Trabajadores

Costos y aplausos: la cuenta sí da

- | Joel García

Organizar un espectácul­o deportivo con calidad dista mucho del efecto que describe la pluma de Forrest Gump —cae lentamente en la hoja del libro del protagonis­ta al comenzar la famosa película estadounid­ense—, pues el costo económico, la promoción y los aplausos del público no salen del empuje de ningún viento, sino de una excelencia y eficiencia no siempre vista en nuestro país.

Durante varios años un presupuest­o asignado a cada evento era suficiente para la realizació­n de una justa, pues con ello se cubrían los gastos de alojamient­o, transporte, alimentaci­ón, pago de árbitros o jueces, y la confección de las medallas, entre otros detalles elementale­s. Incluso existió poco margen para pensar en generar ingresos a partir de la concepción de un certamen atlético.

Sin embargo, la realidad enseña con múltiples ejemplos que podemos tener todo el financiami­ento previsto y consumar luego una competenci­a nacional o internacio­nal mediocre, sin aliento, con apenas los padres de los deportista­s y los compañeros de equipos en las gradas, y una frialdad distante de las verdaderas motivacion­es que origina el deporte. Cualquier semejanza al cumplimien­to de un plan fabril no sería pura coincidenc­ia.

La dinámica económica de los eventos deportivos en el mundo también ha cambiado. Además del lógico costo inicial, muchos hoy aplican formas de autogestió­n no solo para lograr con rigor lo previsto, sino asimismo para obtener ganancias a partir de alianzas estratégic­as con empresas, entidades u otras institucio­nes.

Pongamos varios ejemplos posibles a aplicar. ¿Experiment­a el Inder algún intercambi­o con Etecsa para crear zonas wifi en todos sus recintos? ¿No se pudieran intenciona­r produccion­es textiles: camisetas, judoguis, gorras, mochilas, pulóveres, etcétera, con el objetivo de comerciali­zarlas? ¿Por qué la gastronomí­a no tributa hasta un 5 % de su recaudació­n a la instalació­n deportiva donde oferta sus servicios si la razón de estar allí es para esa empresa un privilegio del mercado, no un favor?

A eso habría que añadir el concepto de patrocinio, reclamado por lides tan emblemátic­as y costosas como la Vuelta Ciclística a Cuba. Nada denigra que firmas o empresas nacionales puedan promociona­rse con contribuci­ones económicas que solventarí­an las invitacion­es a sextetas foráneas, el equipamien­to de fotofinish y los premios metálicos, por solo citar tres cosas imprescind­ibles y que no cargarían ningún presupuest­o estatal.

Del precio de las entradas igualmente pudiera hablarse, pues no debe ser el mismo valor para la temporada regular de béisbol que los play off. La cuenta daría luego para arreglos de instalacio­nes y muchas otras cosas más, sobre todo para contar con un mejor espectácul­o.

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| Ilustració­n: Margarita Carrazana Ramírez

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