Diario Libre (Republica Dominicana)
La Mella, no es ni sombra de lo que era
Esta otrora importante arteria de la ciudad Capital ha visto disminuir su actividad comercial hasta el punto de que muchos de sus negocios más emblemáticos y significativos han desaparecido.
SD. Esta otrora importante arteria de la Capital ha visto disminuir su actividad comercial hasta el punto de que muchos de sus negocios más emblemáticos han desaparecido.
SANTO DOMINGO. Lo que hace años fue una de las principales arterias comerciales de la ciudad de Santo Domingo y el país, hoy sigue en pie, pero con una disminución considerable de su esplendor y vida comercial. La avenida Mella ya no es lo que fue.
Al caminar esta avenida se puede ver cómo buhoneros haitianos y dominicanos han invadido sus calzadas y han levantando allí negocios informales. La orilla de la vía ha sido convertida en parqueo y las fachadas de estos edificios lucen deterioradas y con pintura desgastada y sucias.
Kin Sánchez, asesor cultural del Clúster de Santo Domingo, cuenta que en la segunda mitad de la década de 1950 esta avenida comenzó a ser de una sola vía, pues la circulación vehicular era de dos vías antes de esta fecha. Su nombre le fue asignado en 1934, durante el gobierno del dictador Rafael
Leonidas Trujillo Molina, quien le cambió el nombre de Capotillo por el de avenida Ramón Matías Mella.
Esta vía está integrada por importantes edificios, como el que alberga el Cuerpo de Bomberos de Santo Domingo, diseñado por los arquitectos José Antonio Caro Álvarez y Guillermo González, en el 1944, el cual se considera una de las piezas más puras del modernismo de la ciudad, así como el Mercado Modelo, inaugurado en el 1942, de arquitectura modernista y con elementos de estilos republicano y neoclásico. Es uno de los edificios más importantes del siglo XX, sin embargo, la arrabalización ha hecho de este emblema un monumento desmejorado.
A pocas cuadras está el Cine Lido, que junto al Apolo y Mi Cine eran negocios de proyección de películas de mucha fama. Hoy solo queda el Lido, forrado de bultos, zapatos y correas en su parte frontal, arrabal que arrebató la belleza que un día tuvo.
La arquitecta María Jiménez sostuvo que antes las edificaciones estaban mejor cuidadas que en la actualidad y que eso influía en la buena asistencia de parroquianos que iban a la Mella a comprar en los distintos comercios y también aprovechaban para pasear por su bello entorno.
“La gente la recorría a pie, en bicicleta (muy populares para entonces) y en los autobuses de dos pisos que iniciaban su incursión en el tránsito de la época como una atractiva novedad”, manifestó la profesional.
Durante la época colonial se le llamó calle del Muro y su trazado rectilíneo se prolongaba desde la fortaleza de la Concepción hasta el Fuerte de San Lázaro, siendo bautizada cuatrocientos años después como calle Capotillo. La vía, conocida también como Camino de Galindo, facilitaba la entrada y salida de la población al barrio de Santa Bárbara, en la Ciudad Colonial.
Jiménez señaló como algunos de los negocios más emblemáticos Almacenes Troya, Almacenes Pica Pica, Tejidos La Norma, mercería la Siragusa, las desaparecidas ferreterías Cuesta, La Americana, Ramón Corripio, Cobián, ferretería la Artística, la mueblería Regia y Mella, Casa Zaglul, Supercolmado Nacional; Radio HIG, el periódico La Nación, Línea Calamidad, Línea Merceditas, El Trocadero, Laboratorio Huellemont, Espejos Pajaritos, La Fuentecita, hotel La Fama, Imprenta Jackson, Colchonería La Reyna, Línea Estrella Blanca, Cartonera Alfredo Hued, Bicicletas Raleigh; Restaurante Apolo, Almacenes El Túnel, Espejos y Enmarcados San Ramón y La Innovación.
A juicio de Ramón Sánchez, un residente con más de 60 años en el lugar, el abandono es la parte fundamental del letargo comercial que en los últimos 30 años han quitado clientes y avance a la zona, hasta el punto de que muchos establecimientos, de los ya mencionados, han desaparecido.
La disminución en el flujo de clientes ha impactado a negocios sólidos e importantes como la Ferretería Americana, que decidió hace pocos meses cerrar sus puertas para trasladarse a otro punto de la ciudad con mayor actividad mercantil.
Los vendedores y relojeros
Para el vendedor y reparador de relojes Olivo Encarnación, propietario de uno de los negocios más prósperos, si se usa correctamente el poco espacio que hay para parqueos y si se les devuelve la belleza a los principales edificios emblemáticos; reacondicionándolos, la vía podría retomar parte del atractivo que un día tuvo.
Continuando con el recorrido por la Mella, se puede ver que todavía sobreviven allí importantes tiendas de ropas y artículos del hogar y supermercados, como La Sirena y bancos comerciales, como el Banreservas, tiendas deportivas, como Molino Deportivo, farmacias, joyerías, restaurantes chinos, tiendas de accesorios y venta de celulares y la popular Plaza París, entre otros.
“¡Qué va!… ya esto no es lo que era. La avenida Mella ha caído en más de un sesenta por ciento”, expresó el dueño de Lentes Rafael, Rafael Jorge, quien lleva más de 68 años de permanencia en ese sitio. En el trayecto del recorrido por la avenida fueron muchos los comerciantes que coincidieron con el vendedor de lentes, aunque en algunos casos apareció uno que otro que eligió ser optimista al expresar que su negocio no lo mueve de este lugar y que confía en el despertar de la zona.
Aparte de lo dificultoso que resulta caminar por las aceras de la avenida Mella, entra al juego el factor de la inseguridad. La mayoría de los negocios cierran sus puertas a la 6:00 de la tarde por temor a los desaprensivos que lle- gan desde los distintos barrios periféricos a cometer atracos.
Muchos locales en esta vía han colocado letreros de "Se vende" o "Se alquila". Los comerciantes también consideran que los problemas radican en la falta de variedad y precios en las mercancías. “Muchas veces la gente prefiere irse a otros puntos comerciales donde lo encuentra todo y a mejores precios”, reconoció un vendedor de artesanías que no quiso identificarse.
Precisó que el número de turistas que antes buscaba artesanías allí se ha reducido mucho y que solo se limitan a visitar la parte baja de la Ciudad Colonial, específicamente por razones de seguridad. La icónica avenida Ramón Matías Mella enfrenta ahora uno de sus mayores retos, que es el de retomar su esplendor y dinamismo para ser lo que antes fue. Aunque ese es el deseo expresado por la mayoría de dueños de negocios, la poca unión es una amenaza a sus deseos de resurgimiento.
“La inseguridad ha sido un factor importante en la merma comercial de la avenida Ramón Matías Mella. Por eso muchos negocios cierran sus puertas temprano” Olivo Encarnación Vendedor de relojes