Trabajadores

Los riesgos de la camarera

- anita Perdomo Larezada

más cuidados propios, el ciclo se ite una y otra vez. Tos frecuente, catarro resistido a irse, tendinitis, bursitis que vuelve, los malestares la inflamació­n pélvica, son dolens descritas por mi vecina, una mude 52 años que a los 20 comenzó su a laboral como camarera de piso Varadero. Cuando la embullaron a traar en el principal balneario del s no imaginó el desgaste físico mún a un puesto considerad­o el s duro de la industria de ocio y sante de dolencias que poco a co han ido minándole el cuerpo. n sido 32 años de limpiar habitanes, de correr o levantar camas, ver pesados colchones, cargar as, manipular desengrasa­ntes, lizar lejía. Por más agotamient­o, por más e quisiera, mi vecina aún debeespera­r ochos años para poder icitar la jubilación, un tiempo el que ella bromea. “Si llego retiro, no me quedarán fuerzas para pintarme los labios”, jara. Para nada es bonche ni mucho nos un juego. El fenómeno de las cciones vinculadas a quienes pan el imprescind­ible cargo no asunto privativo de la Mayor de Antillas. En un destino de tanta erencia como el de España son ocidas las incansable­s demans de las Kellys (viene del juego palabras “las que limpian”), a asociación abanderada en la ha por el reconocimi­ento como ermedades profesiona­les de deminadas dolencias asociadas desgaste propio de este oficio de marera. No es de ahora que empleadas banas hacen igual planteamie­nen asambleas de afiliados, lo al sería un paso esencial para alar el peldaño del anhelo ma: ser jubiladas antes de las seis adas, la edad estipulada para mujeres en la Ley de Seguridad cial. Se trata, ha insistido el Sindicato cional de Trabajador­es de Hoteley el Turismo (SNTHT), de hacerle justicia a este cargo reconocien­do el sobreesfue­rzo de estas mujeres en su quehacer diario, y su contacto con productos químicos, argumentos planteados en la primera y segunda conferenci­as de la organizaci­ón, y también en el proceso asambleari­o previo al XXI Congreso de la Central de Trabajador­es de Cuba. Según las letras de la Ley 105 de Seguridad Social, en su Artículo 21, a los efectos de fijar la edad para obtener el derecho a la pensión ordinaria, los trabajos se clasifican en dos categorías, en la segunda, merecen estar las camareras de piso. Eso al menos sostiene el SNTHT. ¿Qué plantea la Categoría II? Pues se refiere a “Trabajos realizados en condicione­s en que el gasto de energías físicas, mentales, o ambas, son de tal naturaleza que originan una reducción de la capacidad laboral en el tiempo, al producirse un desgaste en el organismo no acorde con el que correspond­e a la edad del trabajador”. Cualquier parecido con la realidad de las camareras de piso es ¿mera coincidenc­ia? Para quienes ocupan el puesto, en su mayoría mujeres, pareciera justa la exigencia de pasar a la Categoría II y recibir sus beneficios. Ellas podrían retirarse con 55 años, siempre y cuando hayan prestado no menos de 30 años de servicios. Aunque el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, queda facultado para establecer o variar la relación de trabajos comprendid­os en la Categoría II, los primeros interesado­s en proponer soluciones debieran ser las Osde hoteleras, organizaci­ones superiores del Estado a las que mucho resta por hacer en pos de elevar la calidad de vida laboral de un puesto tan estratégic­o. Orquestar una eficaz organizaci­ón del trabajo que evite la sobrecarga laboral, duplicada cuando falta una camarera y no existe la cubrefranc­o, debieran ser pasos iniciales en el camino de “limpiar” los riesgos que hoy contaminan el oficio más duro del turismo.

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