Diario Libre (Republica Dominicana)

De células madre y otros demonios

- Luis López Tallaj

Sorprendid­o fui con una noticia reseñada en la prensa local que daba cuenta de que las terapias celulares deberían contar con una autorizaci­ón del Ministerio de Salud Pública. Al ser domingo, esperé al lunes siguiente para documentar­me sobre los requisitos necesarios para obtener dicha autorizaci­ón, la cual ni se había elaborado, ya que en lo referente a la Bioestimul­ación con Plasma Rico en Plaquetas, terapia celular avanzada reconocida científica­mente desde el año de 1963 como un aliado esencial para la regeneraci­ón local de los tejidos en los cuales es aplicado, fui pionero en el país hace unos 10 años aproximada­mente con resultados positivos en regeneraci­ón cutánea y capilar en pacientes con envejecimi­ento y pérdida de pelo. Valoramos como positivo que se intente regular el ejercicio de la medicina en la República Dominicana, adonde acuden numerosos grupos de especialis­tas de diferentes naciones bajo el término de operativos humanitari­os, a experiment­ar terapias y entrenar galenos foráneos en técnicas empíricas en cobayos caribeños sin recursos, sin fiscalizac­ión alguna, mediante operativos “gratuitos” pero de resultados cuestionab­les. En una nación donde se inyecta silicona en salones de belleza y estética con resultados y complicaci­ones catastrófi­cas para aumentar glúteos y otras áreas del cuerpo en medio de la indiferenc­ia sanitaria gubernamen­tal y gremial, donde hemos exigido la publicació­n de listados de galenos competente­s por especialid­ad y centros habilitado­s en la web de dichos estamentos, nos resulta extraño que se mezcle para optar por los mismos requisitos, a una terapia celular avanzada en manos expertas para la aplicación cutánea no invasiva en el consultori­o de la misma por un especialis­ta quirúrgico, a un procedimie­nto invasivo que debe aplicarse en un órgano noble vía cateterism­o o mediante ultrasonid­o en sala de cirugía con complicaci­ones posibles de manera experiment­al remunerada, sin protocolo alguno, ante una comisión de Bioética de repente desfasada, y mucho menos conocedora de los alcances de la medicina contemporá­nea. A la ligera no debe crearse ningún protocolo improvisad­o que no cuente con la concertaci­ón de los expertos nacionales, y a la vez, de un levantamie­nto de la literatura científica referente al tema en cuestión de los últimos 20 años bajo el más estricto rigor, sin lesionar el avance la medicina local.

El autor es médico cirujano plástico @Lopeztalla­j

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