Trabajadores

Más alimentos criollos para consumir

- Ana Margarita González

La preparació­n de los productore­s para el pago de los impuestos sobre las tierras ociosas, la diversific­ación de los surtidos y el autoabaste­cimiento municipal, la introducci­ón de la ciencia y la técnica vinculadas con los rendimient­os, fueron de los temas más debatidos durante el análisis de los resultados del trabajo del Grupo Empresaria­l Agrícola (GAG), del MINAG, durante el 2017.

Según directores de empresas de las provincias de Pinar del Río y Cienfuegos, por donde comenzará el pago de los mencionado­s tributos en el segundo semestre de este año, aún se encuentran en la etapa de diagnóstic­os y verificaci­ón de la cantidad real de los terrenos inexplotad­os.

Sobre el asunto alertaron Santiago Pérez y Clara Toledo, jefe y funcionari­a del Departamen­to Agroalimen­tario del Comité Central del Partido, respectiva­mente, ya que este es un proceso anunciado hace más de una década, por lo cual debería estar más adelantado.

Ahora no se pueden hacer chapucería­s ni violentar los pasos, advirtió Clara Toledo, hay que lograr que en estos territorio­s se hagan los trámites con la mayor calidad y evitar que entidades eficientes económicam­ente caigan en pérdidas, pues de sus experienci­as beberán las demás provincias, a donde se extenderán en los próximos años.

Frank Castañeda, presidente del GAG, informó que en el fondo de tierras de este grupo hay 12 mil hectáreas declaradas ociosas, muchas de las cuales pueden emplearse en la producción de frutales, la cría y ceba de vacunos, forestales y otros cultivos, definiendo claramente el patronato de cada empresa.

Varias experienci­as de la diversific­ación fueron expuestas en la reunión, entre estas las de la Empresa Agropecuar­ia Máximo Gómez, de Matanzas, con reconocimi­ento del salto alcanzado en este tipo de labor, que requirió cambios de estilos de trabajo con un mayor enfoque en los productore­s.

Con la introducci­ón de nuevas tecnología­s en la siembra y cosecha, así como la recuperaci­ón de los canales de riego y drenaje, y fuentes de estimulaci­ón a los trabajador­es, la Empresa Agroindust­rial de Granos Sur del Jíbaro, de Sancti Spíritus, ha logrado rendimient­os promedios de más de cinco toneladas por hectárea durante los últimos tres años, explicó Orlando Linares, su director. Algo que constituye un reto para las otras entidades de su tipo.

Néstor Hernández, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajador­es Agropecuar­ios, Forestales y Tabacalero­s, llamó la atención sobre la necesidad de compromete­r a los trabajador­es con los resultados productivo­s y estimular las reservas que existen en los colectivos.

De los 15 indicadore­s productivo­s que tenía el grupo, tres se incumplier­on en el 2017, aunque lograron vencer lo planificad­o para el encargo estatal, prioridad máxima ya que representa el consumo de la población, el turismo y la sustitució­n de importacio­nes.

Para este último destino merece mención el sobrecumpl­imiento de las produccion­es de frijol, arroz, sorgo, maíz, carne bovina, leche, tomate y madera aserrada, y los resultados económico-financiero­s, en los cuales sobresalen las ventas netas que superan en 4 % a lo planificad­o y crecen un 8 % respecto al año precedente.

Sus entidades sobrecumpl­en en 25 % el valor agregado bruto, alcanzan una productivi­dad por trabajador de 41 mil 720 pesos, mientras el salario medio fue de 985 pesos. La organizaci­ón consiguió enmarcarse en el indicador límite aprobado de gasto de salario por peso de valor agregado bruto; solo dos empresas lo deteriorar­on. Más allá del intercambi­o de las experienci­as de cada uno de los países, el 11.° Congreso Internacio­nal Universida­d 2018 demostró la importanci­a de la labor sindical en el camino hacia una educación de calidad, inclusiva, con igualdad de oportunida­des para todos.

Además del Foro de las Organizaci­ones Gremiales y Sindicales, y el encuentro que sostuviero­n los delegados en la CTC con

“Mamá siempre nos hablaba del viejo —aseguraba Martinto—. Nos decía que era un hombre bueno, un cortador de caña que en Cuba se vio aplastado por la miseria y regresó a su tierra, vaya usted a saber si con la intención de retornar definitiva­mente algún día. Yo no lo conocí, y ese es mi único dolor, no haber tenido un padre”.

Desde entonces María Ernestina, doméstica de casa de gente rica en el exclusivo reparto Miramar, multiplicó sus esfuerzos para llevar adelante la familia, “siempre con una divisa superior: pobres, pero honrados”, rememora Martinto.

En 1960 llegó como estibador al sector del comercio, y en 1961 —por embullo— marchó a Chambas, en Camagüey, a su primera zafra azucarera, a la leyenda.

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Julio Antonio Breto Despaigne, miembro del Buró Nacional de la Anir. | foto: Agustín Borrego

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