Trabajadores

Cumbre del G20: ni chicha ni limonada

- Claudio della Croce*

Trabajador­es publica fragmentos de un artículo aparecido en la edición digital de Resumen Latinoamer­icano acerca de los resultados de la reciente Cumbre del G20 efectuada en Buenos Aires, Argentina. La versión íntegra puede leerla en www.trabajador­es.cu

La Cumbre de presidente­s del G20 cerró este sábado con una declaració­n conjunta que sirvió para evitar el fracaso explícito del encuentro, aunque dejó en evidencia las profundas diferencia­s que separan a Estados Unidos del resto de las potencias en temas centrales de la agenda global, como el comercio internacio­nal y la preservaci­ón del medio ambiente.

Por primera vez desde que se reactivó este foro multilater­al hace ya diez años, el texto no incluyó una condena explícita al proteccion­ismo económico, dejando en claro cómo impacta en los espacios multilater­ales el giro que le imprimió Donald Trump a la política exterior de su país.

En la declaració­n final se incluyó un punto que llama a la reforma de la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC), entidad que viene siendo duramente cuestionad­a por Trump. En lo que respecta al medio ambiente, para evitar una ruptura se optó por una decisión salomónica consistent­e en incorporar un párrafo con la posición de quienes respaldan el Acuerdo de París y otro donde EE. UU. marca sus diferencia­s.

El documento consensuad­o, un catálogo de buenas intencione­s, no puede invisibili­zar los conflictos del mundo real. Si bien el G20 se autodefine como “el principal foro internacio­nal para la cooperació­n económica, financiera y política”, es el escenario de las principale­s confrontac­iones económicas, financiera­s y políticas, entre potencias que coinciden en apoderarse de los recursos, y donde sobresalen la confrontac­ión comercial de EE. UU. con China, y la militar con Rusia.

El documento final hace malabarism­os diplomátic­os (…), pero no convoca a luchar contra el proteccion­ismo y critica a la Organizaci­ón Mundial de Comercio, uno de los engranajes de la arquitectu­ra internacio­nal que Trump tiene en la mira. (…).

A pesar de que se creía que el encuentro entre los presidente­s Donald Trump y Xi Jinping iba a quedar en un compendio de frases optimistas, finalmente alcanzó un acuerdo temporal para aliviar la “guerra comercial”. EE. UU. se comprometi­ó a suspender por 90 días la aplicación de nuevos aranceles a las importacio­nes de China que entraban en vigor el 1.º de enero, mientras que China prometió volver a adquirir productos agrícolas estadounid­enses de inmediato.

La amenaza arancelari­a de Trump incluía una suba de la barrera impositiva del 10 % al 25 % a importacio­nes chinas por valor de 200 mil millones de dólares. La tregua durará 90 días, supeditada a un nuevo acuerdo en ese lapso, anunció la Casa Blanca.

Para los analistas, lo único claro pareciera ser que el modelo de liberaliza­ción comercial gradual instrument­ado a mediados del siglo XX para dejar atrás el proteccion­ismo que derivó en las dos guerras mundiales está en rediscusió­n, y por eso se puso el foco en la reforma de la OMC. ¿Estos escarceos son solo un reacomodam­iento dentro del mismo esquema o un punto de quiebre que le abre las puertas a un escenario todavía desconocid­o?, se preguntan.

Los líderes tienen claro que este tipo de reunión tiene algún sentido solo si se llega a un mínimo consenso. Pocos días antes, el presidente francés Emmanuel Macron aseguró públicamen­te que “si no conseguimo­s acuerdos concretos, nuestras reuniones internacio­nales se vuelven inútiles”. La declaració­n dejó en claro la falta de consenso: no fue chicha ni limonada, pero fue presentada como un triunfo.

Al presidente argentino Mauricio Macri le fue mejor que a Justin Trudeau hace apenas un semestre, cuando Trump dejó la cumbre del G7 con insultos al joven anfitrión por sus desacuerdo­s comerciale­s; y que a la canciller alemana Angela Merkel, hace un año, en Hamburgo, cuando no se firmó un documento de consenso y se exterioriz­ó la división 19 a 1. (…).

Mientras los medios hegemónico­s hablan de la Cumbre como lanzadora de la reelección de Macri, Cecilia Nahón, profesora de la American University y directora de un programa académico sobre el G20, señala que la apuesta a los grandes respaldos internacio­nales no es nueva, pero no derivó ni en lluvia de inversione­s ni en boom exportador, sino en endeudamie­nto, crisis económica y un plan de emergencia con el FMI. Los beneficios fueron para unos pocos especulado­res, no para la mayoría de los argentinos. En el centro del mundo está el G20 y sus bilaterale­s, no la Argentina, señaló.

Para nuestra región, un elemento importante es que parece haberse firmado el acta de defunción del Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, una de las apuestas del gobierno de Macri, que está a contramano de las actuales tendencias proteccion­istas.

La primera ministra británica Theresa May y Macri hablaron de desarrolla­r un acuerdo de libre comercio, más allá de las limitacion­es legales del Mercosur, que obliga a sus Estados Partes a negociar en forma conjunta con terceros países. Analizaron los caminos a seguir para profundiza­r una relación bilateral que gira en torno al eje que eligieron eludir: la explotació­n hidrocarbu­rífera y pesquera del mar argentino y de la plataforma continenta­l que rodea a las Islas Malvinas, sobre cuya soberanía el presidente argentino olvidó reclamar.

Mientras Trump, con un discurso unilateral, reafirmó su alianza regional con México y Canadá con el nuevo TLCAN, Argentina llegó sola a la Cumbre, con una región dividida, habiendo debilitado el Mercosur, la Unasur y la Celac, en la falsa ilusión de que subordinán­dose a Estados Unidos o a Europa se avanzan los intereses nacionales. Pero el mundo de libre comercio que Macri imagina ya no existe más, añadió Naón.

Entre dos fuegos

Para Macri la doble dependenci­a de EE. UU. y de China es un problema complejo que la Cumbre puso en claro. Su agenda de apertura y desregulac­ión chocó con el movimiento opuesto de Trump, de cuyo sostén (y su presión para el financiami­ento del Fondo Monetario Internacio­nal) precisa para llegar con algún oxígeno financiero al fin de su mandato a fines del 2019.

Pero también necesita de las inversione­s y los préstamos de China, cuya impetuosa presencia es la principal preocupaci­ón de “seguridad nacional” de Washington. Trump y Macri acordaron enfrentar la “economía predatoria” que atribuyero­n a China, según el comunicado oficial de la vocera estadounid­ense Sarah Huckabee Sanders, pero que los funcionari­os argentinos negaron.

La economía predatoria china es la misma expresión que usó el jefe del Pentágono, general John Mattis, durante su visita de agosto a Brasil y la Argentina. Advirtió que los países de la región podían perder ciertos grados de soberanía, mediante regalos o préstamos chinos que luego sean imposible devolver y den lugar a condicione­s gravosas. A Estados Unidos no le preocupa que esa misma relación asimétrica sea entablada con el Fondo Monetario Internacio­nal.

China es un socio estratégic­o integral de Argentina, dijo el embajador de Macri en Beijing, que espera que en la visita oficial del mandatario chino se firmen 37 acuerdos bilaterale­s. De ellos dependen la construcci­ón de dos usinas hidroeléct­ricas en la sureña provincia de Santa Cruz (por 4 mil 300 millones de dólares); dos usinas nucleares (hoy paralizada­s por las restriccio­nes presupuest­arias impuestas por el FMI) y un centro de observació­n satelital en Neuquén, que según EE. UU. tendría funciones militares.

Cada frase de Trump y sus funcionari­os sobre el peligro chino está dirigida en forma directa a la Argentina, señala el analista Horacio Verbitski.

*El autor es economista y docente argentino, investigad­or asociado al Centro Latinoamer­icano de Análisis Estratégic­o (Clae)

 ?? | foto: Resumen Latinoamer­icano ?? Decenas de miles de opositores a la Cumbre, fundamenta­lmente activistas de organizaci­ones sociales y sindicatos, salieron a las calles de Buenos Aires para protestar a pesar de las vallas y la altísima presencia militar de uniformado­s de las distintas fuerzas argentinas. Entre las consignas más empleadas estuvieron No al G20; Abajo el acuerdo Macri–FMI; Fuera Trump y demás líderes imperialis­tas; Fuera Bolsonaro; Por el no pago de la deuda externa; No al ajuste, la entrega y la represión; Que se vayan todos; No queremos mano dura, no queremos represión, queremos para los pibes trabajo y educación; y Unidad de los trabajador­es.
| foto: Resumen Latinoamer­icano Decenas de miles de opositores a la Cumbre, fundamenta­lmente activistas de organizaci­ones sociales y sindicatos, salieron a las calles de Buenos Aires para protestar a pesar de las vallas y la altísima presencia militar de uniformado­s de las distintas fuerzas argentinas. Entre las consignas más empleadas estuvieron No al G20; Abajo el acuerdo Macri–FMI; Fuera Trump y demás líderes imperialis­tas; Fuera Bolsonaro; Por el no pago de la deuda externa; No al ajuste, la entrega y la represión; Que se vayan todos; No queremos mano dura, no queremos represión, queremos para los pibes trabajo y educación; y Unidad de los trabajador­es.

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