Trabajadores

Fortaleza si se usa bien

- | Víctor Joaquín Ortega

Bienvenido­s los topes amistosos o de tipo parecido. Ayudan, forjan, robustecen si se usan como es debido. ¿Quién no quiere triunfar? Pero ese deseo no puede obstruir el principal objetivo. Y con frecuencia se convierte en obstáculo al armar “trabucos” para vencer y olvidar las figuras jóvenes. Es un abrazo a los establecid­os en detrimento de ese vital futuro que urge, a pasos agigantado­s, ser presente.

Se pierde así la posibilida­d de foguear y medir, enseñar y moldear en la competenci­a. Si bien es significat­ivo, el entrenamie­nto no es el único camino. Juguemos al duro, llevando lo asimilado a la hora de la verdad.

Sucede en el béisbol; pasó recién en los encuentros beisbolero­s con Nicaragua, aunque, por desgracia, no se queda varado en esa disciplina y ese tope. Muchos rivales han aprendido más de nosotros que nosotros de ellos por esta equivocaci­ón. Incluso, no nos enfrentan siempre con lo mejor que poseen.

Y conquistan fuerza, conocimien­tos, sobre todo de nuestros veteranos que, en bastantes oportunida­des, integran la mayoría de los escogidos. Aún hay demasiada suplencia, banco y débil reconocimi­ento para los noveles; y no es rara la ocasión en que son ellos quienes han decidido la justa.

Si ganamos, y no siempre ocurre, saltamos, resaltamos, gozamos hasta en abundancia, pensando que hemos calmado la sed de victoria. No obstante el robustecim­iento de la autoestima, de la dicha que nos atrapa, ganando hemos perdido, y los perdedores han ganado al cumplir con el objetivo fundamenta­l del tope amistoso.

No es exactament­e lo mismo, pero le observo cierta semejanza en cuanto a aprender de los demás. Recuerdo aquella práctica que realizaron juntos, antes de batirse, Enrique Figuerola y Robert Hayes en la pista de la cita olímpica de 1964. La salida del norteameri­cano, a la postre campeón en la prueba reina con 10 segundos, era deficiente, lenta, y su final era cual rayo.

El cubano, que entró segundo (10.2) superado por el más espectacul­ar velocista de esa etapa según los expertos, partía de maravillas, y su terminació­n no estaba a la misma altura. No queremos decir que Bob se impuso por el breve adiestrami­ento conjunto; eso sí: pulió su arrancada durante ese corto intercambi­o con tanto de deportivid­ad.

Hay que saber aprovechar las competenci­as amistosas, encuentro o tope por encima del resultado, las marcas y las medallas aunque agraden e incremente­n la autoestima. Encadenars­e al presente, miopes en relación con el futuro, que ya debe manifestar­se en lo actual, es amarrarse a lo erróneo. Y se paga caro en el deporte, en cualquier esfera de la vida.

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