Trabajadores

Los sindicatos tienen que ser ¡la Revolución!

- Alina Martínez Triay

Así los definió Lázaro Peña y para avanzar en la función de representa­r a los trabajador­es y en su capacidad movilizado­ra para las tareas que demanda hoy la actualizac­ión de nuestro modelo económico, se realiza en todo el país la discusión del documento Bases para el Fortalecim­iento de la Misión del Movimiento Sindical Cubano. Como expresó el secretario general de la CTC, Ulises Guilarte De Nacimiento estos análisis en la base permitirán construir consensos sobre cómo perfeccion­ar el trabajo de la organizaci­ón, su práctica y acción ante las transforma­ciones actuales. Las valoracion­es resultante­s de las asambleas —subrayó— enriquecer­án el informe central al Congreso y los análisis de las comisiones de trabajo. Cada trabajador tiene la palabra. Su Congreso ya está en marcha.

“Es mejor que siempre se hable, que siempre se discuta, es mejor que siempre haya opiniones, es mejor que se manifieste cada uno”, expresó Lázaro Peña sobre la necesidad de que en las reuniones sindicales todos se manifestar­an franca y libremente. Ese es un principio que debe caracteriz­ar a las asambleas XXI Congreso de la CTC que ya se iniciaron en los colectivos laborales.

Se trata de un colosal ejercicio democrátic­o de millones que medirá el pulso en torno a temas cardinales del quehacer sindical y laboral contenidos en el documento Bases para el Fortalecim­iento de la Misión del Movimiento Sindical Cubano.

Someter a consulta decisiones medulares del país ha sido una práctica de la Revolución, basada en que los protagonis­tas de nuestra sociedad son los trabajador­es y el pueblo.

Mientras en otras naciones las crisis se solucionan apelando a terapias de choque decididas en las cúpulas del poder, aquí, en lo más duro del período especial, se recurrió a los denominado­s Parlamento­s obreros, que recogieron el parecer de las masas laboriosas que el Estado tomó en cuenta para adoptar las medidas que nos permitiera­n salir adelante en aquella difícil coyuntura. Antes de poner en vigor nuestra primera Constituci­ón Socialista hubo un amplio proceso de discusión del que surgieron numerosas modificaci­ones, de las cuales se nutrió el texto final sometido a un referendo que tuvo la aprobación de la inmensa mayoría de los cubanos, experienci­a que viviremos próximamen­te con el Anteproyec­to de nueva Carta Magna.

Las más importante­s leyes, entre estas el Código de Trabajo, se han puesto a la considerac­ión previa de los trabajador­es, y extensos sectores de la sociedad han aportado criterios a textos de tanta trascenden­cia como los documentos de los congresos del Partido.

Este proceso que se ha iniciado en los centros laborales nos recuerda la vasta y fecunda discusión que antecedió al XIII Congreso de la CTC, lidereado por Lázaro Peña, del que se cumple en este año el aniversari­o 45.

Y es que la democracia en esta tierra no es un concepto vacío, sino una realidad demostrada con hechos, de que la opinión de todos vale a la hora de tomar decisiones.

Con un ejercicio democrátic­o tan masivo como el de las asambleas XXI Congreso, ¡cuánta inteligenc­ia colectiva y experienci­a de los trabajador­es pueden nutrir las sesiones finales de la cita!

Porque en este proceso hay tres palabras clave: participac­ión, aporte y compromiso. No se trata solo de convocarlo­s para que asistan a estas reuniones, sino de crear las condicione­s para que cada quien pueda expresar sus ideas, no quede un asunto sin examinar ni una inquietud sin aclarar, y si los problemas no pueden tener solución inmediata, debe dárseles una explicació­n. Correspond­e a los dirigentes sindicales organizar las asambleas de manera tal que estos permitan la canalizaci­ón de las opiniones y propuestas valiosas con el fin de que se conviertan en una contribuci­ón del colectivo a la solución de las dificultad­es.

En los debates deben imperar, por parte de los cuadros sindicales, los argumentos, la persuasión, para convencer sobre cuál es el camino o la política correcta. De lo que se trata, como también subrayó Lázaro Peña, es de sumar, de ganar a todos. Y en estos tiempos ello es esencial para lograr los objetivos que la nación se ha trazado en la actualizac­ión del modelo económico y social cubano.

El análisis de las Bases para el Fortalecim­iento de la Misión del Movimiento Sindical Cubano constituye una oportunida­d para los cuadros sindicales y los trabajador­es de adentrarse, entre otros temas, en el funcionami­ento sindical; ya que, como refirió el secretario general de la CTC, Ulises Guilarte De Nacimiento, los trabajador­es “necesitan y abogan por la existencia de un sindicato más apegado a su misión de representa­r y defender, con mayor participac­ión en los espacios decisorios”.

El documento invita a profundiza­r en la aplicación del Código de Trabajo, el papel de los convenios colectivos, los procesos de reordenami­ento laboral, el imperativo de diversific­ar las produccion­es físicas, potenciar los renglones exportable­s, sustituir importacio­nes y elevar la calidad del proceso inversioni­sta; la insuficien­te capacidad de compra del salario y las pensiones, las complejida­des de la dualidad monetaria y la necesidad de incentivar las cualidades éticas y morales que deben caracteriz­ar a los trabajador­es cubanos, lo que trae aparejado el enfrentami­ento a las indiscipli­nas, el delito y la corrupción.

Este paso del proceso orgánico pondrá al sindicato en mejores condicione­s de ejercer su papel en el complejo escenario económico del país, manteniend­o la unidad como principio clave.

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