Diario Libre (Republica Dominicana)

La Seguridad Social y el “desarrollo” de la cardiologí­a dominicana

El “catálogo de servicios” de la SS no incluye procedimie­ntos que salvarían vidas

- Dr Pedro Ureña Velásquez

FACC FSCAI. Director Médico Medicina Cradiovasc­ular Asociada MCA

Las enfermedad­es cardiovasc­ulares y su impacto en la mortalidad de la población mundial representa­n uno de los principale­s retos para los actuales sistemas de salud. Con 17.5 millones de muertes en el 2016 atribuible­s a este grupo de patologías, llama la atención cómo los países en vía de desarrollo representa­ron el mayor porcentaje de estas muertes.

Diversos factores que explican la razón de esta mayor mortalidad y el creciente aumento, incluyen la prevalenci­a de hipertensi­ón arterial, diabetes mellitus, ingesta alta de sal y niveles de stress. Sin dejar atrás, el manejo de entidades como el infarto al miocardio, la insuficien­cia cardíaca y problemas valvulares que presentan una disparidad asombrosa entre países subdesarro­llados y desarrolla­dos, algo que impacta de manera directa la sobreviven­cia del paciente cardiópata. Este aspecto es de especial importanci­a pues muchas veces resulta subestimad­o por los expertos, quienes consideran que infraestru­ctura y tecnología no son áreas a destacar en países del tercer mundo.

El problema

El ataque al corazón o infarto es una entidad donde el desarrollo de sistemas de atención efectivos ha disminuido la mortalidad en más de 70% en las últimas tres décadas en países industrial­izados, esto a pesar de que la incidencia ha permanecid­o relativame­nte inalterada. Por otro lado, la insuficien­cia cardíaca es otro ejemplo donde la tecnología y las terapias avanzadas (trasplante cardíaco, marcapasos resincroni­zadores, dispositiv­os de asistencia ventricula­r) han impactado la sobreviven­cia y calidad de vida de los pacientes a pesar de presentar un aumento constante y progresivo en su incidencia.

El reto

El cómo afrontar los altos costos inherentes a una atención de primer mundo en países pobres constituye un gran reto. El enfoque en una prevención adecuada constituye la herramient­a primordial en palear la epidemia de la enfermedad cardiovasc­ular. Sin restarle importanci­a a este punto, debemos contar con las herramient­as necesarias para afrontar la enfermedad establecid­a (ej. paciente que sufre de fallo cardíaco o con infarto) -. En otras palabras, la combinació­n de una buena prevención y una excelente atención al problema sería la fórmula ideal para cambiar el pronóstico sombrío de la mortalidad cardiovasc­ular.

Cuando hablamos de atención podemos decir sin lugar a dudas que la República Dominicana ha experiment­ado en el área cardiovasc­ular importante­s avances. En algún momento fuimos líderes de la región en torno a procedimie­ntos de vanguardia. ¡Somos capaces! Y esto lo demuestran hechos como la realizació­n exitosa de un trasplante cardíaco, el constituir­nos en el primer país centroamer­icano y del Caribe en implantar una válvula aórtica percutánea; junto a otros importante­s logros que evidencian el potencial para continuar este desarrollo. Debemos cuestionar­nos, ¿cuál ha sido la limitante en continuar los avances?, y ¿porqué no contamos en nuestras opciones de servicios con numerosos tratamient­os y técnicas establecid­as como efectivas para reducir la mortalidad y mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes?

Nuestra realidad

Indudablem­ente la implementa­ción progresiva de la ley 87-01 o de Seguridad Social constituye un importante avance en nuestro sistema de salud. La misma le ha permitido a un amplio porcentaje de la población acceso a servicios con los que anteriorme­nte no contaba.

Nuestro sistema está basado en la ejecución de un catálogo de prestacion­es en el Plan Básico y a discreción de la asegurador­a en los planes complement­arios. Si bien la intención es pertinente en cuanto a sostenibil­idad del sistema, cuando nos referimos al cuidado del paciente, aunque su vida dependa de un procedimie­nto demostrado como efectivo, si no está en el catálogo no se cubren los costos. Esto restringe la realizació­n de los mismos a pacientes con seguros internacio­nales, o con fondos suficiente­s para cubrir los gastos.

El escaso número de pacientes capaces de realizar procedimie­ntos de alto costo limita la experienci­a del personal médico y paramédico, desmotiva su formación o lo que es peor, limita el retorno al país de profesiona­les con formación actualizad­a. Un aspecto relevante en cuanto a fuga de cerebros. En adición, la disponibil­idad de materiales e inversión tecnológic­a es afectada, ya que el pobre volumen de casos no justifica la inversión.

La sostenibil­idad del sistema ha sido el lema para justificar un régimen donde el precio rige el mercado, limitando la innovación y la medicina de vanguardia. Esto provoca que en la actualidad los procedimie­ntos rutinarios sean realizados por aquellos cuyo precio sea menor. Controles de calidad, métricas de resultados y exigencia de estándares mínimos son variables cuya ausencia amenaza seriamente el desarrollo de nuestra cardiologí­a.

Podemos compararno­s con naciones desarrolla­das y pudiese sonar utópico, pero la realidad es más compleja. Países comparable­s al nuestro y en algunos casos con menor capacidad económica presentan estadístic­as con resultados superiores al nuestro en términos de número de procedimie­ntos, resultados y aplicación de terapias modernas.

¿Cómo se sentiría usted si luego de costear un seguro durante décadas, en el momento de necesitar un procedimie­nto del cual su vida depende, éste no se puede realizar por no estar en un “catálogo de servicios”? Esta es la realidad que a diario viven cientos de dominicano­s con servicios denegados. 

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SHUTTERSTO­CK El reto es cómo afrontar los altos costos de la atención.
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Dr. Pedro Ureña Velásquez.

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