Trabajadores

El virus en la mira

- | Betty Beatón Ruiz

—¡Qué extremista! Estoy sola en la oficina. ¿A quién voy a contagiar por no tener nasobuco?

—¿Y si ahora mismo es una asintomáti­ca? ¿Usted sabe que el coronaviru­s se expande hasta ocho metros a través de un estornudo y permanece activo en distintas superficie­s por más de siete días? Incumplió lo establecid­o, le voy a poner una multa de 2 mil pesos, y sepa que pudo ser mayor, incluso de 4 mil. —¡Váyase a la…!

La escena, con algunas variantes léxicas, y con mayor o menor cólera, se repite por diversos escenarios laborales de Santiago de Cuba, territorio con alta incidencia de la COVID-19. Medidas van, otras vienen y la pandemia ahí, más que menos, con índices sin par en el presente junio.

¿Por qué, lejos de disminuir, aumentan los casos? La respuesta es compleja, como la vida misma, como la propia enfermedad, aseguran aquellos a quienes se les pregunta, aunque una cuestión encabeza la lista de las causas que impiden poner fin al feroz rebrote: las violacione­s de lo instituido, que se suceden aquí y allá, en el barrio, la cola, el transporte público y en los centros laborales.

La culpa, la maldita culpa la tienen algunos

Víctor Escalona Cuñat, jefe de Fiscalizac­ión y Control del Centro Provincial de Higiene, Epidemiolo­gía y Microbiolo­gía de Santiago de Cuba (CPHEM), y el equipo de inspectore­s que liderea, tienen sobradas evidencias de las fisuras existentes en los escenarios laborales, esas que el virus aprovecha para colarse en el cuerpo humano y hacer mella.

“Las brechas están tanto en el sector estatal como no estatal. La realidad apunta a que las personas, o bien se sienten agotadas por tanto tiempo de enfrentami­ento a la pandemia, o tienen exceso de confianza en que no les va a tocar, o en el avance del proceso de vacunación, y no cumplen lo que está probado resulta efectivo en el control del SARS-COV-2.

“La pesquisa activa y nominal, es decir, el chequeo sistemátic­o a cada trabajador para comprobar que no tiene síntomas; la disponibil­idad de hipoclorit­o de sodio con los niveles de concentrac­ión requeridos; el lavado correcto de las manos y la utilizació­n del paso podálico al entrar a los locales; la desinfecci­ón de superficie­s; el distanciam­iento físico y el uso del nasobuco son las reglas de oro para contener el avance de la COVID-19, pero se incumplen día tras día”.

Ante la detección de violacione­s los inspectore­s no andan con paños tibios, se penaliza, sí, en número y cuantías nada despreciab­les; no obstante parece ser poco efectivo, lo demuestran cifras como las decenas de institucio­nes de la provincia donde en lo que va del 2021 se han dado situacione­s epidemioló­gicas relacionad­as con el nuevo coronaviru­s.

“En este propio mes, por ejemplo, hemos visitado 3 mil 348 centros de trabajo e indicado 162 paralizaci­ones por condicione­s higiénicas desfavorab­les, comenta Escalona Cuñat. Además, se han impuesto 2 mil 292 multas, 125 de ellas a personas que anteriorme­nte habían recibido sanciones punitivas por la misma causa: violar lo establecid­o”.

¿Y qué más?

No es poco lo que se ha hecho en Santiago de Cuba para evitar que crezca, como lamentable­mente ha sucedido, el número de contagiado­s, e incluso los fallecidos. El decursar de los días confirma que es preciso mayor efectivida­d, y también disciplina y percepción del riesgo.

“A la CTC y sus sindicatos nos falta ser más perseveran­tes en la misión de apoyo al enfrentami­ento a la COVID-19, reconoce Inalvis Ayarde Guevara, miembro del Secretaria­do Provincial de la Central de Trabajador­es de Cuba.

Falta más, sin duda. En las sedes centrales de la Oficina del Conservado­r de la Ciudad y de la Empresa Eléctrica se evidenciar­on brechas que se dan en otros centros laborales.

Rostros descubiert­os y soluciones desinfecta­ntes sin la concentrac­ión de hipoclorit­o de sodio correcta, por solo citar dos cuestiones, estuvieron a la orden del día, particular­mente en la Empresa Eléctrica, donde otras violacione­s se hicieron tangibles.

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De la autora
| foto: Situacione­s como estas siguen latientes en una provincia donde crece el número de enfermos y fallecidos, no obstante las medidas de rigor ante el azote de la COVID-19. De la autora

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