Trabajadores

Las costuras de nuestro béisbol

- | Joel García

Por estos días, en lo que esperamos detalles de una Liga Élite anunciada con nombres nada atractivos para la afición, dos eventos han atrapado al público beisbolero: la final nacional Sub-23 en la que Santiago de Cuba se puso este domingo a un triunfo de su tercer cetro; y la V Copa Mundial Sub-15 en México, donde Cuba discutía al cierre de esta edición el título con Estados Unidos.

En la lid doméstica Luis Ángel Torres fue clave desde el box en las aspiracion­es de los orientales para arrebatarl­e un éxito 4-1 a los naranjas en su propia casa del estadio Augusto César Sandino, acompañado de un batazo decisivo a la cuenta de Euclides Pérez (doble en el sexto para empujar dos corredores).

Este lunes los santiaguer­os irán por definir un campeón para un torneo que deja más dudas en las costuras que la propia pelota usada, pues a los pocos partidos jugados se suman una pésima defensa, números casi de fantasía en el pitcheo, y decenas de errores en el dominio de los fundamento­s técnicos del juego.

Todo lo contrario a lo disfrutado desde Hermosillo, México, con nuestra selección nacional Sub-15, arrollador­a en la etapa preliminar contra México, República Checa y Taipéi de China, y más tarde en la Súper Ronda frente a Panamá y Puerto Rico. Luego vendría la victoria sobre Japón por violación del límite de lanzamient­os del pícher nipón y una derrota contra Estados Unidos por nocao.

Sin embargo, insisto que estos muchachos: Alejandro Cruz, Segián Pérez, Alejandro Prieto, Daniel Reyes, Yaider Ruiz, Dulieski Ferrán, Mailon Batista, Roberto Peña y otros tantos que nos han clavado frente al televisor bien tarde en la noche, lo mejor que han tenido es la alegría, unidad y desenfado con que han asumido su tarea.

Hablar de que nos hacen recordar momentos gloriosos no es quizás la mejor comparació­n. Ellos salieron al terreno con el ABC que aprendiero­n a partir del talento natural y la enseñanza recibida de sus profesores. Y sobre todo a divertirse jugando. Podemos ganar o perder en la final. Ahí no radica lo más trascenden­tal de su labor. Con el amor que le han puesto basta para parafrasea­r al cantautor: ¿Quién dijo que todo está perdido? Estos peloteros vinieron a ofrecer su corazón.

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