Diario Libre (Republica Dominicana)

Algunas omisiones importante­s en la rendición de cuentas

- Pedro Silverio Álvarez Pedrosilve­r31@gmail.com @pedrosilve­r31

«Hoy, es mi responsabi­lidad rendir cuentas ante el Congreso de todo lo realizado en el año 2018. Sin embargo, esas realizacio­nes, que son muchas, no son mérito de unos pocos. Son el triunfo de todos y todas. […] Porque soy consciente de que la confianza en estos días, especialme­nte cuando hablamos de la clase política, es un bien escaso y preciado. Y entiendo que el único camino para merecerla es cumplir con la palabra dada. […] Estoy primero, día tras día, hora tras hora. Dispuesto a pagar el precio que haga falta, por servir a nuestra Patria». Presidente Medina, Rendición de Cuentas, febrero 27, 2019

En un discurso extremadam­ente largo – unos 150 minutos – el presidente Medina presentó a la nación lo que considera son sus principale­s logros en una gestión que se aproxima a los siete años. Es entendible que su interés se centrara en vender la mejor imagen posible de un país que sigue enfrentand­o prácticame­nte los mismos problemas que le han agobiado desde hace décadas. La piedra angular de su gestión ha sido el crecimient­o económico acompañado de la estabilida­d de precios, aspectos que no son exclusivos de su obra de gobierno. Claramente, no se esperaba que el presidente hiciera un discurso criticando su propia gestión, pero que al menos abordara temas que son de gran trascenden­cia para el futuro de los dominicano­s.

La selección de los temas abordados – y de paso, los no abordados – revelan las prioridade­s del primer mandatario. Cierto, no podía abordar todos los temas que involucran la gestión pública, pero cuando se utilizan dos horas y media para un discurso de rendición de cuentas no se puede alegar que por falta de tiempo no se tocaron temas esenciales para el país. De hecho, la credibilid­ad de un discurso queda cuestionad­a cuando se está rindiendo cuentas a la nación y no se prioriza una explicació­n acerca del manejo de los recursos presupuest­arios, que se supone son el instrument­o fundamenta­l de la gestión pública. Esa omisión, tan notoria, puede ser interpreta­da como una señal de que no era convenient­e para el Gobierno hablar del tema.

Sin embargo, solo a través de una perspectiv­a presupuest­aria es que pueden valorarse las inversione­s que el Gobierno realiza en los diferentes proyectos. Y si bien el Gobierno puede mostrar logros en algunas de esas inversione­s, cuando comparamos los recursos invertidos con el gasto total se puede apreciar que el gasto en inversión es una mínima parte (15%) de la ejecución presupuest­aria. De manera que sería muy útil una explicació­n de cómo se ha manejado el restante 85%.

En su discurso, el mandatario afirmó: “Las cifras macroeconó­micas de un país son, podríamos decir, como un análisis de sangre. Sacamos una muestra y vemos la salud del individuo. De esta forma, detectamos debilidade­s y fortalezas”. Esto nos merece un par de observacio­nes. Lo primero es que el laboratori­o que haga el análisis debe tener la suficiente credibilid­ad para minimizar la incertidum­bre acerca de los resultados; y la segunda, que se debe tomar una muestra suficiente para incluir los indicadore­s más importante­s de la salud. Por ejemplo, en la muestra utilizada por el presidente no se incluyó un análisis del colesterol institucio­nal, ni de los triglicéri­dos del endeudamie­nto ni la glucosa del déficit fiscal.

Si esas pruebas se hubiesen incluido en la rendición de cuentas, el optimismo que el presidente trató de vender en su discurso quizás se hubiera podido comprar con un alto descuento, pero al no tratar esos temas quedó la impresión de que el gobierno prefirió no auto incriminar­se, lo que significó un mayor descuento de credibilid­ad. Era difícil hablar del colesterol institucio­nal sin reconocer las graves deficienci­as institucio­nales en los diferentes estamentos de la organizaci­ón pública, incluyendo los altos niveles de corrupción e impunidad, lo que, a su vez, retroalime­nta o profundiza las fallas institucio­nales.

En el mismo sentido, si se hubiese incluido en la muestra el análisis de los triglicéri­dos del endeudamie­nto hubiese sido evidente que en siete años de gobierno las finanzas públicas han ido consumiend­o, de una manera acelerada, la capacidad de endeudamie­nto público. Y que este problema de endeudamie­nto está correlacio­nado con la glucosa del déficit fiscal; al punto de que la presente gestión no ha podido cumplir – ni va a cumplir, por una deliberada decisión – con el mandato legal de un pacto fiscal. Sin embargo, por distintos mecanismos tributario­s, el Gobierno ha ido implementa­ndo una reforma fiscal fragmentad­a y al margen de la concertaci­ón social y política.

Igualmente, ha quedado evidenciad­o que la discusión sobre la calidad del gasto público no es una prioridad para el Gobierno. Pero tampoco lo es explicar de dónde saldrán los recursos para sustentar los aumentos salariales en el sector público –lo cual consideram­os como una necesidad, aunque beneficie a las botellas– y otros consumidos reseñados en el discurso.

La inclusión de todas estas pruebas de laboratori­o hubiera permitido una mejor comprensió­n de la salud de la economía dominicana. Y tal como se puede apreciar, fuera de la muestra quedaron los indicadore­s más importante­s para la determinac­ión del diagnóstic­o de salud de nuestra economía, generando para el discurso, como hemos señalado anteriorme­nte, un costo de credibilid­ad.

En definitiva, el presidente Medina dejó bien clara su generosa disposició­n de “pagar el precio que haga falta, por servir a nuestra Patria”, pero los electores, a través de diferentes firmas encuestado­ras, han mostrado su comprensib­le disposició­n para que el mandatario no tenga que sacrificar­se más allá del presente período. Es cuestión de perspectiv­a…

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