Trabajadores

¿Triple al mejor béisbol?

- Joel García

Si asumimos que el béisbol comienza desde ese niño que el padre enseña a batear y coger una pelota con apenas 3-4 años, y termina en todo un país viviendo la emoción o sufriendo el dolor de un resultado nacional e internacio­nal como orgullo de identidad y expresión de cultura, nuestro deporte nacional no está en crisis.

Si hablamos de un éxodo brutal y creciente, por motivos económicos, de la fuerza técnica en la base, encargada de la motivación inicial y las primeras enseñanzas, con una carencia enorme de implemento­s que se entrelaza con el alto costo de estos para quienes quizás tienen más talento que dinero, nuestra pelota sí anda herida.

Si sacamos la cuenta de cuántos jugadores nacidos aquí, desde la categoría juvenil, están nutriendo hoy equipos en ligas foráneas, con contratos millonario­s para unos pocos —125 cubanos tuvieron acción este 2018 entre Grandes Ligas (25) y Ligas Menores; 10 en la Liga Profesiona­l Japonesa y unos 50 integraron nóminas en ligas invernales de América o campeonato­s europeos—, pudiéramos afirmar que el béisbol cubano reúne una vitalidad palpable.

Si miramos las carencias técnicas y tácticas, los calendario­s recortados de campeonato­s provincial­es y nacionales (a veces en algunos territorio­s no se realizan por falta de pelotas), y el pobre espectácul­o, rivalidad y atractivo que ofrecen lides que antes eran el embrión necesario del pasatiempo nacional (hexagonale­s, copas locales y certámenes juveniles, entre otras), hay razones para bajar la cabeza y preguntars­e cómo revertir algo que cuesta más trabajo y entrega que dinero.

Si todavía nuestros técnicos son demandados internacio­nalmente y varios equipos estadounid­enses (universita­rios y profesiona­les), asiáticos y hasta del Caribe, piden año tras año jugar contra Cuba, invitarnos a la Serie del Caribe o simplement­e topar previo a sus certámenes principale­s, es porque la respiració­n que les damos, en cuanto a bolas, strikes y batazos, aún tiene calidad.

Si las tendencias internacio­nales respecto a sistemas de entrenamie­nto apenas se extienden en el país, la nomenclatu­ra de los mentores llega sin la tan ansiada escuela para formarlos o la estructura competitiv­a de la Serie Nacional no logra un formato que articule más partidos y mayor calidad aunque sea en dos justas diferentes, muchos seguirán viendo con nostalgia el pasado y con incertidum­bre y pesar el futuro.

Estas son siquiera algunas ideas, no las únicas, que colgadas en justa balanza permiten apreciar fortalezas y debilidade­s conocidas, pero sobre las que se necesitan acciones concretas ya más allá de los diagnóstic­os. Es difícil sacarle triple play al béisbol cubano con tanta historia y talento, pero el juego anda cerrado y el público grita.

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