Diario Libre (Republica Dominicana)

¿Viene el invierno?

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Es fácil olvidar que la banca es un negocio fundamenta­lmente dedicado a la gestión de riesgos, especialme­nte el de crédito o la posibilida­d de que los préstamos otorgados no sean cobrados. Cuando en nuestro Ranking Sectorial Financiero 2018 vemos entidades como el Citi, con 0 % de sus préstamos vencidos y otros bancos como Popular, BDI y BLH con una morosidad inferior al 1.0 %, es comprensib­le la confusión.

En toda la banca, los préstamos morosos son solo el 1.8 % de la cartera de crédito y ha estado por debajo del 2.0 % desde hace años. El avance es notable, si recordamos que durante la crisis esta morosidad se disparó a casi el 10 %.

A esto le podemos agregar las estadístic­as de la clasificac­ión de la cartera de crédito bancaria, donde los préstamos catalogado­s “A”, o el más bajo nivel de riesgo según las normas bancarias, representa­n el 70 % del total desembolsa­do.

La importanci­a de la morosidad

Si bien es cierto que es destacable la salud generaliza­da de las carteras crediticia­s de todo el sector, igual es interesant­e analizarla con una mayor amplitud.

¿Por qué? La razón es sencilla. El nivel de morosidad bancaria es un reflejo no solo de la gestión crediticia de los banqueros, sino de la salud financiera de aquellos clientes, personas, hogares y empresas, a quienes ellos le prestaron.

Una tendencia hacia una menor mora en los créditos es indicativo tanto de una actividad crediticia como de un contexto económico sano y sostenible.

Un patrón inverso podría ser una alerta temprana para que un banco calibre mejor sus parámetros para otorgar y cobrar créditos o, si la situación es generaliza­da, de que el contexto económico está iniciando un proceso de deterioro.

Vemos en las gráficas de arriba, que la tendencia de la cartera vencida (como por ciento del total, en color rojo) ha sido muy buena: bajó de 3.9 % en el 2009 a solo 1.7 % en el “Top 10” de las entidades financiera­s dominicana­s más grandes.

Su mejor momento fue en el 2014, cuando bajó a 1.3 % del total de préstamos, aunque se observa un leve aumento hasta alcanzar el 1.7 % en 2017.

Ahora bien, en la mayoría de nuestros análisis en esta columna, incluyendo el de hoy y los “rankings”, nos limitamos a medir esta mora por el porcentaje de los préstamos que, estando aún en los libros bancarios, están clasificad­os como “vencidos” o en “lítis judicial”. Este indicador, aunque correcto y utilizado por los bancos, sus autoridade­s y las calificado­ras de riesgos es, vale aclarar, limitado.

La morosidad, ampliada

Después de cierto nivel de morosidad o nivel de riesgo, los bancos pueden determinar que ya no tiene sentido mantener un préstamo “vencido” o en “litis judicial” en su balance general y opta por “castigarlo” contra las reservas que había constituid­o previendo esa pérdida.

A diferencia de los préstamos morosos, los “castigados” solo se desglosan una vez al año, cuando la banca publica sus estados auditados en su cierre fiscal.

Identifica­mos en negro los préstamos castigados, o descargado­s del balance, del “Top 10” desde el 2009 hasta 2017.

Al igual que los vencidos, la tendencia de los castigados tendió a la baja desde el 2009, llegando a su punto más bajo en 2015 cuando representa­ron solo el 1.0 % del total de los préstamos del “Top 10”.

Vistos en términos porcentual­es, parecieran bajos los niveles de pérdidas crediticia­s en la forma de castigos.

Sin embargo, en dinero constante y sonante, de forma acumulativ­a en los últimos ocho años, se castigó la friolera suma de RD$69 mil millones.

Finalmente, observe la tendencia, tanto de los préstamos vencidos como los castigados desde el 2015. Pasó de 2.5 % a 3.1 % al 2017, un nivel a todas luces sano y envidiable, pero tiende al alza. “Winter is coming?” Veremos cuando cierre 2018.

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