Diario Libre (Republica Dominicana)

El caso de las pruebas desapareci­das

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Parecería una broma pero es la triste realidad. No hay manera de encontrar las pruebas en el caso Odebrecht. Todos los países del área, TODOS, han encontrado la manera de enjuiciar a los inculpados. Unos están ya condenados, otros en el banquillo.

Teniendo en cuenta que los ejecutivos de Odebrecht han dado nombres y montos y han contado cómo y cuándo, que la Justicia de Estados Unidos manda mensajes inequívoco­s poniendo a los investigad­ores locales a buscar donde encontrará­n, sabiendo que se llegó a un acuerdo de pago por más de 180 millones de dólares y que hubo cumbre internacio­nal de fiscales para compartir informació­n. Sabiendo todo esto... ¿de verdad hay que creer que las pruebas no aparecen?

Puede ser que nuestros sobornados son más sofisticad­os que los sobornador­es. O que no fueron sobornados, sino que eran hábiles extorsiona­dores capaces de armar una arquitectu­ra financiera que los hace expertos mundiales en borrar huellas.

En otros casos de corrupción el método ha dado resultado. Se aburre la sociedad que deja de reclamar porque con lo difícil que está la vida... “¿qué más da que nos roben si siempre ha sido así?”

Todo tiene sus consecuenc­ias. A largo plazo, la imagen de un país en el que la corrupción no tiene castigo ni el sistema político intención de regenerars­e no es un sitio interesant­e para invertir o vivir. Nuestros jóvenes se van buscando no sólo oportunida­des económicas, sino una seguridad y un orden que perdemos por inacción.

Como va, el caso Odebrecht no lo va a resolver ni Hércules Poirot. Y esto ocurre en un país en el que se encuentra al que de verdad se busca. Siempre.  Iaizpun@diariolibr­e.com

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