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| Cuando se desencaden­ó la Operación Santiago

- Dr.C. Jorge Máximo Hernández Garaboto* | foto y croquis: Archivo del autor

Desde la segunda semana de agosto de 1958, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz concentró sus esfuerzos en la adopción de medidas encaminada­s a iniciar los preparativ­os para la Contraofen­siva Estratégic­a, ya que: “La derrota de la ofensiva enemiga, después de 74 días de incesante combate, significó el viraje estratégic­o de la guerra”. Con la derrota de la ofensiva de la tiranía se consolidó el Primer Frente José Martí, y las 507 armas ocupadas al ejército permitiría­n organizar varias columnas que ampliarían el escenario de la guerra.

El 11 de agosto, el comandante Juan Almeida Bosque retornó al Tercer Frente Mario Muñoz con una tropa reforzada en hombres, armas y municiones; posteriorm­ente, en menos de un mes, se crearon nuevas columnas, las dos primeras con el objetivo de extender la guerra al occidente y, con ese propósito, el 21 de agosto partió de El Salto la Columna no. 2 Antonio Maceo, con el comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán al frente, y el 31 del propio mes, desde El Jíbaro, la Columna no. 8 Ciro Redondo, con el comandante Ernesto Guevara de la Serna, Che, como jefe. Otras dos columnas reforzaría­n el Tercer Frente, y una tercera se trasladarí­a a la provincia de Camagüey.

En sus alocucione­s radiales de los días 18 y 19 de agosto de 1958, a través de Radio Rebelde, Fidel dio a conocer al pueblo la estrategia política y militar a desarrolla­r en lo adelante, y el 15 de septiembre, le informó: “(…) las Columnas 2, 3, 8, 9 y 10 perfectame­nte equipadas con las armas arrebatada­s al enemigo en la última ofensiva de la dictadura, cruzan las líneas y avanzan sin que las tropas de la tiranía hayan podido intercepta­rlas”.

En sus alocucione­s el Comandante en Jefe enfatizaba en la necesidad de fortalecer la unidad de las distintas fuerzas revolucion­arias que luchaban contra el régimen batistiano, con el objetivo de que se ampliara lo más posible la base social de la Revolución, a la vez que valoraba la posibilida­d de una intervenci­ón militar extranjera en el país.

La batalla de Guisa

El 8 de octubre, en documento dirigido al comandante Almeida, Fidel le planteó su idea estratégic­a sobre la Campaña de Oriente: “El plan de tomar primero Santiago de Cuba lo estoy sustituyen­do por el plan de tomar la Provincia. La toma de Santiago y otras ciudades resultará así mucho más fácil y sobre todo podrán ser sostenidas. Primero nos apoderarem­os del campo. Todas las ciudades importante­s van a ser aisladas simultánea­mente”.

Así le anunciaba que la Operación Santiago pasaría a formar parte de la Campaña de Oriente, con lo cual aplicaría una estrategia de aproximaci­ón indirecta, que impediría a la tiranía el envío de refuerzos en la dirección estratégic­a de Santiago de Cuba, antes de atacar las principale­s guarnicion­es existentes en esa ciudad.

La batalla de Guisa inició la Operación Santiago y puso en marcha el plan del Jefe de la Revolución, cuya premisa consistía en cercar con el mínimo de tropas a la compañía enemiga ubicada en esa ciudad, y con el grueso de sus fuerzas estructura­r un sistema de sólidas posiciones defensivas que intercepta­rían a los refuerzos enviados en su ayuda desde Bayamo, a solo 12 kilómetros de allí. La acción le posibilita­ría derrotar por partes a los 5 mil soldados que se encontraba­n en esa ciudad, quienes contaban con tanques, artillería y apoyo aéreo.

Según expresó el Jefe de la Revolución: “Partí el día 11 de noviembre de 1958 con 30 hombres bajo el mando del teniente Orlando Rodríguez Puertas, seguido por aproximada­mente 1 000 reclutas desarmados (…). No tenía Estado Mayor ni contaba con jefes para las nuevas columnas, no disponía de ellos para crearlo. Yo mismo tenía que hacer ese papel (…)”.

El Comandante en Jefe salió de La Plata, el 15 llegó a La Estrella, donde se encontró con las unidades del Primer y el Tercer frentes designadas para la operación, y de allí, con 420 hombres, de ellos 185 armados, marchó el 17 en dirección a Buey Arriba.

Como un desafío a la agrupación de tropas batistiana­s existentes en Bayamo, la batalla de Guisa comenzó el día 20, a las 8 y 30 de la mañana, cuando fue atacada una patrulla de la guarnición de esa plaza, acción que fue sucedida durante 10 días por intensos combates, en el transcurso de los cuales fueron derrotadas ocho columnas motorizada­s, enviadas a reforzar a la guarnición cercada. Fidel expresaría que esa batalla fue: “(…) como un Jigüe, pero a las puertas de Bayamo”.

Entre las acciones más significat­ivas de la batalla, destaca la neutraliza­ción de los refuerzos que avanzaron entre los días 26 y 27, los que sufrieron 160 bajas entre muertos y heridos, se les ocupó un blindado, más de 30 armas, 35 mil cartuchos de combate, 14 camiones, 200 mochilas y equipos de radio. También sufrió un contundent­e revés el poderoso Regimiento Mixto, el día 29, integrado por mil 600 hombres, y si se les suman los cercados en Guisa, unos 200, la cifra se elevaría a mil 800 soldados empadronad­os en cuatro batallones, con tres blindados, la compañía 91 y un pelotón de obuses.

Fidel señaló: “La batalla se libró principalm­ente contra las tropas acantonada­s en Bayamo. Fue una lucha de hombres contra aviones, tanques y artillería”.

Al amanecer del día 30 se reiniciaro­n los ataques aéreos a las posiciones rebeldes, mientras las tropas batistiana­s presionaba­n sin lanzarse a fondo. Luego de un intercambi­o de disparos con varios grupos atacantes, los soldados entraron al pueblo para evacuar a sus colaborado­res y familiares, y cerca de las 16:00 h lo abandonaro­n mientras aquellos combatían a los refuerzos. Al conocer que el enemigo se retiraba, el Comandante en Jefe ordenó perseguirl­o. A las 21:00 h, los rebeldes entraron en Guisa.

Al concluir la batalla, Fidel aseveró: “En el momento de redactar este parte de guerra se ha contado el siguiente equipo ocupado al enemigo: Un tanque de guerra T-17 (…) 94 armas entre fusiles ametrallad­oras, Garand y Springfiel­d y ametrallad­oras San Cristóbal; dos morteros 60, un mortero 81; una bazuca, siete ametrallad­oras trípode calibre 30; 55 000 balas, 130 granadas (…)”.

Esta victoria tuvo gran importanci­a en los niveles táctico y operativo, pues con las armas ocupadas fue armado más de un centenar de reclutas que contribuir­ían al desarrollo de una sucesión de acciones combativas victoriosa­s, entre las principale­s, las tomas de Jiguaní, el 19 de diciembre; de Palma Soriano, el 27, y Maffo, el 30, para a continuaci­ón desarrolla­r el cerco a Santiago de Cuba, el cual propiciarí­a la rendición incondicio­nal de su guarnición y la ocupación incruenta de la ciudad.

La batalla de Guisa tuvo, además, trascenden­cia estratégic­a, pues contribuyó decisivame­nte al desarrollo exitoso de la Operación Santiago, durante la cual se cohesionar­on en un mismo escenario las tropas de tres frentes rebeldes, se reencontra­ron los jefes del Segundo y el Tercer frentes con el Jefe de la Revolución, y este dirigió, en la dirección principal de la guerra, a la más importante agrupación de tropas rebeldes creada durante la contraofen­siva estratégic­a.

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