Su estrategia condujo a la victoria
voluntad y, de hecho, el Plan FF pasaría a la obsolescencia y el régimen tendría que improvisar otra operación.
Según expresó: “(…) el Primer Frente de la Sierra Maestra había logrado reunir para la fecha alrededor de 220 hombres con armas de guerra, incluyendo el personal de la columna del Che, organizados en pelotones y escuadras (…). Otras pequeñas unidades de la Columna 3 del comandante Juan Almeida, bajo el mando de Guillermo García (…) y alrededor de 40 hombres de la intrépida tropa de Camilo, los primeros combatientes del llano, marchaban hacia la Sierra Maestra. Juntos seríamos aproximadamente 300”.
El 14 de junio Camilo recibió la orden de marchar al encuentro de Fidel, con sus mejores hombres y armas. El 27 se personó ante él y fue destinado a participar en la primera batalla de Santo Domingo, en la que contribuyó a dar el primer golpe demoledor al ejército. Hasta Pueblo Nuevo, primer combate de esa batalla, esta resistencia puede conceptuarse como la etapa inicial de la estrategia para desgastar al adversario y hacerlo perder su iniciativa. Una segunda etapa se extendió hasta el 11 de julio, cuando Fidel logró concentrar una fuerza para pasar a la contraofensiva, mientras el batallón 18 del ejército avanzaba hacia El Jigüe.
El 3 de julio, ante la ocupación de Meriño por el batallón 19, Fidel decidió asumir el mando de la operación Meriño y con una pequeña tropa y su conocimiento del terreno —después de cuatro combates exitosos— logró frenar el avance del ejército y garantizar la estabilidad de la defensa rebelde. Meriño: “(…) no representó un aporte importante desde el punto de vista material en armas, municiones y pertrechos, significó, no obstante, otra victoria de nuestras fuerzas en este sector, que contendría por un tiempo los planes de la ofensiva”.
A partir de ese momento, precisó: “(…) había decidido ocuparme personalmente de la dirección general de toda la operación de El Jigüe, teniendo en cuenta su carácter complejo y la significación decisiva que pudiera tener una victoria rebelde contundente en el desenlace, no solo de la ofensiva enemiga, sino también, en el desarrollo ulterior de toda la guerra”.
No obstante, antes de hacerlo, puntualizó: “En el caso del sector Santo Domingo, la presencia de Sánchez Mosquera seguía siendo un elemento a tener en cuenta. (…) De enfrentar esa amenaza quedaría encargado Camilo, a quien de hecho ya había convertido en jefe de todo el sector (…)”.
Y decidió: “En el caso del sector noroccidental, continuaría el Che organizando la defensa del territorio rebelde en los alrededores de Minas de Frío y las Vegas de Jibacoa (…) contar con estos dos lugartenientes me ofrecía confianza más que suficiente para poder ocuparme de la operación de El Jigüe (…)”.
Al analizar aquella victoria estratégica, Fidel la divide en: “(…) un primer momento de desarrollo de dicha ofensiva en el que la iniciativa correspondió totalmente al enemigo, enmarcado entre el 25 de mayo y el 28 de junio, es decir, entre el comienzo de la operación de la toma de Las Mercedes y el comienzo de la 1.ª Batalla de Santo Domingo. A partir de ese momento se abría una segunda etapa que pudiera denominarse de contención de la ofensiva, en la cual el enemigo recibió los primeros reveses de consideración, y se le inmovilizó (…) esta etapa se prolongó tal vez hasta el 11 de julio, fecha en que comenzó la Batalla de El Jigüe, a partir de la cual se inició la etapa que pudiera denominarse de contraofensiva rebelde, durante la cual la iniciativa nos perteneció por entero.
En esta última etapa, el Comandante en Jefe dirigió durante 35 días las acciones de cerco en El Jigüe, conteniendo al enemigo en la dirección de Minas de Frío, hasta obtener la victoria en El Jigüe, el 20 de julio, y alcanzar sucesivos triunfos en la segunda batalla de Santo Domingo y la de Vegas de Jibacoa, para culminar esta victoria estratégica al ganar la de Las Mercedes, el 6 de agosto.
Con las armas ocupadas al adversario, el Comandante en Jefe organizó las columnas encargadas de desarrollar la contraofensiva estratégica, con la constitución de la más importante agrupación estratégica, la cual desarrolló la Operación Santiago en la dirección principal de la guerra, en cuyo curso fueron rendidas sucesivamente las ciudades de Jiguaní, el 19 de diciembre; Palma Soriano, el 27, y Maffo, el 30. A partir de ese momento procedió a cercar Santiago de Cuba y rendir a su guarnición de forma incruenta, lo que propició el triunfo del 1º de enero de 1959, consolidado por él con el llamamiento a todos los trabajadores cubanos a la huelga general.