El empeño en la proa de una pasión
armas más poderosas. Actualmente tenemos 12 atletas en el equipo nacional. ¿El sueño más anhelado y viable?, sin atisbos de regionalismo, lograr un Cuba solo de cienfuegueros”.
El entrevistado muestra orgulloso la activa dinámica del centro y destaca la seriedad del proceso de captación, elemento primordial a la hora de proyectar planes futuros. “Martes y jueves son los días para recorrer los municipios. Priorizamos a los muchachos de quinto y sexto grados, aunque mantenemos en la mira a cualquiera con potencialidades, siempre con el riesgo de que otros deportes más atractivos y de mayor difusión los ‘pesquen’”.
Sobre la marcha y bajo el manto de un calor azotador, saluda cariñosamente a un hombre ‘acicalado’ de grasa y virutas de madera. Unos metros después dispara con evidente respeto. “Merece más que medallas. Gracias a su inventiva y dedicación salva y repara embarcaciones, sin contar otras cosas”. Resaltó que su labor es menos complicada, gracias a la comprensión de sus familiares, quienes, a pesar de ciertas ansiedades respetan el peso de la responsabilidad.
Magisterio, feliz campo de batalla
Magdiel Rodríguez Santana es un hombre curtido en los duros menesteres del remo. Haber defendido los colores patrios en el ocho con timonel le confieren la autoridad necesaria para ser el jefe de cátedra y responsable del conjunto femenino 14-15 años.
“Mi vida siempre estuvo vinculada a esta modalidad. Luego del retiro decidí ser preparador. Me gusta, aunque no es una labor sencilla. Estoy enfocado en vincular las experiencias competitivas y pedagógicas. Hasta ahora me da resultado. Les inculco honestidad y amor por lo que hacen. Eso rinde frutos, pues hemos tributado ya siete atletas a la Escuela Nacional”.
Mientras su rostro tomaba una peculiar tonalidad reflexiva comentó que las dificultades y tensiones en el hogar forman parte de la cotidianidad. Su respuesta repleta de vitalidad y sentimiento selló el diálogo. “Cuando se ama la profesión no importan los sacrificios”.
El talento toma la palabra
Lídice de la Caridad Fernández tiene 15 años y ya la escolta una sana ambición. Su timidez verbal, contrasta con su físico, capaz de vencer cualquier deporte. Felizmente escogió el remo.
“Al inicio dudé un poco. Un día vine a ver unas competencias y me gustó. Mi mamá impulsó y aquí estoy. Durante la mañana entreno fuerte. Al mediodía voy a la escuela y por la tarde vuelvo a ejercitarme. Es duro, pero con la ayuda del profe Magdiel lo asimilo. Quiero llegar a ser grande”, afirmó la joya de la escuela sureña.