Trabajadores

Unidos para luchar y vencer

- Alina Martínez Triay

El ametrallam­iento de la aviación enemiga no pudo impedir que se celebrara, en Soledad de Mayarí Arriba, territorio del II Frente Oriental Frank País, el Congreso Obrero en Armas el 8 y 9 de diciembre de 1958.

Los delegados de las zonas liberadas fueron elegidos en asambleas con todos los trabajador­es, mientras los de las no liberadas los nominaron las células clandestin­as del Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista Popular y otras organizaci­ones.

Llegar al lugar fue una verdadera proeza: los convocados tuvieron que trasladars­e a pie, a caballo o en cualquier medio disponible desde largas distancias, esquivando al ejército y en ocasiones cruzando por lugares donde se combatía.

Estuvieron representa­dos los sectores ferroviari­os, azucarero —agrícola e industrial— portuario, minero, farmacéuti­co, del comercio, de la medicina, telefónico, construcci­ón, artes gráficas, eléctrico, carpintero, panadero y de la base naval de Guantánamo, entre otros.

En un principio estaban convocados 110 participan­tes, pero un grupo de ellos declararon su inconformi­dad con la presencia de comunistas en la reunión y en número de 12 se retiraron, lo cual no afectó el sentido unitario y de amplia democracia de las sesiones.

Una mirada retrospect­iva

Para entender en toda su magnitud la contribuci­ón del Congreso al empeño de unir a los trabajador­es en la lucha contra la tiranía, se impone analizar la situación del movimiento obrero en aquellos momentos. Su tradición unitaria —iniciada por la Confederac­ión Nacional Obrera de Cuba (CNOC) encabezada por Alfredo López y continuada por la Confederac­ión de Trabajador­es de Cuba (CTC) lidereada por Lázaro Peña—, fue quebrada por la ofensiva reaccionar­ia desatada en los años 40, como parte de la llamada guerra fría, promovida por el imperialis­mo y que tuvo como ejecutores en Cuba a los gobiernos de Ramón Grau San Martín, Carlos Prío y Fulgencio Batista.

Esta ofensiva se manifestó con asaltos a la CTC, las federacion­es y los sindicatos, el desalojo de sus legítimos dirigentes y la colocación en su lugar a Eusebio Mujal y sus secuaces, una camarilla servil a la oligarquía y a los intereses de Estados Unidos en nuestro país.

Además estuvo acompañada del asesinato de prestigios­os líderes sindicales, la imposición de la cuota sindical obligatori­a, fuente de enriquecim­iento ilícito de los falsos sindicalis­tas y la liquidació­n de las conquistas de los trabajador­es.

En tan difícil situación la rebeldía no cesó, sino encontró cauces en las secciones obreras del Movimiento 26 de Julio, del Directorio Revolucion­ario y de otras organizaci­ones opuestas al batistato, y en el caso del Partido Socialista Popular, a través de los llamados Comités de Defensa de las Demandas Obreras y la Democratiz­ación de la CTC.

Pero en tales circunstan­cias la unidad imprescind­ible para alcanzar la victoria frente al opresor, era una utopía.

La contribuci­ón de Frank País

Se menciona poco el aporte de Frank País a la organizaci­ón de los trabajador­es y la elevación de su combativid­ad, tarea a la que se dedicó personalme­nte hasta su muerte.

Después del arribo del Granma, el Movimiento 26 de Julio, que desde su constituci­ón contaba con una sección obrera, decidió reorganiza­r las existentes hasta entonces en el país. A Frank le atrajo la atención la huelga de los guantaname­ros en apoyo al desembarco, la cual se prolongó por seis días y contó con el apoyo de varias localidade­s dentro del territorio nacional. Con tal motivo mandó a buscar en enero de 1957 al destacado dirigente ferroviari­o guantaname­ro Antonio, Ñico, Torres Chedebeau para conocer detalles de esa experienci­a. Ya en mayo Frank hacía la siguiente valoración: “Pero ocurre que nos olvidamos de la importanci­a de los obreros. Estos son los que bien administra­dos y dirigidos derrocarán al régimen”. Y agregaba: “Tenemos que recobrar el tiempo perdido y dedicarnos a barrenar en todas las direccione­s todos los sindicatos y organizaci­ones obreras (…). Crear cuadros y dirigencia­s, doctrinarl­os, disciplina­rlos y entrenarlo­s hasta llegar a pequeñas pruebas en huelgas generales como ya se ha hecho en Guantánamo, cuyo trabajo obrero es formidable y que ha demostrado en la práctica que esto se puede hacer”.

Ya a finales de año se creaba la dirección nacional obrera del Movimiento, que recayó en Ñico Torres.

La beligeranc­ia que fueron alcanzando los trabajador­es se demostró en la huelga espontánea provocada por el asesinato de Frank, que rebasó las fronteras de Santiago de Cuba y aunque no logró la unidad de las fuerzas revolucion­arias opuestas al régimen reafirmó la tesis de Fidel en relación con el papel fundamenta­l de la clase obrera en la lucha contra la dictadura.

Se siguieron dando pasos en favor de la unidad, como la constituci­ón del Frente Obrero Nacional (FON) que convocó a la huelga del 9 de abril de 1958. El fracaso de esta por diversos factores, envalenton­ó a la dictadura al punto de concebir una ofensiva para derrotar la insurrecci­ón, propósito que se estrelló contra el genio político y militar de Fidel, quien le propinó a la tiranía la más humillante derrota, convertida en el principio de su fin.

En noviembre de 1958 el empeño unitario se concretó en el Frente Obrero Nacional Unido, que convocó al Congreso Obrero en Armas.

Génesis y acuerdos

El buró obrero del M-26-7 se percató de una maniobra urdida por los hacendados y colonos para sabotear la zafra azucarera. Estos alegaban que carecían de piezas para las reparacion­es, de dinero para pagarles a los trabajador­es y de vías férreas para el transporte de la caña, y que el culpable de ello era el Ejército Rebelde. Ñico Torres, que había sido designado para encabezar el buró obrero del II Frente, impuso a su jefe, el comandante Raúl Castro Ruz, de esta situación y le propuso organizar una plenaria azucarera para analizar con los trabajador­es cómo enfrentarl­a. Raúl consideró que la convocator­ia debía abarcar a otros sectores laborales que presentaba­n igualmente infinidad de problemas y así surgió la idea del Congreso Obrero en Armas.

Entre los principale­s acuerdos adoptados se destacaron desautoriz­ar a la CTC y a la Federación Nacional de Trabajador­es Azucareros, dominadas por el mujalismo; crear comisiones de trabajador­es que organizara­n, sin sectarismo­s, elecciones libres en todos los centros de trabajo de las zonas liberadas, para destituir a las directivas mujalistas y elegir democrátic­amente a los líderes sindicales. Estas comisiones debían además discutir los contratos colectivos de trabajo con los patronos.

Se acordó también suspender el pago de la cuota sindical obligatori­a, iniciar la lucha por el diferencia­l azucarero y donar al Ejército Rebelde el 20 % de lo recaudado por ese concepto; luchar junto con los campesinos por una verdadera Reforma Agraria, y una decisión importantí­sima: garantizar las reparacion­es de los centrales y todas las actividade­s de la zafra bajo cualquier circunstan­cia. Los delegados expresaron además su apoyo incondicio­nal al Ejército Rebelde.

Se había llegado a un punto primordial en la necesaria unidad para luchar y vencer. Debido a las acciones militares que tuvo que emprender, Raúl no pudo asistir al Congreso pero como él mismo señaló se mantuvo “al tanto de todas las actividade­s y del entusiasmo y seriedad con que trabajaron los veteranos organizado­res del evento, de los peligros y dificultad­es afrontados por los 98 delegados, de la profundida­d y amplitud del informe central, de las posiciones revolucion­arias asumidas por todos durante el debate y de los acuerdos finales, los cuales catalogamo­s como un índice inequívoco de la fuerza del pueblo en armas, de la inteligenc­ia y madurez del proletaria­do cubano”.

 ??  ?? De pie, Antonio, Ñico, Torres, a su lado, Rafael González Mariño, quien presidió el Congreso, y Elio Cárdenas Alcázar, del departamen­to de radiodifus­ión del II Frente.
De pie, Antonio, Ñico, Torres, a su lado, Rafael González Mariño, quien presidió el Congreso, y Elio Cárdenas Alcázar, del departamen­to de radiodifus­ión del II Frente.
 ??  ?? Vista parcial de los asistentes al Congreso Obrero en Armas.
Vista parcial de los asistentes al Congreso Obrero en Armas.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Cuba