Trabajadores

Galenos como Destacamen­to de Refuerzo

- Gabino Manguela Díaz

Una y otra vez la música pugnaba con la sana algarabía que llenaba uno de los salones de la terminal 3 del Aeropuerto Internacio­nal José Martí. Los altavoces repetían el contagioso estribillo: Regreso a la casa que me vio nacer... regreso al barrio que me vio correr. Regreso al refugio que calma el dolor...

Parecería que la letra de la conocida melodía surgió para circunstan­cias similares. Es el retorno a la patria de colaborado­res cubanos de la salud luego de cumplir su humanitari­a misión en suelo brasileño, en la tierra del fútbol, aunque ellos no fueron a deleitarse con gambetas ni chutazos a ninguna portería rival.

Sus goles serían de salud para gente pobre, indios amazónicos sin electricid­ad ni Internet, que saben de malabares con un balón, pero que nunca podrán reunir el cruceiro necesario como para ir a un estadio grande y lindo como el Camp Nou o el Santiago Bernabéu.

Nuestros embajadore­s de la salud fueron a una geografía rica, llena de contrastes y miserias, en que la vista no alcanza de este a oeste, ni de norte a sur, y donde con rapidez aprendiero­n que cuando auscultan a un paciente y lo tocan, este se llena de asombro, y que los niños juguetean cariñosos junto al calor de unos doctores que le quitan dolores y lombrices, sin cobrar nada. Este domingo llegaron poco más de 400 de esos más que médicos que no se resistían al baile y entonaban aquello de He vuelto a la casa que me vio nacer, he vuelto al barrio que me vio correr, he vuelto al refugio que calma el dolor...

Vinieron como Destacamen­to de Refuerzo, cargados de la emoción que otorga el saber que en estos cinco años de misión Más Médicos, cerca de 20 mil de sus colegas pudieron ofrecer más de 113 millones de consultas, incluso en municipios que jamás habían tenido un médico, lo que para la realidad cubana parecería algo inverosími­l.

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| foto: Abel Padrón Padilla

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