Mano de obra desigual y ambigua
El Festival del Nuevo Cine Latinoamericano ya corre en los cines capitalinos desde hace varios días, y como siempre, filmes de temática obrera no faltan.
Entre ellos Mano de obra (México; David Zonana), que aspira al Coral de Ópera Prima. Un grupo de trabajadores levanta una residencia lujosa en Ciudad de México, donde son explotados y burlados; un suceso repentino les permite instalarse y formar una pequeña comunidad al margen de las leyes; dentro veremos algunas de las trampas y artilugios que ellos vivieron en su condición de asalariados. Más que una denuncia clasista —aunque no deja de serlo— esta notable cinta escudriña en el compartamiento humano en grupo, en el hombre como ser gregario que en determinadas circunstancias puede sacar lo mejor y peor de sí.
Pero no deja de advertir acerca de la nulidad de los sindicatos, siempre vendidos a las ambiciones infinitas de los dueños, prestos a explotar, a olvidar los derechos elementales de los obreros (como uno de los personajes principales, que debe auxiliar a su cuñada, viuda de un compañero en accidente de trabajo, acusado injustamente de alcoholismo; o el joven que por descuido rompe un cristal y se lo descuentan mes tras mes…).
Pieza coral, excelentemente ambientada y actuada, es uno de los platos fuertes de México, lo cual puede afirmarse igualmente del documental Midnight family (Familia de medianoche), también del país azteca. Dirigido por Luke Lorentzen, sigue a un núcleo de paramédicos que forma una pequeña empresa privada, pero sufren la desconsideración, el chantaje y el soborno de los propios pacientes.
Filme con la agilidad y el dinamismo de esas propias ambulancias, descuella por un preciso montaje, la acertada adecuación de técnicas ficcionadas y la sutileza de un mensaje que denuncia la indefensión del obrero en la sociedad contemporánea.