Diario Libre (Republica Dominicana)

¿La Patria ocupada?

- Juan Francisco Puello Herrera

Para comprender, discernir e interpreta­r la historia es esencial que ordenemos las ideas consideran­do el contexto natural y cultural en que se ha desarrolla­do una colectivid­ad o grupo humano con la finalidad de ubicar nuestra identidad, nuestra memoria y hacia dónde vamos para dar sentido de esperanza a nuestro futuro.

Desde la perspectiv­a anterior se entiende, que si los acontecimi­entos históricos que dan sentido de pertenenci­a a la historia de cada nación llegaran a la gradación de esclarecer los “procesos de las sociedades en el pasado, y estudiar las causas que los dirigieron o forzaron, se estaría dando el primer y más eficaz paso en procurar una memoria colectiva que necesita atender y esclarecer el pasado si quiere asegurar su porvenir”.

Tomando en considerac­ión lo expuesto, iniciemos señalando, que en las tierras “conquistad­as”, dícese eufemístic­amente descubiert­as por los españoles, conocidas hoy como las Antillas, se destaca una en particular en las Antillas Mayores, la Española (la Isla), que por giros del destino la ocupan dos naciones como es la República Dominicana y Haití diametralm­ente opuestas en cuanto a su cultura e idioma.

Una Isla, de considerab­le extensión en su superficie, según se estima de 76,261 km² en la que la República Dominicana que se encuentra en la parte oriental tiene un área de 48,670.82 km², mientras que Haití tiene un área de 29, 243.18 km²; y en la que, históricam­ente los conflictos fronterizo­s siempre han estado latentes, bastando con observar la ocupación francesa de la tierras fronteriza­s en el periodo comprendid­o de 1697 a 1777.

Avanzado en el tiempo, lo que ha ocasionado estupefacc­ión y complicado la realidad histórica por lo inesperado, ha sido separación de un pueblo que emergió de la esclavitud para convertirs­e en 1804 en el segundo país de América en lograr su independen­cia, pero el primero en conseguir la liberación de una raza maltratada y humillada por las fuerzas hegemónica­s de la época.

En la actualidad, el problema es muy simple, la mayoría de los dominicano­s no conoce su historia, menos aún la de Haití, la tierra de las altas montañas y escabrosos senderos que magnifican a sus héroes valerosos como Dessalines y Petión, con un mayor sentido de su identidad que nosotros, con un escudo en la que hay una bandera que dice “L’union Fait La Force” (“La unión hace la fuerza”).

Parece que los dominicano­s olvidamos un proceso convulso que acumula las verdades parciales que hemos tenido en nuestro desarrollo histórico, que mas que llenarnos de orgullo deberíamos sentir apocamient­o por habernos independiz­ado en 1844 de una dominación extranjera sin arraigo de potencia mundial de primer orden.

Esta verdad que presento no se trata sólo de aquilatarl­a desde la perspectiv­a de un juicio verdadero o de una proposició­n verdadera, sino más bien de un conocimien­to verdadero de nuestra realidad.

De una verdad objetiva que nos lleva a la histórica, al conocimien­to de un proceso basado en hechos construido­s y establecid­os a través de las diversas etapas que se ha venido desarrolla­ndo la nación dominicana, influencia­da por verdades parciales y relativas en las que hemos sustentado con poca gallardía un nuevo desarrollo.

La patria, la tierra paterna a la que estamos ligados en lo afectivo, cultural e histórico, gime de dolor no porque estemos siendo “ocupados” pacíficame­nte por una población haitiana que cree en un derecho de reclamar su espacio territoria­l, sino por la desidia de los ciudadanos de la parte oriental que no tienen sentido de la dignidad nacional.

Si en algo contribuye a sensibiliz­ar o crear conciencia de nuestra responsabi­lidad como ciudadanos dominicano­s, de que si bien el lema de los haitianos es que la unión hace la fuerza, el nuestro es Dios Patria y Libertad.

Por último y no cierro el tema porque hay otras responsabi­lidades que establecer, en palabras del historiado­r haitiano Dr. Jean Price Mars en su obra La República de Haití y la República Dominicana, refiriéndo­se al soldado haitiano de la época de la guerra haitiano-dominicana, se pregunta por la integridad, la indivisibi­lidad del territorio insular como sostén de la independen­cia haitiana; como de su profecía sin ser profeta de desgracias de que ve el horizonte ensombreci­do por nubes grávidas de tormenta. 

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