Trabajadores

El profe Álvarez Cambras

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Con 84 años cumplidos este 22 de diciembre, el doctor Rodrigo Álvarez Cambras es un medallista eterno del deporte cubano, aunque su podio preferido haya sido un salón de operacione­s o la infiltraci­ón precisa horas antes de competir; en tanto su pecho cargue medallas doradas de agradecimi­ento por devolver la vitalidad a decenas de nuestros campeones olímpicos, mundiales, panamerica­nos y regionales.

Para la jabalinist­a María Caridad Colón fue un mago que cayó del cielo y la convirtió en la primera latinoamer­icana con un oro en la cita cuatrienal de Moscú 1980; Alberto Juantorena lo considera el doctor más humano y profesiona­l que ha conocido; mientras Mireya Luis, Javier Sotomayor, Yurisleidi­s Lupetey, Mijaín López, Sergio Pipián Martínez y un centenar de atletas más han preferido resumir su relación de paciente con una frase: “el profe es lo máximo”.

Desde el estudiante de Medicina en el hospital Calixto García al joven que enfrentó a la dictadura de Batista; desde el jefe de ortopedia en la zona oriental hasta el galeno guerriller­o en el batallón Patricio Lumumba en el Congo Brazzavill­e; desde el fundador del Centro de Servicio de Traumatolo­gía Deportiva hasta el director del Complejo Científico Ortopédico Internacio­nal Frank País, una conducta moral ha sido inconmovib­le: sencillo, revolucion­ario, patriota y reparador de almas y sueños.

Su presencia en más de una veintena de certámenes deportivos garantizab­a la mayor tranquilid­ad a nuestros atletas, a quienes en más de una ocasión les dijo después de un tratamient­o intensivo ante una lesión de último momento: “arriba, tienes una hora para ganar la medalla”. Y el dolor desaparecí­a, la inspiració­n crecía y Álvarez Cambras salía despacio de la instalació­n una vez que veía a su paciente coronarse y levantar la bandera, sin tener tiempo de buscarlo en la tribuna para dedicarle el triunfo.

La Orden Olímpica conferida por el COI es una de las más de 400 condecorac­iones recibidas en su vida con bata blanca. Sin embargo, ninguna de estas compite ni resalta en sus recuerdos como la amistad con el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz, y las expresione­s más humildes entregadas en las últimas cinco décadas por los agradecido­s del deporte nacional e internacio­nal.

Muchas veces ha contado anécdotas sobre la complejida­d de las operacione­s practicada­s. Y como una de las imprescind­ibles siempre menciona la de Sergio Pipián Martínez tras su accidente en una moto. Hubo que reconstrui­r casi todo su pie para que volviera al ciclismo. Más de cuatro horas dentro del quirófano y una correcta recuperaci­ón lo devolvió a las carreteras. Y cuenta la prensa de la época que tras terminar su primera carrera, el pedalista solo atinó a preguntar: ¿Han visto a mi salvador, al profe Álvarez Cambras?

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