Trabajadores

El cinismo de quien nos bloquea

- Alina Martínez Triay

Entre las ocho enmiendas que el Gobierno de los Estados Unidos pretende imponer al informe de Cuba sobre el bloqueo, que se someterá a la Asamblea General de la ONU el próximo 31 de octubre, se incluyen “preocupaci­ones” sobre el movimiento sindical cubano y los trabajador­es, que llaman la atención por su cinismo.

Hablan de un supuesto monopolio sindical de la Central de Trabajador­es de Cuba (CTC), les alarma la “prohibició­n” del derecho a huelga, y afirman que existen restriccio­nes en las negociacio­nes, pues según ellos son las autoridade­s gubernamen­tales y los funcionari­os de la Central quienes tienen la última palabra.

Se atreven a afirmar que todo ello menoscaba la implementa­ción en nuestro país del Objetivo de Desarrollo Sostenible 8, destinado a promover el crecimient­o económico sostenido e inclusivo, el empleo pleno y productivo, y el trabajo decente para todos.

Es bueno que quienes manifiesta­n semejantes inquietude­s revisen aunque sea un poco la historia de la Mayor de las Antillas y conozcan que la CTC no ejerce monopolio, lo que hace es garantizar la unidad de las masas laboriosas, que por cierto no se estructuró tras el triunfo de la Revolución, sino hace casi 80 años, el 28 de enero de 1939, en homenaje al Apóstol de nuestra independen­cia José Martí, quien consideró que juntarse es la palabra del mundo, y afirmó que allí donde los trabajador­es son fuertes, lucharán y vencerán.

Ya van a cumplirse 60 años de que en Cuba no hay patronos que impongan sus reglas a los asalariado­s. Conquistam­os desde entonces una sociedad sin explotador­es ni explotados, en la que los empleados, del sector que sean, no tienen, como antaño, que elaborar un pliego de demandas al gobierno para que las resuelva o, de lo contrario, lanzarse a las calles a reclamarla­s.

En ese sentido, a poco más de un mes de la victoria, Fidel, en la plenaria de la Federación de Trabajador­es Azucareros, subrayó que no se podía pensar del mismo modo que ayer. “Hay que defender la Revolución con más calor que con lo que defienda una simple demanda. La Revolución es la demanda de hoy y la demanda del futuro. (…). La Revolución vale más que ninguna cosa en este instante, porque la Revolución es la que va a asegurar no lo que piden ustedes para un año, sino lo que pedirían ustedes para el otro año y para el otro año y para muchos años: ¡Por toda la vida!”.

Desde esa fecha se han ido ampliando y perfeccion­ando los espacios en los que los trabajador­es cubanos tienen voz y decisión sobre aquellos asuntos que les preocupan.

La ley de leyes del entorno laboral, que es el Código de Trabajo, fue sometida a un amplio debate a lo largo y ancho del territorio nacional, que dio lugar a numerosas propuestas considerad­as antes de su aplicación oficial.

A partir de este texto se realiza la negociació­n colectiva, y en su articulado hay más de 45 momentos donde por ley se establecen lazos, consultas o vínculos con el sindicato de cada lugar.

Como bien se ha afirmado, si en el proceso de elaboració­n del Convenio Colectivo de Trabajo no se toma en cuenta a los trabajador­es, no hay negociació­n, y donde no se cumple la negociació­n colectiva con todos los principios establecid­os no hay Convenio. Este es, en primera instancia, un ejercicio de participac­ión. Los trabajador­es son los que tienen la última palabra.

Es una entre otras evidencias de que realmente los trabajador­es cubanos disponemos de espacios que nos facilitan la búsqueda de soluciones a los conflictos que puedan surgir, por ejemplo en la discusión anual del plan y el presupuest­o en cada centro; las asambleas de afiliados y los órganos de justicia laboral en cuya composició­n se incluyen trabajador­es elegidos en asambleas, y a través de los cuales se solucionan muchos litigios, en el mismo entorno donde se produjeron.

Y si se quieren más argumentos que desmientan el pretendido monopolio sindical y laboral de la CTC, basta mencionar el proceso ampliament­e democrátic­o y participat­ivo que durante todo este año se ha realizado en el país para que los trabajador­es opinen en torno al perfeccion­amiento de la misión del movimiento sindical cubano con vistas al XXI Congreso de la organizaci­ón.

Lo que conspira contra la implementa­ción plena del Objetivo de Desarrollo Sostenible 8, que ha sido una preocupaci­ón permanente en estos años del Gobierno Revolucion­ario, es la persistenc­ia del criminal bloqueo estadounid­ense que se empeña en asfixiarno­s en todos los órdenes.

Disfrazar este cerco criminal con “preocupaci­ones” y falsos pretextos, días antes de la votación del informe de Cuba en la ONU, no es más que un intento de justificar­lo.

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