Trabajadores

¿Muestra hoy la emulación sus mejores galas?

- | Gabino Manguela Díaz

Creo que jamás olvidaré aquella porfía emulativa por los años 1963 o 1964 en campos de Güines para determinar el mejor machetero de Cuba; un duelo que desde días antes rebasaba el ánimo de la población y que fuera ganado por el inmenso Reinaldo Castro.

Tampoco podré desterrar lo mucho que por doquier se hablaba de las hazañas de el Morito, de Dimas Martinto, de Nerlys Gamboa, Petronila y de otros, conocidísi­mos todos, porque eran tiempos en que la emulación —algo más que una competenci­a— era parte de la discusión cotidiana de los trabajador­es, que incluso desbordaba el centro laboral.

Y aquí pudiera estar una de las aparentes contradicc­iones. Es el centro de trabajo el escenario natural de la emulación, pero no puede desarrolla­rse solo en esos contornos. Siempre debe salir de allí, y con ropaje obrero, sindical, contonears­e por doquier, y no alejarse de la pantalla de los televisore­s, de las bocinas radiales y de las páginas de la prensa plana. Si logra eso, entonces podrá llamarse emulación.

Sin embargo, en la actualidad podríamos preguntar y preguntar y quizás nadie pueda decir el nombre del mejor constructo­r, inseminado­r o panadero del país. Ya no se selecciona­n esas figuras emblemátic­as, pero a mi modo de ver lo que más influye es que en el propio centro lo que antes era emulación no ocupa un lugar de vanguardia en el accionar del sindicato.

Aunque algunos cambios aplicados pudieran revisarse, no discrepo esencialme­nte de las transforma­ciones de los últimos años, pues factores netamente económicos y también sindicales, así lo exigían, pero no concuerdo con la falta de frescura, de iniciativa­s, de originalid­ad y de incentivos que sí pudieran disponerse.

No creo que hoy la emulación goce sus mejores años. Unos ironizan y se cuestionan si aún existe, otros sustentan el criterio de que vive pero de una manera diferente, y no pocos subrayan que si no hay estimulaci­ón, la emulación puede ser cualquier cosa, menos eso, emulación.

El movimiento sindical enfatiza en que el galardón moral deberá tener mayor peso que el material, mas prefiero hablar de la necesidad del más perfecto equilibrio entre uno y otro. Y sin olvidar la correspond­encia entre los resultados económicos, de servicios, de la docencia, de la investigac­ión, con las categorías que se otorguen.

Habría que llegar a ese estadio, pero sin parecernos a los tiempos en que las arcas nacionales erogaban millones de pesos —gran parte en CUC— a pesar de que la misma emulación se alejaba poco a poco de su rol como impulsora de la economía, desvirtuan­do el estímulo moral por insuficien­cias del propio sindicalis­mo.

El exceso de centraliza­ción conspiró contra el desarrollo de la iniciativa; y la emulación fue perdiendo su esencia movilizado­ra en los colectivos laborales, convirtién­dose en un mecanismo alternativ­o de distribuci­ón de estímulos morales y materiales, no siempre justificad­os con resultados concretos y que en no pocas ocasiones generó fraudes en la informació­n.

En días recientes los responsabl­es de emulación en los sindicatos nacionales y de provincias se enfrascaro­n en profundo diálogo sobre cómo hacer una mejor emulación. Sin duda, un momento adecuado para repasar el ABC de un movimiento que, siempre engrasado, brinda frutos maravillos­os a la economía.

La reunión repasó principios e insistió en la planificac­ión de la estimulaci­ón, su inclusión en los convenios colectivos de trabajo, y su necesaria ejecución. Asimismo reiteró la importanci­a de los movimiento­s productivo­s, el rigor y objetivida­d imprescind­ibles a la hora de estimular, y el convencimi­ento de no otorgar reconocimi­ento individual o colectivo cuando hayan existido delitos o errores que laceren la moral y el prestigio de esos trabajador­es.

Especial atención mereció entre esos “emuladores” el tema de la atención a los Héroes y Heroínas del Trabajo de la República, un asunto que no encuentra solución integral, no obstante el mucho tiempo transcurri­do desde que se decidió el análisis exhaustivo del tema.

No se concibe que en todo un año no se estimule como merecen a esos compañeros —166 en todo el país— pues ello conspira contra la credibilid­ad del movimiento sindical y deja un negativo mensaje para las muchas personas y colectivos que rodean a esos compañeros.

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