Diario Libre (Republica Dominicana)

Nuestro Papa Musical

CONVERSAND­O CON EL TIEMPO

- Por José Del Castillo

Escuchar el Lp Papa Molina y la Súper Orquesta San José nos traslada al centro de la pista de un baile de gala en el Night Club o nos apoltrona expectante en el estudio principal de La Voz Dominicana, hábitat de este emblema de la edad dorada de la música dominicana.

EL CASO MÁS SEÑERO de una big band criolla y su nexo con los medios de comunicaci­ón lo ofreció la Súper Orquesta San José, principal agrupación de planta de La Voz Dominicana, radiodifus­ora desde los 40 que en 1952 sería pionera de la televisión en el país. Celebérrim­a por las audiciones musicales en vivo, emisiones teatrales diarias, informativ­os, cuadros de danzas y concursos de nuevos talentos, y por la esperada Semana Aniversari­o, un desfile deslumbran­te de estrellas de relieve internacio­nal. Ramón Antonio Molina Pacheco, un mocano nacido en 1925, figura desde 1942 raigalment­e ligado a la historia de esta empresa, como trompetist­a, director orquestal, compositor y arreglista, con el abreviado artístico de Papa Molina. Homenaje merecido esta semana, la designació­n con su seña del antiguo Night Club, ahora remodelado como salón de actos.

Fue a partir de la Lira del Yuna dirigida por Rey Fernández, ya con nuevo nombre desde el 43, que la San José se fue moldeando. El cubano Julio Gutiérrez, contratado como director en 1944 y otras veces, hizo sus aportes. Los dominicano­s Simó Damirón y Luis Rivera, el panameño Avelino Muñoz, el mexicano Antonio Escobar y el cubano Pepín Ferrer –quien quedaría como pianista– fueron perfilándo­la. Hasta asumir Papa Molina, quien la había dirigido intermiten­te, la batuta plena en su época de mayor esplendor, apoyándose en magníficos arreglos de Reyes Alfau, Bienvenido Bustamante y los propios del laborioso director.

Como verdadera big band batuteada por el destacado trompetist­a Papa Molina, expresó el estilo del swing en merengues, boleros, salves, mangulinas, mambos, beguines y otros géneros, más notorio en los arreglos instrument­ales de Reyes Alfau, Bustamante y Papa. Ejecutados en forma más suelta, los merengues de la Súper agregaron la tumbadora cubana a la tambora dominicana en la línea de percusión y el tumbao rítmico caracterís­tico en el piano. Sus boleros memorables estuvieron marcados por sofisticad­os arreglos. Actuaba en la programaci­ón diaria de la TV, el Radio Teatro al Aire Libre, el Night Club y en la Semana Aniversari­o acompañaba a las estrellas extranjera­s. Antes, realizó rondas con artistas nacionales y extranjero­s por los principale­s teatros.

Desde que la TV llegó con La Voz Dominicana me expuse al sonido único, limpio, perfectame­nte sincroniza­do de la orquesta San José. Siendo niño, al llegar del colegio, me situaba frente al televisor, encandilad­o por esa caja mágica, para admirar la actuación de los músicos y los vocalistas. Al vivir a pocas cuadras de LVD, cuantas veces podía acudía al estudio principal, al Radio Teatro al Aire Libre y ya adolescent­e al Night Club. En Lo Toma o lo Deja, me expuse ante el jurado encabezado por Contín Aybar y Bruno Pimentel.

Di seguimient­o diario a la Semana Aniversari­o, que coincidía con las vacaciones escolares, desde que se inició la TV. Recuerdo la banda bajo la batuta de Avelino Muñoz y de Papa Molina con sus magníficos solos de trompeta en temas como Evocación, de su autoría. Acompañand­o a Lope Balaguer, Colás Casimiro, Lupe Serrano, Casandra, Armando Recio, Jerry Pellerano, Guarionex Aquino, Tony Curiel, Napoleón Dhimes, Francis Santana, Elenita Santos, Grecia Aquino, Lucía Félix, Criolla Hidalgo, Fellita Puello Cerón, Luis Vásquez, Alejandro Dandrades. Y por supuesto, a Joseíto Mateo, Milito Pérez, Vinicio Franco y a un joven larguiruch­o llamado Johnny Ventura.

Como orquesta de gala de la Semana Aniversari­o, admiré su trabajo con figuras emblemátic­as de la canción romántica latinoamer­icana como Pedro Vargas, Fernando Fernández, Néstor Mesta Chayres, Nicolás Urcelay, Hugo Avendaño, Juan Arvizu, Alfonso Ortiz Tirado, Libertad Lamarque, Toña la Negra, María Luisa Landín, Lucho Gatica, Bobby Capó, Fernando Leyba, Vicentico Valdés, Fernando Álvarez, Daniel Riolobos, Antonio Prieto, Carmela Rey y Rafael Vásquez. Sus excelentes instrument­ales se confundían con los de las mejores big bands de la época.

Muchos boleros nuestros los oí por vez primera salidos del repertorio de esta orquesta y los vocalistas de La Voz Dominicana. Entonces no reparaba en sus autores, pero sí en cantantes y temas. Mi Gloria, Melancolía, Peregrina sin amor, Al retorno, Paraíso soñado, Egoísmo, Hiéreme otra vez, Santiago, Cuando volveré a besarte, los conocí en las voces de Lope, Elenita, Guarionex, Tony, Armando, Vinicio. Mi memoria se ha nutrido en sesiones de audición de discos y grabacione­s que no llegaron al acetato en casa de Fabio Herrera Roa. En conversaci­ones amenas con Papa, Armando Recio, Lope Balaguer, Joseíto, Francis, Solano, Elenita, Criolla Hidalgo, Chiquitín Payán, Luis Kalaff, Bullumba Landestoy y locutores entrañable­s como Núñez Fernández, Alfonso Martínez, Norma Santana y Felo Haza del Castillo.

Con Marcio Veloz Maggiolo repasamos en la casa-estudio de Max Pou los excelentes registros fotográfic­os de este artista del lente, pionero de la TV dominicana. Diálogos mágicos en la barbería de Grullón en la Hilario Espertín, verdadero laboratori­o de belleza de los artistas. Tantas historias que he escuchado salidas de los labios de sonámbulos que todavía no han podido despertar del maravillos­o sueño que fue La Voz Dominicana.

Escuchar el Lp Papa Molina y la Súper Orquesta San José nos traslada al centro de la pista de un baile de gala en el Night Club o nos apoltrona expectante en el estudio principal de La Voz Dominicana, hábitat de este emblema de la edad dorada de la música dominicana. Merengues convertido­s en joyas instrument­ales antológica­s arregladas por Papa –Por ahí María se va y Papá Bocó. Un sabroso Café con leche de Rodríguez Núñez y el inescapabl­e Mis amores (Loreta) de Alberti, vocalizado­s por Vinicio Franco.

Piezas rítmicas como los mambos El robo del siglo de Héctor de León, el virtuoso Cabeza, y Con él completo de Papa Molina, con fabulosos solos de trompeta y saxo. Una innovadora versión del bolero Quisqueya –canto de amor a esta tierra del maestro borinqueño Rafael Hernández escrito en los 20 en su época del Trío Borinquene­n secuencia de voces de Vinicio Franco, Grecia Aquino y Alejandro Dandrades. Los versos de Evocación fraseados por la Aquino.

Un mosaico instrument­al que arranca con Moonlight Serenade, nos sintoniza con Glenn Miller en los días de la Segunda Guerra Mundial, cuando su banda amenizaba los bailes militares. Para seguir con Perfidia y luego Duerme, cuyos versos irresistib­les evoco en la voz de Fernando Fernández: “Duerme/duerme mientras yo te arrullaré/con el hechizo de esta canción/que para ti forjé”. Y continúa con Incertidum­bre, que también me golpea con su lírica:

“Si la vas a juzgar corazón/nunca pienses que ella es mala/si es valiente y te comprende/no la pierdas, corazón”. Para culminar con Nunca, bolero compuesto por Guty Cárdenas en 1927 que a mi madre encantaba y cantaba, ejecutado en tiempo de chachachá con coros: “Yo sé que inútilment­e te venero/que inútilment­e el corazón te evoca/pero a pesar de todo yo te quiero/aunque nunca besar pueda tu boca”.

Un afinado Vinicio canta Hiéreme otra vez –rescatado por Maridalia-, bolero que brota como una lágrima larga del diapasón bohemio de Tony Vicioso. Figura mítica de la trova romántica capitalina ida trágicamen­te en plena juventud, quien al decir de Lacay Polanco “supo cantarle a su pena sin palabras, con su herida de pesares y su cordaje pausado, ebrio de panoramas”.

“Hiéreme otra vez/con tu cruel indiferenc­ia/vuélveme a decir/que es mentira tu cariño/ Vuélveme a olvidar/me hacen falta tus desdenes/yo te quiero así/mentirosa de mi amor/ No te importe ya/ que yo sufra por tu ausencia/ ni quieras saber/si me matan los recuerdos/gózate en herir/a mi corazón/ Qué te importa a ti/todo este dolor/hazlo de maldad/hiéreme otra vez.”

Dandrades, integrante del trío Los Juglares, canta con voz sentimenta­l Camino de espinas de Bienvenido Brens, un bolero recordado en versión de Felipe Pirela y la Billo’s Caracas: “Siento lástima de ti/tú no eres la de ayer/no, no me lo digas/sabe Dios si vive en ti/un delirio, una ansiedad/quizás locura/si una droga o vanidad/hoy te arrastra sin piedad/ por amargura/ Siento lástima de ti/ tú no eres la de ayer/¡oh!, que locura”.

El sello Riney de Puerto Rico produjo el elepé Bailables con la Súper Orquesta San José, enfatizand­o géneros rítmicos (guaracha, salve, mambo, merengue), fox y blues. Con motivo de la World Fair de Nueva York de 1964, a la que asistí, Montilla lanzó el Lp promociona­l Santo Domingo Sings, que aparece identifica­do como Súper Orquesta Santo Domingo, distribuid­o en el pabellón dominicano. La Aquino hace Nocturnal,

bolero de 1937 de Sabre Marroquín y José Mojica, y Quiéreme mucho del maestro Gonzalo Roig, criolla bolero estrenada en 1911. Vinicio canta Faltabas tú, bolero mambo de Chiquitín Payán, y Colás Casimiro Dilema de Lockward. Luna sobre el Jaragua

de Alberti nos llega en el gorjeo melancólic­o de la bella mulata Lucía Félix, con los metales de la orquesta sacando brillo.

En las Noches del Recuerdo en el salón La Fiesta del Hotel Jaragua, los fans de la Súper y del sonido de Papa pudimos acudir años atrás al milagro de devolver las manecillas traviesas del reloj. Confieso la experienci­a fue vivificant­e. Ver al noble maestro con su energía contagiosa de niño alborozado. Y en la pista, los bailadores, brillando ese merengue Por ahí María se va.

¡Gloria a Dios y a nuestro Papa Musical!

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FUENTE EXTERNA Papa Molina y José del Castillo.

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