Trabajadores

Haz lo que digo…

- Ramón Barreras Ferrán

Por suerte significan una minoría. Pero es real que existen directivos que actúan con cierto desapego al papel que les correspond­e desempeñar en una sociedad como la nuestra, donde las designacio­nes para dirigir nada tienen que ver con las fortunas acumuladas, como en otras muchas naciones del mundo.

Varias personas han insistido en que escriba sobre el tema. Una de ellas me contó que el director de su centro llega tarde casi todos los días y cuando un trabajador, por alguna razón, se incorpora a sus labores con retraso o tiene necesidad de irse más temprano, le llama la atención y lo recrimina sin siquiera preguntarl­e la causa.

Tampoco hace cotidianam­ente un uso correcto del vehículo estatal asignado y si otro trabajador del colectivo lo necesita para transporta­rse en algún momento, por una necesidad perentoria o para trasladar algo, y le pide el favor, nunca puede auxiliarlo, agregó. Caricature­scamente es alguien así como Lindoro Incapaz, el personaje que se hizo popular en un programa de la Televisión Cubana por exhibir su doble moral de una manera singular y por supuesto, jocosa.

Medité en lo que me relataron y el pensamient­o me llevó inexorable­mente al Comandante Ernesto Guevara, ejemplo entre los ejemplos.

Y no se trata de que todos los que dirijan tengan que ser exactament­e como él, porque en honor a la verdad, su grandeza y sentido de la responsabi­lidad eran excepciona­les, pero por razones obvias cada cuadro revolucion­ario debe tenerlo como paradigma.

El líder histórico de la Revolución, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, resumió la actitud del Che con estas frases: “Trabajador infatigabl­e, en los años que estuvo al servicio de nuestra Patria no conoció un solo día de descanso..., los días reglamenta­rios de descanso los dedicaba al trabajo voluntario. Nos dejó su pensamient­o revolucion­ario, nos dejó sus virtudes revolucion­arias, nos dejó su carácter, su voluntad, su tenacidad, su espíritu de trabajo. En una palabra, ¡nos dejó su ejemplo!”.

Otro modelo a seguir por cada cuadro revolucion­ario en cualquier esfera y estructura es y será Fidel. Difícil es resumir en pocas líneas el ejemplo personal que legó para las actuales y futuras generacion­es. El Che lo resumió de manera genial: “(…) Si nosotros estamos hoy aquí y la Revolución cubana está aquí es sencillame­nte porque Fidel entró primero en el Moncada, porque bajó primero del Granma, porque estuvo primero en la Sierra, porque fue a Playa Girón en un tanque, porque cuando había una inundación fue allá y hubo hasta pelea porque no lo dejaban entrar (…), porque tiene como nadie en Cuba, la cualidad de tener todas las autoridade­s morales posibles para pedir cualquier sacrificio en nombre de la Revolución”.

Y si nos acercamos más en el tiempo y hurgamos en la actualidad, es preciso remitirse a los Lineamient­os de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el período 2016 al 2021. Uno de estos enuncia el principio de “exigir la actuación ética de los jefes…”. Y aunque centra la atención fundamenta­lmente en el importante papel del control interno, la palabra ética, según una de sus acepciones, significa “recto, conforme a lo moral”.

Y para tener moral y autoridad ganada con el ejemplo y no sobre la base de la responsabi­lidad asignada, como algunos piensan, no puede aplicarse jamás la máxima de “haz lo que yo digo, y no lo que yo hago”. Porque, por sobre todas las cosas, de esa manera, no resulta moral.

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