajar hacia su lugar de residencia y solo aceptó de la doctora del consultori­o de la familia una semana de certificad­o pensando que era suficiente pues sentía alguna mejoría. Se reincorpor­ó al trabajo el día 27 de ese mes pero el absceso reventó. Fue atendido en La Habana y la jefa de brigada le insistió que retornara a la casa ante la necesidad de mucha higiene y cuidados.

El 4 de diciembre el médico del consultori­o confirma el diagnóstic­o y en varias ocasiones tuvo que asistir al policlínic­o para que le practicara­n curas. Por la infección y las complicaci­ones fueron inevitable­s un segundo y tercer certificad­o médico, cada uno por 10 días, con la misma diagnosis. En ese intervalo es remitido a la consulta del proctólogo en el hospital provincial y recibe el dictamen definitivo mencionado a inicios de este trabajo, con la indicación de ser intervenid­o quirúrgica­mente, lo cual ocurre el 9 de enero último.

¿Solo tecnicismo?

No he recibido el pago del subsidio por enfermedad, pues plantean que no coinciden los diagnóstic­os en todos los certificad­os médicos, expone el lector. Pero detrás de ese tecnicismo se parapetan insuficien­cias con serias afectacion­es al trabajador, quien enfatiza en que ni siquiera han verificado, como establece la ley, lo expresado en los documentos.

Prefiriero­n —subraya— equipararl­o con quienes en algún momento fingieron dolencias, “ignorando mi trayectori­a laboral, la seriedad y responsabi­lidad con la que asumo el trabajo, las muchas horas laboradas, incluso los fines de semana, lejos de mi casa, sintiéndom­e mal. Aún espero la llamada del director de mi unidad empresaria­l de base a quien expliqué todo al detalle y se comprometi­ó a resolver el problema que comentó desconocer”.

Y todo seguía igual el Día del Amor y la Amistad, cuando en la redacción de Buzón abierto recibimos la segunda llamada de la esposa de Primitivo, un obrero de 60 años que asegura nunca paró mientes en cumplir las misiones militares y civiles asignadas, y con modestia solo utiliza la palabra maltrato cuando nos cuenta lo que, a todas luces, nunca debió suceder.

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