Y si un Héroe dice adiós
La muerte no tiene poder suficiente para borrar las huellas de una vida fervorosamente dada al trabajo creador y a la presencia protagónica en cualquier obra de construcción colectiva que requiera su participación, como lo hizo Francisco Rafael Martínez.
Apenas frisaba los 65 años de edad cuando, el pasado martes, su corazón dejó de latir, pero con su quehacer edificó un legado que lo hizo acreedor del título de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, y del respeto, admiración y cariño de quienes lo conocieron.
Con su fallecimiento el movimiento sindical pierde a un fiel colaborador y a un hombre de entrega total a la Revolución, cuya obra y principios defendió desde sus primeros pasos por las aulas de las enseñanzas primaria, secundaria y técnica profesional, en las que desempeñó diferentes responsabilidades en las organizaciones estudiantiles.
Con similar ahínco ocupó filas en el Ejército Juvenil del Trabajo, en la lucha por la soberanía de la República Popular de Angola (1977) y en los campos cañeros tuneros en 27 zafras del pueblo, en seis de las cuales resultó decimillonario.
Cuando cumplía misión internacionalista en Angola, por su comportamiento recibió como premio unas vacaciones en Cuba y no aceptó, alegando que solo regresaría junto a todos sus compañeros, una anécdota que bastaría para develar su personalidad.
Nació el 16 de junio de 1954, en el barrio El 48, del actual municipio de Jobabo, un sitio casi olvidado antes del triunfo de la Revolución.
Siempre combatiente de primera fila en cualquier trinchera; de todos los oficios prefirió, como el Apóstol, el de la imprenta, al que dedicó más de 37 años de su existencia, siempre muy apegado al quehacer de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores.
Su perseverancia le permitió mantener activa la vetusta máquina que operó por casi cuatro décadas, con tecnología capitalista y más de 115 años de explotación, devenida uno de sus principales desvelos.
Al morir ostentaba, entre otros reconocimientos, la Orden Lázaro Peña de I, II y III Grado; las medallas Jesús Menéndez, Hazaña Laboral, Combatiente Internacionalista, José Ramón Álvarez y de Vanguardia Nacional, esta última obtenida en 25 oportunidades.
Y si un Héroe dice adiós, sirva este, su currículo, como legado para que el ejemplo del humilde y fiel trabajador germine en las actitudes cotidianas en cada colectivo laboral, y estar a la altura de un hombre que, en vida, supo granjearse el cariño de todos.