Diario Libre (Republica Dominicana)
Vivos y sueltos
artículos, que luego fueron publicados en forma de libro, con el título de La Academia española trabaja. En el artículo de enero de 1964, que pone fin a la serie, reconoce el lexicógrafo cierto desencanto. Su objetivo no era otro que, según sus palabras, interesar a los lectores en «la callada y perseverante labor de la Academia», esa labor, añado yo, de la que solo nos acordamos cuando aprovechamos sus frutos, y no siempre para reconocerla. Para Julio Casares la divulgación era un servicio a la lengua.
La divulgación de los asuntos del idioma lleva aparejada, desde siempre, cierta sensación de desesperanza. Si nuestra lengua es muy larga, como diría Lola Pons, otra de nuestras grandes divulgadoras, su desconocimiento también lo es. Y no resulta labor sencilla acercarla a los hablantes con amenidad. A veces nos parece que habremos pasado por nuestros lectores, como decía Casares, «como el rayo de sol por el cristal».
Julio Casares, como nos pasa a todos los lexicógrafos, oía voces. No, no se escandalicen. Las palabras nos susurran al oído. Reconocía Casares, como cierre a sus artículos de divulgación, que pocos hacían caso de sus recomendaciones académicas y que los malos usos idiomáticos continuaban vivitos y coleando; y confesaba que oía una vocecilla burlona que le decía: «Los muertos que vos matáis gozan de buena salud». Los nuestros, sin duda, están vivos y sueltos.