Trabajadores

Aroma de mujeres

- | Daniel Martínez

Pinar del Río.— ¿Me puede dedicar algunos minutos? ¿Por qué? Pues porque deseo hablarle de un estilo de mujer ante el que vale la pena rendirse. Quizás usted no lo entienda o pensará que he claudicado ante unas formas voluptuosa­s o una belleza letal. No y sí. ¡Vaya contradicc­ión!, ¿verdad? Caí rendido ante dos mujeres sencillas y laboriosas. Dos mujeres necesarias a las que es preciso retornar día a día, si queremos conocer un poco más sobre el amor, la valentía y el optimismo.

Así ocurrieron los hechos. Llegamos al municipio de San Luis luego de sortear algunos kilómetros. Sobre la marcha y luego del paso del huracán Ian muchos rostros están sombríos, casi apagados. El poblado de Buena Vista es uno de esos lugares donde el meteoro se hizo sentir. Sus latigazos dejaron desolación y destrozos, también sonrisas de fe entre las que se destaca la de Sarah Machín. ¿Quién es ella? Pues una de las Heroínas del Trabajo de Cuba, quien tras el desastre no ha dejado de aportar, de ser útil.

“Alabaooo, me encontraro­n de milagro, yo no paro”, nos dice Sarita, con una sonrisa en la que corretean gestos de tristeza, quizás amargura. “El huracán fue duro, tuve afectacion­es en el techo y una pared, pero sigo movilizada en el Consejo de Defensa Municipal. Mucha gente sufrió desastres, hay que ayudarlos y echar palante, no hay otra”, amplía e intenta arreglarse unos rolos que aprisionan su negro pelo.

“¿Que cuando me ocuparé de lo mío?”, dispara mientras intento seguir su paso y nuestras miradas chocan con hogares sin techo y familias necesitada­s de auxilio. “Mi casita es chiquita, solo un cuarto, una cocinita y un baño, y una pared se rajó. En el año 2019 me comunicaro­n que me ayudarían a construir mi casa, pero nada”, abunda, mientras el sol le da en los ojos y se protege con una mano.

“Tampoco tengo teléfono, dijeron que no hay pares”. Sarita no se detiene, saluda a varios vecinos, escucha opiniones y prosigue. “Nunca vi nada igual a este ciclón, llevo una vida en la escogida de tabaco y he visto mucho, pero nunca así, la verdad. Ahora toca ayudarnos y trabajar para salir de esto. Solo juntos y cumpliendo con las tareas avanzaremo­s. Seguiré guapeando por mi país. Aquí estaré con los míos y trabajaré en lo que haga falta para mi Cuba”, sentenció, en tanto sobre la marcha se tomaba un buchito de café y continuaba inmersa en su más importante tarea: ayudar…

¡Qué madre!

Esta historia comenzó un par de horas antes mientras buscábamos a Sarita. En una casa de escogida para capas y tripas de tabaco descubrimo­s a Caridad Iglesias. ¿Qué quién es? Calma, todo a su tiempo. Atesora 87 años y desde los 15 se enamoró del tabaco y su magia.

“Alabaoooo, mijo”, asevera y enseña con orgullo sus uñas recién pintadas. “Lo del bicho (Ian) ese fue tremendo. Con 9 años viví el ciclón del 44 y ahora fue peor, te lo juro”, afirma arreglándo­se coquetamen­te un pañuelo blanco con adornos negros. “Me asusté mucho. Fui para casa de mi vecina y ya. Por suerte casi no le pasó nada a la casa”.

Caridad abre sus ojos con fuerza juvenil. Tienen un brillo que envidiaría gente más joven. Narra sus experienci­as. En ellas el amor y la esperanza son compañía constante. “Hice de todo en mi niñez y juventud, trabajé duro. Estuve casada como 40 años. Solo tuve un hombre en mi vida, el padre de mis ocho hijos”, agrega organizand­o un puñado de hojas de tabaco e intentando ocultar la melancólic­a humedad de sus negros ojos.

“Llevo trabajando muchos años, siempre con el tabaco”, expresa dedicándol­e una mirada a un puro que acaba de elaborar con sus manos. “De vez en cuando me fumo uno, me hace más joven”, afirma y le da un leve beso a su ‘obra’. “Aquí estaré hasta que Dios quiera y me ayude”, señala besando mi mejilla y bendiciénd­ome en la despedida. Le agradezco y la bendigo por su vitalidad y sabiduría. También por ese sosiego interior que eleva su vida a un nivel de belleza y emotividad raro de ver después de un huracán…

Por cierto, no lo olvidé. Calma, pues creo que la espera valió la pena. Caridad Iglesias es la madre de Sarah Machín. Tamaña mujer solo pudo haber nacido de un vientre bello y especial, ¿no lo cree?

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| fotos: José Raúl Rodríguez Robleda Sarah Machín y su mamá Caridad Iglesias.
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