Por aquí no rueda el virus
Cuando el nuevo coronavirus no era noticia en el panorama mundial, el Departamento de Urgencias y Emergencias Médicas en Santiago de Cuba recibía como promedio diario unas 400 llamadas telefónicas para responder a diferentes situaciones sanitarias de esta provincia. Una vez que la COVID-19 se tornó pandemia las solicitudes de ambulancias se duplicaron, compulsadas no solo por la situación epidemiológica, sino por la ausencia de transporte público y la disminución de la circulación vial. Ante una y otra demandas se reformuló la organización del Sistema Integrado de Urgencias Médicas, conocido por sus siglas Sium. Según comentó a Trabajadores la doctora Onelvis Camejo Cuevas, jefa del mencionado departamento en la dirección de Salud en Santiago de Cuba, como primera medida se decidió reforzar la fuerza especializada que se encarga, durante 24 horas, los 365 días del año, de la recepción y clasificación de las llamadas. “Creamos un área dedicada únicamente a la atención de casos con manifestaciones respiratorias, con presencia de médicos y paramédicos y la opción de realizar llamadas por el 104, o por otro número habilitado únicamente para tales fines. “Del mismo modo, destinamos tres vehículos para el traslado de positivos y sospechosos y tripulaciones que cumplen 14 días en esas labores, y luego realizan la cuarentena establecida”. La joven licenciada Idalmis Lora Pomar es una de las protagonistas de la atención a ese tipo de pacientes y, según confiesa, por primera vez en su desempeño profesional se le contraponen sentimientos en el pecho. “Por un lado está la satisfacción de saber que eres parte de una historia singular, de pugnar entre la vida y la muerte. Por el otro, ser humano al fin y al cabo, sientes miedo, por ti, por los pacientes, por tus familiares, tus amigos, tus compañeros… este es un virus escurridizo, peligroso, con el que hay que extremar las medidas. “Por suerte, acá las hemos cumplido al pie de la letra y no se ha dado ningún incidente lamentable: nos ponemos bata, gorro, guantes, se desinfectan bien manos y pies, incluido el vehículo”. Luego de enfrentar cara a cara a la COVID-19, Idalmis permaneció en aislamiento durante 14 días y pasó igual número de jornadas en casa, con los suyos que tanto la extrañaban. “Después de eso me reincorporé al quehacer del Sium, no soy de andar huyendo de la responsabilidad y por suerte mis colegas están en el mismo bando”. Las historias personales de Eduard Estúar Tamayo y de Héctor Abréu así lo confirman. El primero lleva más de un lustro de trabajo en el Sium, el segundo se estrenó como trabajador de este sistema recién iniciaba el enfrentamiento al nuevo coronavirus. Ambos recibieron la preparación adecuada y cumplieron con las medidas de protección que les permitió salir “ilesos” en el tú a tú con la mortal enfermedad. “Yo, por ejemplo, estuve en el Balcón del Caribe, centro de aislamiento para extranjeros que llegaban a Santiago de Cuba, comenta Eduard, y después de la cuarentena estoy de regreso al servicio de urgencias y emergencias que no clasifican como respiratorias”. Allí tampoco se “baja la guardia”, y con apego a lo establecido cada paciente se atiende según las indicaciones de bioseguridad, más allá del alto número de asintomáticos. Por eso se cumplen con rigor los protocolos establecidos en las ocho ambulancias destinadas a las urgencias y las emergencias no respiratorias en la ciudad cabecera, algunas de estas con equipamiento especializado, capaces de dar respuesta a las situaciones más graves que se presenten. En la misión de enfrentar la pandemia, sin abandonar la esencia de su quehacer, el Sium en Santiago de Cuba ha tenido el apoyo de la Empresa Provincial de Transporte, particularmente Cubataxi, y la Cruz Roja Cubana. “Eso es de las mejores experiencias que nos ha dejado la actual situación sanitaria, comenta la doctora Onelvis Camejo Cuevas, ha sido una alianza por la vida, cada cual desde su desempeño. “Cuando hay que mover a muchos pacientes ahí están los seis ómnibus dispuestos para tales fines; cuando hay que trasladar altas, cubrir turnos médicos u otros requerimientos que no precisen de camillas, ahí están los taxis. Ganamos con la participación de todos”.