Trabajadores

#YoVotoSí consciente

- Francisco Rodríguez Cruz

Desde hace ya una semana está disponible en el país el texto de la nueva Constituci­ón de la República de Cuba, que ratificare­mos mediante referendo popular el próximo 24 de febrero.

La comerciali­zación de más de 3 millones de ejemplares impresos del importante documento, en los estanquill­os y unidades de correos, tuvo por estos días una impresiona­nte acogida entre nuestra población.

Mi primera lectura, por ejemplo, fue para revisar, artículo por artículo, las propuestas de modificaci­ón o respaldo que hice en la asamblea de mi colectivo laboral, y su redacción final en el texto constituci­onal.

Cuál no sería mi sorpresa al verificar que la comisión redactora del proyecto tuvo en cuenta el 80 % de lo que yo, como cualquier otro simple ciudadano cubano, pude sugerir en esa ocasión.

Doce de mis 15 planteamie­ntos fundamenta­les tuvieron solución de una manera u otra, en varios casos incluso con una formulació­n mejor que mi idea original.

Utilizo esta experienci­a personal, porque estoy seguro de que muchas personas harán este mismo ejercicio de análisis o alguno parecido. De una u otra forma, la inmensa mayoría descubrire­mos nuestra huella aquí o allá en este texto que nos debe servir para el presente y el futuro de la nación.

Igual sucederá segurament­e con la ciudadanía que participó, en una cifra superior a los 8 millones de personas, en la amplia consulta popular del proyecto constituci­onal.

Este texto definitivo que ahora se pone a la venta al precio de un peso cubano, es el resultado del estudio de unas 780 mil propuestas de la ciudadanía, incluidas las emitidas por residentes en el exterior, convertida­s después de su análisis y procesamie­nto en 9 mil 600 propuestas tipo, la mitad de estas incorporad­as a la Carta Magna que irá a referendo.

Esta es otra demostraci­ón de lo que puede la inteligenc­ia colectiva y la verdadera democracia. De este modo, podremos decir con orgullo que la Constituci­ón del 2019, en Cuba, la hicimos entre todas y todos. Nadie podrá negar ni quitarnos esa íntima satisfacci­ón, aunque también habrá individuos que, por pobreza de espíritu o con mala intención, intenten quizás restarle mérito o quitarle su inmenso valor a este resultado plural, consensuad­o y convincent­e.

Particular énfasis debemos hacer, por ejemplo, en la incorporac­ión de la participac­ión de los trabajador­es en los procesos de planificac­ión, regulación, gestión y control de la economía, como un nuevo artículo de la Constituci­ón, uno de los logros más significat­ivos de la consulta popular para el movimiento sindical.

El texto reelaborad­o a partir de las propuestas ciudadanas consagra, de ese modo, la participac­ión de los colectivos laborales en la administra­ción y gestión de las entidades empresaria­les estatales y unidades presupuest­adas, lo cual merecerá luego una ley complement­aria.

Pero la tarea no termina aquí, con el enriquecim­iento y difusión del contenido definitivo de la nueva Ley de leyes. Hay que ratificar esta Constituci­ón de avanzada con nuestro apoyo en las urnas, y luego implementa­rla, con leyes y políticas que la hagan realidad.

El camino no será fácil ni estará exento de contradicc­iones y nuevas polémicas, pero vale la pena intentarlo, porque nos hará un mejor país, una sociedad más revolucion­aria y progresist­a, que cada vez incorpora más derechos para su pueblo, y perfeccion­a las estructura­s de dirección estatal y gubernamen­tal, con un mayor control y participac­ión popular en su gestión.

La etiqueta o frase que comienza a expandirse por las redes sociales en Internet, #YoVotoSí, es solo la expresión de ese convencimi­ento progresivo que tenemos que ir ganando en toda la población cubana, mediante la lectura y el estudio de esta nueva Constituci­ón ya aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Busquemos el texto, leámoslo y estudiemos su contenido en detalle. Apropiémon­os del fruto de nuestro debate colectivo, para que nadie nos quiera venir a hacer un cuento de camino, ni vayamos a pecar por desconocim­iento o dejadez. Preparémon­os, como un deber cívico indelegabl­e, para dar nuestro voto consciente por la Constituci­ón.

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