Pasión por la historia
| A 65 años del Levantamiento Popular Armado de Cienfuegos
Le debía estas líneas a Andrés. Fuimos colegas, amigos, compañeros. A sus más de 80 años tenía una vitalidad y lucidez increíbles, pero la COVID-19 se lo llevó. Como obra de su vida dejó notable impronta en el quehacer periodístico y libros tan valiosos como
Hombradas, escrito a petición de Arnaldo Milián Castro, quien se desempeñaba como primer secretario del Partido en la antigua provincia de Las Villas, y El Levantamiento Popular del 5 de septiembre de 1957 en la ciudad de Cienfuegos, en coautoría con el igualmente investigador e historiador Orlando García Martínez.
Andrés García Suárez debe ser la persona que más haya conocido de lo acontecido en el Levantamiento Popular Armado de esta ciudad, el 5 de septiembre de 1957, calificado por el Comandante en Jefe como un significativo apoyo moral a quienes luchaban en la Sierra Maestra.
Fueron nueve libros y muchos los artículos publicados por él en el periódico cienfueguero y en otros medios de comunicación, sobre la base de lo recopilado por más de 40 años, al igual que Orlando, presidente de la filial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en este territorio. Así se resaltó durante la presentación del texto sobre la gesta patriótica cuyo aniversario 65 se cumple hoy.
Sin garantía procesal
Uno de los textos más interesantes, escrito por Andrés García Suárez, sobre los hechos referidos a esta fecha, y que guardo con celo, está titulado: ¿Cómo fueron enjuiciados los marinos y aviadores del complot el 5 de septiembre de 1957?
Señala en su parte inicial que sin la menor garantía procesal, con jueces, fiscales y defensores actuantes de señalada lealtad a la dictadura de Fulgencio Batista (…) apenas a 15 jornadas de los sucesos del Levantamiento Popular Armado en Cienfuegos, comenzaron en la Fortaleza de La Cabaña, en La Habana, bajo un manto de casi absoluto secreto, los juicios al primer grupo de complotados de la Marina de Guerra participantes en la acción, acusados por el delito de conspiración para la rebelión.
Y agrega el texto: “En aquella primera amañada vista procesal fueron presentados 31 marinos y oficiales, y contra trece de ellos el Fiscal solicitó pena de muerte por fusilamiento. No hacía más que cumplir el dictado del General, que aún sediento de sangre, exigía máximo rigor contra aquellos que habían puesto en ridículo la máxima de absoluta y total unidad monolítica castrense.
“Conscientes de que tal atrocidad recibiría la inmediata repulsa de la opinión pública nacional e internacional, los miembros del Tribunal decidieron que solo tres recibieran esa condena: el alférez de fragata José Ramón Quesada, el cabo carpintero Luis Acea Zerquera y el marinero regular Raúl Arquet Calaña.
“Gracias a la presión popular, tanto en Cuba como en el extranjero, la pena máxima fue conmutada por otra de 30 años de prisión. El resto de los marineros y oficiales acusados recibieron sanciones de entre 10 y 20 años de encierro. Todos, en definitiva, cumplieron apenas quince meses de prisión, pues en ese lapso triunfó la Revolución y fueron liberados”.
El recuento histórico agrega: “La Gaceta Oficial de la República de los últimos días de septiembre de 1957, publicó, además, la baja del servicio activo ‘por alta conveniencia’, de decenas de marinos a quienes no se pudo probar su participación en el alzamiento, pero sobre los que quedó la duda de su actuación contra el régimen.
“En sentido contrario, aparecen en ese documento oficial la concesión de ascensos y Órdenes de Mérito Naval, con aumento de sus salarios, a otro grupo de oficiales y marinos que combatieron a favor del régimen tiránico y se destacaron en esas acciones, incluso asesinando o golpeando fieramente a los rebeldes.
“Todas las condenas dictadas por los tribunales (…), en los juicios de este y los siguientes días, resultaban arbitrarias, pues en la mayoría de los casos los acusadores estaban totalmente despistados acerca de la participación real en los hechos que se juzgaban.
“En aquella suerte de macabra legalidad, se actuó con cinismo extremo, pues se llegaron presentar como acusados a los que habían abandonado clandestinamente el país y escaparon de la justicia.
“En la Fortaleza de La Cabaña se celebrarían durante los días 23 y 24 de septiembre de 1957 los juicios contra los pilotos y demás integrantes de las dotaciones de aviones de la tiranía que, en contacto con los jóvenes oficiales de la Marina de Guerra, desobedecieron las órdenes de su mando militar de ametrallar posiciones en Cienfuegos.
“Hombres de honor al fin, lanzaron al mar –con sus seguros puestos–, las bombas que debían descargar sobre las instalaciones del Distrito Naval del Sur, en Cayo Loco, y tampoco ametrallaron barrios de la ciudad, como sí hizo otro grupo (...).
“Fueron juzgados como traidores y condenados con altas penas en prisión, pero al igual que oficiales y marinos, cumplirían poco tiempo por el triunfo de la Revolución que los liberó. Algunos de aquellos pilotos serían poco tiempo después, en abril de 1961, héroes de Girón, al combatir piloteando viejos aviones contra la brigada mercenaria que el imperialismo lanzó contra la isla”. Sirvan estas líneas de tributo a héroes y mártires del Levantamiento Armado.