Diario Libre (Republica Dominicana)
¿Pesimismo dominicano? No creo
Decía Winston Churchill: “Soy un optimista. No tiene mucho sentido ser otra cosa”. Traigo esto a colación porque siempre se ha hablado del “gran pesimismo dominicano” como una de las características que explican el atraso de nuestro pueblo.
Nunca he estado de acuerdo con que nuestro pueblo fuese pesimista. Reconozco que los niveles de pobreza en que siempre hemos vivido han creado una gran resignación en muchos sectores de la población, pero a pesar de ello en el dominicano siempre ha existido la fuerza y la convicción de que al menos sus hijos superen la condición en la que los padres han vivido.
Millones de dominicanos sabemos por experiencia propia de los sacrificios, del empuje y del esfuerzo de nuestros padres por sacarnos de la pobreza y tratar de lograr que obtuviésemos una carrera universitaria o, al menos, una profesión digna.
Por eso, miles de muchachos fueron a talleres a aprender mecánica; otros se inscribieron en cursos para aprender a usar computadoras y miles de muchachas se hicieron enfermeras o aprendieron corte y confección de ropas. Es más, no hay hogar del país que no esté lleno de diplomas obtenidos por los hijos gracias a sus esfuerzos y al de sus padres y tutores.
Un pueblo así no es pesimista, aunque puede estar perdiendo la confianza en las instituciones que debieran ser ejemplo de construcción de futuro. La desconfianza en la Justicia, la democracia, los medios de comunicación, las iglesias, las instituciones del orden, hablan de un gran fallo institucional, no del pesimismo nuestro. Ahí es donde hay que trabajar.